Tarde en el parque

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El día estaba nublado y fresco, lo cual es común en la zona en la que vivo. Estaba con mis amigos en un parque casi a las afueras, cerca de mi escuela.
Era nuestro punto preferido de encuentro, no estaba abandonado, pero la gente no solía ir, y mucho menos en otoño.

Aprovechabamos al máximo el parque, poniendo música o haciendo estupideces, aunque yo siempre me quedaba a un costado, mirando la situación, cuidando los bolsos y nuestras cosas.

Miré mi celular tras recibir un mensaje, era de mi madre.

"Se nos hará tarde a tu papá y a mí" 16:05
"Tu hermana está en lo de una amiga, se queda a dormir" 16:05
"No te vuelvas muy tarde. te amo" 16:06

Suspiré aburridamente y llamé a mis amigos agitando mis manos. Ellos se quedaron en su lugar, pero Sam fue el representante del grupo.

—¿Qué pasa, Blue?—vociferó mientras picaba una pelota

—¿Hasta qué hora planean quedarse?—pregunté en voz alta mientras golpeaba con mis uñas la pantalla de mi celular.

—¿Qué hora—Comenzó Katie, a quien Sam le había pasado la pelota—... qué hora es?.

—Cuatro y cinco—respondí. Ella puso cara de asombro.

—¡Se me hace tarde!

Mi amiga pelinegra soltó la pelota, dejando desconcertados a los demás y vino corriendo hacia mi lugar. Buscó su bolso entre los tantos que había y se lo colgó cuando lo encontró.

—¿Tenías algo que hacer?—pregunté divertida. Ella siempre llegaba tarde a todos lados.

—Arreglé con mi abuela para tomar el té!—exclamó cerciorándose de que todos escuchen.

Estallamos en risas y ella arrugó la nariz.

—Ríanse si quieren... oh, Ryan—llamó a mi otro amigo, quien la miró atento—. Vives cerca de la casa de mi abuela,¿Vamos juntos?

—Ahora que lo mencionas, claro.

Ryan se acercó, seguido por Sam que ya había quedado solo con la pelota y no le quedó otra que ir con la multitud.

Katie y Ryan nos saludaron y vimos como se iban muy risueños.

—Es increíble lo que se gustan esos dos—comentó Sam.

—Sep—afirmé—.E increíble que no se dieran cuenta.

—Son unos malditos ciegos.

Sam se sentó a mi lado y charlamos durante una media hora sobre cosas sin importancia, o contándonos uno que otro chisme irrelevante, hasta que su celular sonó.

—Disculpa. ¿Hola?—desvié mi mirada hacia el resto del parque, dándole una especie de privacidad—... hola papá... sí... sí, lo recuerdo...¿¡cómo?!... bueno... sí, claro... ajá... como sea, adiós.

Colgó, se veía frustrado.

—¿Tu papá?—supuse.

—Sí... eh—se rascó la nuca—... me pasará a buscar en unos cinco segundos, el turno del veterinario para Sparks se adelantó y olvidó avisarme-se explicó apenado. Le di una sonrisa suave.

—Todo bien, no te preocupes.

Él sonrió suavemente y besó mi cabeza como comúnmente lo hacía cuando tenía prisa y corrió al auto beige que estacionó en la calle a unos cuantos metros al grito de "no te vuelvas tarde".
Nos saludamos de lejos una última vez y seguí con la mirada al auto hasta que se perdió de mi vista.

the new abnormal//ticci toby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora