Muchas preguntas sin respuesta

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Blue recordaba bien la última vez que se preocupó tanto.

 Cuando su abuela Felicitas llamó un día para avisar que habían atropellado a su perrito Toby.  Fueron días difíciles, el dulce perro era muy querido por la familia, y más que nada por las hermanas de corta edad.

 No podían creer que hubiera gente tan desalmada que pueda atropellar a un animal y abandonarlo.

 Todos los días llamaban a su abuela en busca de novedades, las cuales fueron mejorando a medida que pasaban los días. 

 El pequeño Toby murió de viejo, no por atropellado.

 Eso casi podía asemejarse a la situación que estaba viviendo.

 No era de esas personas a las que no le gustaban los hospitales, de hecho le parecían curiosos y les tenía respeto, pero el ambiente era otro cuando no estaba por un simple chequeo anual o visitando a su madre en el horario de trabajo.

 Los ruidos, las luces brillantes y las voces de la sala de espera le taladraban la cabeza. Lo único que rescataba era la calefacción que los recibía, devolviendole el calor que había perdido yendo hasta el lugar. Antes de salir de su casa, apenas llegó a tomar su usual abrigo y un par de zapatillas. Seguía con su fino pijama y su celular siempre se mantuvo cerca. No quiso perder tiempo.

 No habían sido las primeras en llegar, su padre las esperaba ahí, junto con un compañero de trabajo suyo. El uniforme lo delataba y en la pequeña placa plateada en la parte superior izquierda de su pecho se podía leer "Paul".

 Ellos habían encontrado a las tres amigas cuando salieron a ver de dónde venían los gritos que escucharon luego de lo que suponían que fue un balazo.

 Luego llegaron los demás padres.

 Y ahí se encontraba, siendo la única joven entre los adultos que intentaban mantener la calma, sentada en la sala de espera… a la espera de noticias.

 Cansada de la silenciosa tortura, se levantó de su lugar, provocando que los presentes y algunos desconocidos la miraran. Blue solo se giró hacia sus padres.

 —Voy a llamar a Sam. Estaré afuera.

 Habló casi en un susurro lo suficientemente audible para que sus padres asintieran, dándole un permiso que ella no había pedido. 

 Afuera, el ambiente no estaba mejor que adentro, pero prefería sentir el frío viento en su cara que la pesadez del interior del edificio. Sintió náuseas.

 Sacó su celular y tecleó para llamar a su amigo.

  —¿Qué onda, Blue?

  Ella suspiró entrecortadamente. No había pensado en cómo darle la noticia al rubio.

 —¿Blue?¿Todo en orden?

 —No, Sam. 

 —¿Qué pasó?—la voz sonó calmada, pero también tensa.

 Blue mordisqueó sus labios nerviosa.

 —Estoy en el hospital, algo le pasó a Sierra y a sus amigas—Habló rápido para no ser interrumpida y escuchó el sonido de sorpresa que salió del celular—. Yo… te lo quería decir.

 —¿A Sierra?¿Cómo?¿dónde? ¿quién?—Sam ya no sonaba tranquilo, sus palabras se tropezaban entre sí. Él le tenía cariño a su hermana menor.

 —No sabemos nada… 

 Su voz se frenó de golpe, esperando tener las piezas equivocadas del rompecabezas.

the new abnormal//ticci toby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora