08. Jjimdak.

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08._ Jjimdak.
Estofado de pollo.

Una y otra vez, Namjoon da vueltas en la cama

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Una y otra vez, Namjoon da vueltas en la cama. Su cuerpo se siente tenso y pesado, y cualquier posición que adopte resulta incómoda. Boca arriba, su espalda forma una rígida curva de la que sobresalen puntiagudas espinas a lo largo de su eje. Al voltearse, su hombro no soporta el peso de su cuerpo y no sabe dónde colocar sus brazos.

Mirando hacia la puerta, nota una franja de luz que se cuela en la oscuridad de su habitación. Al prestar atención, percibe unos pasos que van de un lado a otro, acompañados de un enfadoso murmullo; al parecer, no es el único que tiene dificultades para dormir.

Podría salir de la habitación y encontrarse con Jimin en el comedor... ¿y después qué? Intentarían mantener una conversación cordial, que pronto acabaría con tonos graves y miradas acusatorias. ¿Quién lo pensaría? El gentil Jimin resultó ser rencoroso y no perdonaba lo ocurrido hace un par de días.

Desde la visita de Jungkook, ha persistido un ambiente incómodo dentro del departamento. No hay malos tratos ni una ley de hielo, solo una incómoda tensión que recuerda a los primeros días de la llegada de Jimin.

En cierto momento, Namjoon logra conciliar el sueño por un par de horas antes de volver a dar vueltas sobre el colchón. Ya fastidiado, se levanta y sale de su habitación hacia la sala de estar, donde toma su laptop y la enciende para aprovechar mejor su tiempo. Las estrellas permanecen en el cielo y Namjoon ya daba vueltas buscando las palabras adecuadas para escribir la conclusión de su trabajo de investigación.

Entonces, de forma curiosa, empieza a sentir mucha hambre. Se niega a ceder al antojo hasta que las ansias le impiden concentrarse; su cuerpo protesta por cubrir la falta de energía que el sueño no logró restablecer. La comida es una fuente de energía, un motor de vida. Y Namjoon debe mantenerse con vida.

En el almacén encuentra una bolsa de papas fritas con mantequilla y miel y otra de Azuki Bean; no puede decidirse por ninguna y se lleva ambas a su lugar de trabajo.

Escribe y come.

Come y escribe.

Se había concentrado tanto en ambas cosas que no sabía cuánto había escrito ni en qué momento se habían terminado ambas bolsas de frituras. La culpa lo acechaba, además de un ligero malestar estomacal: fue mala idea haber comido algo tan pesado en la madrugada. ¡Por Dios! Sí que había caído bajo en esta ocasión, ni siquiera el más gordiflón haría algo similar.

Debía hacer algo para compensarlo: saltarse el desayuno era una buena opción.

Justo en ese momento, suena la alarma de Jimin. Es la hora en que el bailarín se despierta para ir a correr. Tal vez Namjoon pueda acompañarlo en esta ocasión. ¿Jimin aceptaría? Por supuesto, por más enojado que estuviera, Jimin sería incapaz de negarse.

Namjoon soltó el aire retenido y se sorprendió al descubrir que su corazón latía con rapidez. ¿Qué fue eso? Está desconcertado por la reacción que tuvo; sin embargo, se hace el ignorante ante las razones y entierra su creciente preocupación.

Charlas de sobremesa; NamminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora