Tarea y merienda

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Yo siempre supe que me perseguía la desgracia. Es más, creo que de tantas veces que me quejé de eso en chiste, lo volví una realidad, como si lo hubiera manifestado sin querer. Porque sino, no se explica todo lo que me ha pasado hasta ahora.

Creo que una de mis más grandes desgracias fue conocer a Toby.

Creo.

Aunque en esos momentos, mi mayor desgracia era la tarea que había puesto la maestra de artes. ¿A quién se le ocurre mandar a dibujar una persona de perfil y decir que había que pintar pelo por pelo? una demente, definitivamente.

Había apartado la mesa del patio para mí sola, con tal de poder explayarme a mi gusto y poner todas las cosas necesarias en ella. El día era de esos en el que el clima no pertenece a la estación en la que está, y pude permitirme estar en el patio sin tener frío. Pero terminó siendo un desastre visual, y el trabajo incluído.

Me apoyé sobre el papel, derrotada y ya cansada. ¿Por qué tenía arte en el último año?.

Me obligué a levantar la cabeza y a poner el lápiz sobre la hoja. Prefería terminar con ese estúpido y oscuro cabello lo antes posible. Acerqué mi vista lo más que pude y volví a trazar líneas.
Mis manos ya estaban grises debido al grafito del lápiz y la hoja estaba sucia debido al toqueteo.

Desde mi celular sonaba alguna canción que en esos momentos mi respiración agitada se ocupó de opacar.
Me contuve, logré calmarme para prestarle atención a Starlight de Starset

-I will find you, thousand armies won't stop me I'll break through, I'll soar the endless skies for only one sight of your starlight.

Tenía mis ojos cubiertos por mis manos mientras susurraba la letra. Deseaba en verdad que el dibujo se termine por sí solo por arte de magia.

Pero estaba tan concentrada en mí, que no me percaté que ya no estaba sola.

—¿Qué haces?.

Sentí como mi corazón se detenía y levanté la mirada inmediatamente.

–Qué?—solté. Tenía al chico Toby enfrente mío, con sus gafas sobre su cabeza pero con su bozal y capucha aún puestos. Tenía la cabeza ladeada y una mirada suave.

—Te pregunté qué haces—repitió y revoleé los ojos.

—Ya sé qué es lo que preguntaste—pasé mi mano por mi cabello—,me refería a qué estás haciendo aquí... en el patio de mi casa.

Toby se sentó en el otro banco quedando frente mío.

—Ah, eso. Pues nada, iba por el bosque, me topé con tu casa y te vi. No hay mucha historia.

Me quedé mirándolo con las cejas levantadas. Una parte de mí no le creía y buscaba alguna excusa más creíble. Y otra parte, simplemente no quería entender la situación y dejarlo pasar.

Tomé aire y exhalé.

Dame paciencia.

–Como sea, tienes suerte de que no haya nadie en casa.

—Sí, suerte.

Mi lado razonable notó algo raro en el tono en el que dijo eso, pero otra vez mi otro lado (el cuál no sabría cómo llamarlo) volvió a reinar y simplemente decidí ignorarlo. Solo apoyé mi cabeza sobre mi mano mientras daba un largo suspiro.

—Tu mano está gris—cambió de tema.

—Claro que lo está, estoy pintando.

Él se quedó callado con su mirada fija en mí. Hicieron falta unos pocos segundos para percatarme de que le respondí de mala manera y me tensé. Sus ojos eran punzantes y casi podían herirme.

the new abnormal//ticci toby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora