13. Chapssaltteok

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Parte 13._ Chapssaltteok
Pastel de arroz dulce.

La luz suave del atardecer se filtraba por las ventanas, bañando la sala en un resplandor dorado

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La luz suave del atardecer se filtraba por las ventanas, bañando la sala en un resplandor dorado. Jimin, con su cabello rubio recién retocado, parecía brillar aún más bajo esa luz. Era como si ese color siempre hubiera sido suyo.

Mientras la música suave llenaba el espacio, Jimin se movía con gracia y precisión. Cada movimiento, cada paso, fluía tan natural como el viento. Su cuerpo era el tronco y las ramas de un árbol que se mantenía firme ante la tempestad del clima, lo suficientemente flexible para balancearse pero lo bastante firme para permanecer.

Namjoon no podía evitar admirar la forma en que Jimin lograba resaltar y ocultar su físico a voluntad. En un momento, parecía tímido y reservado, escondiendo su figura bajo ropa suelta. Al siguiente, con un simple cambio de postura, revelaba la fuerza y elegancia de su cuerpo, como si quisiera recordarle al mundo lo que podía hacer.

—Estás muy delgado —dijo Namjoon, sin poder contenerse. Sus ojos seguían cada uno de los movimientos de Jimin, cautivado por su habilidad y gracia.

Jimin sonrió, deteniéndose un momento para mirar a Namjoon con una mezcla de diversión y ternura. Se acercó a él con pasos suaves y elegantes, la música aún resonando en el fondo.

—Gracias —respondió Jimin, con una coquetería que hizo que el corazón de Namjoon se acelerara.

Jimin tomó la mano de Namjoon y lo atrajo hacia sí. Los dos comenzaron a moverse al ritmo de la música, sus cuerpos sincronizándose de manera natural. Sus rostros se fueron acercando, la presencia de sus labios haciendo presión. Jimin humedeció sus labios, pasando su lengua por estos. Ligeramente, asomó la cicatriz en su lengua.

La imagen atormentaba a Namjoon, pero también lo fascinaba con un extraño morbo. Jimin notó su mirada e intencionalmente mostró su cicatriz con cierto orgullo y travesura, para luego, entre risas, besar a Namjoon.

Jimin adoraba mostrar sus moretones, más en compañía de Namjoon, quien seguía mortificado por las marcas. Sin embargo, para el bailarín, era una muestra de su lucha por hacerse un lugar en una disciplina tan competitiva como la danza.

Y en cuanto a la cicatriz en su lengua, esta tenía el potencial de volverse un tesoro en su cuerpo, como lo eran sus moretones, simbolizando una lucha que, aunque cruel, mostraba su perseverancia.

—Jimin, eres increíble —susurró Namjoon, sintiendo una profunda admiración por el chico que tenía en sus brazos—. Todo lo que has pasado, lo que has logrado... Eres fuerte y hermoso.

Jimin se sonrojó levemente, pero no se apartó. En cambio, se acercó más a Namjoon, dejando que sus cuerpos se movieran al unísono. Namjoon sentía que en ese momento, nada más importaba. Estaba en el lugar correcto, con la persona correcta.

—Gracias por estar aquí conmigo —dijo Jimin, con una voz suave y llena de emoción—. No podría pedir nada más.

Namjoon sonrió, apretando suavemente su cintura mientras seguían bailando.

Charlas de sobremesa; NamminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora