Antes de la fiesta

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No era fanática de las fiestas, de hecho, siempre las evitaba. ¿Estar en medio de un mar de gente desconocida borracha? Definitivamente no era para mí.

Pero eso no aplicaba para mi mejor amigo, claro que no. No podía faltar a la fiesta de Sam, por mucho que no me guste ese plan. 

 De todas formas, solamente estaban invitados los de nuestro salón y algunos amigos de Sam aparte, no eran desconocidos, me llevaba relativamente bien con la mayoría. Y lo más importante, estaría el padre como adulto responsable, ¿Qué podría pasar? La iba a pasar excelente. 

 La fiesta empezaba a las diez, y eran las ocho y media cuando apenas había terminado de elegir mi ropa con ayuda de Sierra.

 —Bueno—habló ella con cierto brillo en los ojos—, falta el maquillaje.

 —De eso me puedo encargar yo—dije, sentándome en su escritorio frente a su espejo personal—, un poco de delineador y 'tamo ready.

 —¿Qué? claro que no—ella puso sus bolsitos de lentejuelas frente mío—. Yo me encargaré de dejarte como una diosa, luego me agradeces.

 No me gustaba mucho el maquillaje, me hacía sentir cargada y todo el tiempo tenía la necesidad de lavarme la cara, pero Sierra parecía muy emocionada, como si maquillarme fuera la prueba de su vida, una oportunidad dorada.

 Luego de unos minutos, me arrepentí de aceptar la propuesta de mi hermana, más que ponerme linda, me estaba torturando.

 —¡No te muevas!

 —Recuérdame por qué tienes que contornear mi nariz—supliqué

 —Para que se vea… eh…—contorneó su propia nariz con su dedo, mirandome obvia.

 Rodé los ojos. Era difícil ser una chica linda.

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 —¿Segura que no quieres que te lleve?—preguntó mi papá viendo como me ponía el abrigo.

 —Segura, ya estás de pijama. Aparte, me gusta caminar

 Él se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo acariciando mi cabello.

 —Cuidate mucho—dijo aún sin soltarme—. Cualquier cosa, me llamas, yo iré a buscarte. 

 —Claro, papá—respondí con una sonrisa contra su camiseta de "papá número 1" que usaba de pijama.

 El deshizo el abrazo, pero me tomó de los hombros y me miró a los ojos

 —Y recuerda, o vuelves antes de que mamá llegue o vuelves en la tarde con la excusa de que fuiste a una pijamada a la que yo te llevé a último momento, ¿correcto?

 —Correcto.

 Él me volvió a sonreír y me acompañó hasta la puerta. Nos despedimos y comencé mi camino hacia la casa de Sam.

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 No había nada más lindo que caminar escuchando música. Hacía frío, pero mis auriculares me encerraban en una burbuja de música abrazadora.

 Caminaba lento, moviendo la cabeza y permitiendome tararear la canción de Harry Styles que sonaba. Había decidido ir por el camino largo, bordeando el bosque. 

 El sector del pueblo donde estaba mi casa se veía algo lúgubre, Muy pocas casas tenían las luces prendidas y los faroles de las calles parecían dar su último esfuerzo, como si no hubieran sido cambiados en años.

 No era raro que no hubiera vida nocturna a los alrededores de mi casa; era la zona de los jubilados. Muy tranquilo. Sierra y yo éramos las únicas adolescentes a la redonda, los demás estaban más cerca del centro.

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