04. Sundubu jjigae

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4._ Sundubu jjigae.
Estofado de tofú suave.

Un día tras otro se repite, un día más que parecía perdido entre los demás

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Un día tras otro se repite, un día más que parecía perdido entre los demás. Una jornada en la que la náusea es abrumadora y la asfixia lo impulsa a buscar algo que rompa la monotonía. Sin embargo, los recuerdos de aquella noche en la que decidió cenar fuera y terminó con una mancha de vino en la camisa lo traen de vuelta al interior del departamento.

Un mal sabor de boca surge tras los recuerdos y trata de ahogarlo en el sabor salado de los gunmandu que lleva a la boca. Es cerca del mediodía cuando Namjoon se encuentra sentado en el comedor, con un hambre que se ha acumulado durante el día y que encuentra su fin en la masa frita y rellena que Jimin trajo de regreso de sus clases de baile y antes de irse a ensayar al teatro.

Fue un regalo, un agradecimiento por la cena que había preparado para él, o eso fue lo que le dijo. Namjoon duda que sea un acto de gentileza, cree que se los cedió por pura compasión después de que él luciera tan interesado en la comida.

Otro motivo por el que duda del regalo es porque Jimin solía comprar comida callejera en su camino al departamento. Según cuenta el bailarín, el gimnasio y las clases de baile le daban mucha hambre, tanto así que no podía resistirse a los olores que provenían de los callejones.

Sin embargo, al llegar al departamento, comía su típico bento que compraba en un pequeño emprendimiento, lo cual era suficiente para que desistiera del resto de comida que había comprado. A veces, la comida callejera permanecía en el refrigerador por días hasta pudrirse, otras veces solo desaparecía de un día para otro.

Namjoon lleva una de las empanadas a su boca; el sonido de su masticar sofoca la voz de Jin, que se queja al otro lado de la línea. En este punto de la llamada, poco le interesa lo que su amigo tenga que decir; en la punta de la lengua tiene las palabras más grotescas para hacérselo saber.

Lleva más comida a su boca para callar y que nada salga de ahí. La culpa de ser un mal amigo revuelve su conciencia y se obliga a escuchar.

—Pero a pesar de todo, Taehyung aceptó cenar conmigo —contó Jin, mientras Namjoon luchaba por mantener la compostura—. Al llegar al departamento, cada uno se fue por su lado. Tan solo me cambié la ropa e hice algo con lo que teníamos en la cocina.

E incluso si estaba cansado, Jin se ofreció a preparar la cena. Era algo que también solía hacer por Namjoon, alegando que no era ninguna molestia y lo hacía para relajarse.

Al escuchar su desánimo y frustración actual, confirmó aquella creencia que alguna vez abandonó por el propio Seokjin: "Nadie es tan gentil como para hacer algo sin esperar nada a cambio".

Charlas de sobremesa; NamminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora