07. Tteokbokki.

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7._ Tteokbokki.
Pastelitos de arroz en salsa roja.

Sentado en la mesa del comedor, Namjoon irradiaba impaciencia: uno de sus pies golpeaba rítmicamente el suelo mientras sus ojos recorrían frenéticamente la habitación

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Sentado en la mesa del comedor, Namjoon irradiaba impaciencia: uno de sus pies golpeaba rítmicamente el suelo mientras sus ojos recorrían frenéticamente la habitación. Observaba las manecillas del reloj, luego los ingredientes alineados sobre la isla de la cocina, y finalmente, al técnico agachado frente a la tubería del lavabo.

La mañana aún envuelta en sombras, Jimin había tocado a su puerta para informarle sobre una fuga de agua que descubrió en la cocina. Con el bailarín apresurado por cumplir con su apretada agenda, Namjoon, aún medio adormilado, asumió la responsabilidad de lidiar con el problema. Minutos más tarde, llamó a la gerencia del edificio para reportar la incidencia, recibiendo la promesa de que alguien sería enviado para solucionarlo pronto. Sin embargo, el concepto de "pronto" parecía distante, extendiéndose desde la mañana hasta bien entrada la tarde, hasta que finalmente el plomero hizo su aparición en la puerta del departamento. Entre idas y venidas, lo que inicialmente se consideró un "problema menor" había consumido varias horas de su día.

Con el atardecer tiñendo el ambiente con tonos dorados, Namjoon se preocupaba por terminar la cena a tiempo para la llegada de Jimin. Era irónico, pensó para sí mismo, admitir su impaciencia por meterse en la cocina, él que tantas veces había manifestado su aversión hacia esa actividad. Pero la sola idea de reunirse con el bailarín hacía que se sintiera ansioso por picar, mezclar y freír.

La interrupción del técnico lo sacó de sus cavilaciones.

—Listo, la tubería está como nueva —anunció el hombre con una amplia sonrisa de satisfacción, evidenciando el esfuerzo del trabajo—. Solo asegúrense de dejar que el material se asiente durante una hora, y por favor, eviten arrojar restos de comida al lavabo.

Namjoon asintió, agradecido por el aviso que compartiría con Jimin. La sospecha de que su compañero no limpiaba adecuadamente los platos antes de lavarlos se cruzó por su mente. ¿Podría ser esa la causa de la obstrucción en la tubería? No tenía certeza.

Una vez que el técnico se marchó, Namjoon procedió a llenar un formulario y firmar los documentos necesarios, antes de ponerse manos a la obra en la cocina para preparar la cena.

Como lo prometido en su nota, Jimin trajo la cena la noche anterior: un delicioso Samgyeopsal comprado en uno de los restaurantes cercanos al centro de la ciudad. La jugosa panceta de cerdo al vapor era simplemente incomparable, posiblemente lo mejor que Namjoon había comido en días.

Para esta noche, Namjoon se había propuesto superarse a sí mismo, convirtiendo la elección de la cena en un juego personal. Consideró opciones como el Budae jjigae o el Tteokbokki, ambos platos explosivos en sabor y considerados indulgencias culposas por su contenido calórico.

Finalmente, descartó hacer el "Estofado del ejército" debido a la cantidad de embutidos y fideos que contenía, lo cual despertó sentimientos de culpa en él. Optó por los pastelitos de arroz en salsa roja, considerándolos un poco menos calóricos y, por ende, la mejor elección.

Charlas de sobremesa; NamminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora