16. Mint Bubble Gum

37 6 2
                                    

⚠️ Advertencia:  Esta historia es completamente ficción, los personajes toman la imágen y el nombre de personas reales, mas no se pretende hacer suposiciones ni juicios de ninguna indole.

Parte 16. Mint bubble gum.
Chicle de menta.

—Madre, creo haber tocado fondo —murmuró Namjoon a la bocina del teléfono apenas la llamada fue descolgada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Madre, creo haber tocado fondo —murmuró Namjoon a la bocina del teléfono apenas la llamada fue descolgada.

La respiración pesada y profunda de Youjeen fue lo único que se escuchó por un momento. Después, la distorsión se volvió más clara, mientras que un jadeo agudo acompañó sus palabras.

—¿A qué te refieres? —preguntó fríamente, dominada por la sorpresa. 

No hubo una respuesta inmediata, aumentando la tensión en la mujer que se refugiaba en una esquina del comedor, haciendo un esfuerzo para no alzar la voz y despertar a su marido. El silencio y las limitaciones no hacen más que aumentar su frustración e intensificar su dolor de cabeza. Entre dientes maldecía a Namjoon, su único hijo; sin embargo, ¿este realmente era culpable ?

A los criminales se les suele disminuir la condena cuando alega demencia durante el suceso, ¿Namjoon podría obtener ese mismo perdón de su progenitora?

Mente y cuerpo estaban congelados; levemente era consciente de lo que estaba haciendo. Había estado bebido, pero el alcohol en su sistema solo era una excusa para bajar sus defensas. El verdadero motivante de sus acciones era el miedo. Un torrente de terror que inundaba cada centímetro de su organismo. 

—Me siento débil —murmullo Namjoon, arrastrando las palabras en un torpe sonsonete, como si cada una fuera un peso que no podía cargar—, el cabello se me cae y mi piel se ha vuelto seca —empezó a enlistar, pasado su dedos a través de las hebras oscuras que ha dejado crecer con descuido, para después bajar su agarre hacia su antebrazo.

Las caricias que se brinda a sí mismo suena como la arena que es arrastrada por el viento. Y al igual que una criatura del desierto, Namjoon se siente sediento y hambriento. 

—Suelo saltarme las comidas, normalmente el desayuno o la merienda. No lo hago con un propósito, aunque esto es bueno para dejar de ser un gordiflón —Inhaló de manera brusca y audible, y a través de la línea se oyó su lucha por sacar las palabras atoradas en su garganta—.  En ese momento no tengo apetito, pero después me atasco de comida hasta atragantarme… Y la culpa me pesa tanto que la idea de vomitar se vuelve un consuelo, un alivio para la agonía que me consume —escupió Namjoon, llenó de ironía y dolor. Muerde sus labios por un instante de duda, antes de seguir adelante con una sonora carcajada—. Pero… no sé vomitar. ¿Quién lo diría? Uno puede ser incompetente incluso en un instinto de supervivencia.

Cada palabra se sentía como una ráfaga de viento, creada por una daga que volaba violentamente hacia su objetivo. Youjeen solo podía permanecer en su lugar, recibiendo cada uno de los impactos y preguntando cuánto más podría resistir. 

Charlas de sobremesa; NamminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora