Un nuevo mes pasó y la nieve se abrió paso en la helada Lucila.
Jamas había sido una gran amante del frío, pero al vivir en una ciudad donde casi todo el año parecía ser invierno tuve que acostumbrarme a sus bajas temperaturas.
De todos modos, había comenzado a ver de una forma distinta a la nieve. Era algo hermoso de admirar cómo esta llegaba para cubrir todo de blanco, le daba un aspecto casi mágico a la ciudad. Kate debía estar fascinada en esos momentos, con lo mucho que amaba salir a caminar con esos climas.
Sacudí la cabeza para quitarla de mis pensamientos y, por desgracia, comencé a pensar en otra chica que últimamente molestaba mucho en mi cabeza.
Todo aquel mes me había dado el lujo de conocer a Lila, estas eran unas de las cosas que había descubierto de ella; cuando era pequeña, vivía en un pequeño pueblo en las montañas llamado Lunna, un lugar del que yo jamas había oído y, según ella, la mayoría de las personas tampoco; había salido con un chico a la edad de 17, a sus 19 se casó con él, a los 20 quedó embarazada de Adeline y a los 25 se divorciaron, los motivos no me los dió y yo tampoco quise preguntarlos; no tenía hermanos y sus padres vivían en Lucila, comentó que creía en el amor porque ellos se lo demostraban todo el tiempo, ojala pudiera decir lo mismo; por último, me di cuenta de que Lila escuchaba mas de lo que hablaba.
Siempre me consideré una chica que no le costaba hablar con las personas, y fue así hasta que cumplí 17 años y me di cuenta que mientras más les dijeras a las personas sobre ti, mas poder tendrían de lastimarte luego. Así que comencé la universidad con la idea de no hacer amigos, pues no estaba allí para eso y tampoco los necesitaba.
Me convencí de eso, incluso cuando los días se volvían más largos y las noches más frías.
Pero con Lila se me hacía increíblemente fácil hablar sobre mi vida, a pesar de reservarme cosas para mi. A partir de esa noche que me invitó a tomar algo luego de haber cantado en el bar, y que había tomado la decisión de hablarle sobre mi relación con la banda, comenzamos a juntarnos mas seguido a tomar (esas veces té, no alcohol) algo y a charlar.
Era liberador poder hablar con una persona después de años de mantener la boca cerrada cuando me veía en una posición de estar diciendo demasiado con la persona equivocada, pero Lila tenía algo que me hacía estar tranquila a su alrededor. Quizás era el hecho de que no había huido de mí cuando le mostré una parte de lo mala persona que podía llegar a ser.
A pesar de todo, no podía escapar de aquella sensación que me recorría el cuerpo cuando la noche llegaba y yo volvía a estar sola en mi habitación. Era difícil de explicar, pero era como si un sentimiento de culpa se instalara en mi pecho y me hundiera con fuerza contra mi cama, casi como si quisiera matarme.
Y la voz en mi cabeza jamas se callaba. Estaba ahí todo el tiempo para recordarme que, por más que todo pareciera ir un poco mejor, la oscuridad volvería para ahogarme una vez mas.
ESTÁS LEYENDO
Cuando llegas y te vas [LIBRO 2]
RomanceAlana Evans ha estado sola durante 4 años, siguiendo una carrera que no le gusta y con el constante sentimiento de culpabilidad por sus acciones del pasado. Es exactamente 4 años después cuando dos problemas se presentan en su vida; 1- SourRock lleg...