NUEVE

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NUEVE

No he podido dejar de pensar en lo que me dijo Mareck y no lo he visto desde que vino a decirme lo de Cole hace una semana, he querido escribirle, pero no tengo tiempo, primero este restaurante con mucha gente y segundo "El oso negro" con fumigaciones, arreglos y no se cuanta cosa más, empiezo a creer que Austin tenía razón e invertir en ese negocio fue una mala idea, no ha crecido como pensé y solo he gastado dinero en arreglos y papeleos. He estado cortante con Carola porque no sé cómo sacarle el tema de Cole, sé que va a fingir que no le importa y dirá que no tiene problema si a mi también me gusta, la cosa es que yo no veo a Cole como algo más que un amigo, si es muy guapo e inteligente y tal vez hace unos meses o un año atrás si hubiera podido salir con el como algo más, pero ahora no y menos porque se los sentimientos de Carola hacia él y sé que ella si está muy enamorada, desde que lo conoció dejó de salir a citas. Lo que no logro entender es como no me pude dar cuenta de que Cole siente algo por mi y no por Carola, las veces que ha venido al restaurante platica mucho con ella, más de lo que habla conmigo, incluso tienen bromas entre ellos, han ido al cine y a tomar unos tragos.

Faltan 10 minutos para cerrar, ya no aguanto mis pies lo único que quiero es llegar a mi cama y dormir hasta mañana, Carola esta recostada en la barra, si yo estoy cansada no me imagino ella; ya estoy apagando la computadora cuando escucho a los lejos una voz familiar, que  me hizo sentir bastante nerviosa, quise salir corriendo, siento como mis mejillas se ponen calientes poco a poco.

—¡Hola, chicas bellas! —anunció Cole caminando hacia nosotras, sostiene en cada mano un vaso de café.

—¡Hola! —respondió Carola con euforia, se levantó como si le hubieran dado una inyección de energía —, ¡mi salvador! —quitó de la mano de Cole uno de los cafés que sostenía.

—Hola —salude sin mirarlo a los ojos, tengo miedo de sostenerle la mirada.

—¿Por qué no has venido? nos tienes olvidadas —preguntó Carola haciendo puchero, Cole no me quita la mirada de encima, hace que cada segundo me sienta más nerviosa.

—Estuve muy ocupado en el trabajo, pero ya mañana vendré a molestarlas —dejó el café a un lado de la computadora sin quitarme la mirada de encima —, Ayl, ¿crees que podamos hablar? te invito a cenar —Por impulso voltee a ver a Carola, tiene su mirada fija en el café.

—Bueno, yo me voy porque no alcanzaré mi transporte —dio un pequeño brinco para bajar de la silla y se despidió de nosotros —, nos vemos mañana, gracias por el café —levantó el vaso en el aire caminando hacia la salida.

—¿Y? ¿a dónde quieres ir a cenar?

—¿Podemos hablar aquí? la verdad estoy muy cansada y moverme a otro lugar me da un poco de flojera.

—Podemos ir a tu departamento si quieres.

—Está un poco sucio y me da pena que vayamos, mejor aquí.

—Bueno, como tú quieras —se sentó en la silla, cruzando los brazos.

—¿De qué quieres hablar?

—Primero quiero saber por qué me mentiste, sé que no somos los grandes amigos, pero me dijiste que no conocías a Mareck y resulta que hasta ha estado en tu departamento y no me molesta que lo conozcas, que me hayas mentido eso me dolió.

—Lo siento, no debí mentirte es solo que... —no se si me arrepentiré de esto, pero creo que es lo mejor —, ¿puedo confiar en ti? —pregunté mirándolo fijamente a los ojos.

—Claro.

—Conocí a Mareck hace unos cuantos meses atrás aquí en el restaurante, eso no fue mentira, pero no lo conozco como a ti, en realidad no sé nada de él, le propuse que fuéramos amigos con derechos —frunció el ceño como si no entendiera lo que estoy diciendo. —, y las reglas son que nadie tenía que saber esto y no podemos conocer nada el uno del otro, solo vernos para tener sexo —tensó todos los músculos de su cara.

Este es el juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora