NOCHE DE BODAS

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Nicole era muy joven, tenía apenas dieciocho años, nunca se mantenía callada y era un verdadero fastidio para sus futuros suegros. A pesar de que la señorita fue criada por una familia de escasos recursos, nunca escuchaba los consejos de los amigos de la familia, mucho menos de sus suegros, no llevaba nada de sumisa ni las ganas de querer obedecer a su futuro esposo. Su madre se enfadaba muchas veces por eso y le reñía cada que intentaba avergonzar a la familia de su prometido.

Augusto Velasquez era el único hijo varón de la familia Velasquez, tenía dos hermanas mayores que ya se habían casado y no estaban en la lista del testamento de don Adrian Velasquez su padre, el hombre creía que una mujer debía ser mantenida por el esposo, por lo cual una hija suya nunca heredaría el imperio de los Velasquez.

El día de la boda había llegado, era un cuatro de septiembre, la familia adinerada de Augusto Velasquez la vistieron con un hermoso vestido blanco con incrustaciones de piedras preciosas, prácticamente la señorita apenas podía llevar aquellas pesadas joyas en su cuerpo. Una hora antes de la boda, Nicole pidió un velo que cubriera su rostro.

La boda se realizó con total normalidad, estuvo el cura, los invitados de la alta sociedad y los de la clase media también. Nicole lloraba bajo el velo que cubría su rostro, ella no había deseado eso, no quería casarse con un tipo prepotente, engreído, despreciable, sabía que en esa relación formarían también las tantas amantes que Augusto tenía. Nicole fue descubierta, sus mejillas brillaban, ella solo se limitó a sonreír y besar a su esposo hipócritamente fingiendo amarlo.

Después de que la familia Velasquez celebrará la boda del heredero del imperio familiar, despidieron a ambos jóvenes para que celebrasen su noche de bodas.

—No me gusta ese vestido —dijo Nicole, haciendo un gesto de rechazo. —Es horrible.

—¿Cómo, señora? —Cuestionó la sirvienta, mientras sostenía en sus brazos un sensual vestido rojo. —Lo ordenó la patrona.

—Yo soy la esposa.

—¿Entonces que prepararé?, ¿Qué color de vestido desea?

—¡Celeste! —Ah, no —alzó la voz —tráeme un vestido blanco, una diadema de flores blancas y un collar de perlas, también ordena que la habitación tenga sábanas blancas.

—Está bien señora. No quiere...

—No.

La habitación fue preparada como Nicole lo había ordenado, entró a la habitación luciendo un vestido blanco y dos copas, se sentó en la cama matrimonial y empezó a tomar algo de vino. La mujer se quedó en la habitación durante dos horas, sintió frío y prendió fuego, Nicole no paraba de beber hasta manchar su vestido con el vino.

—¿Qué significa esto? —Exclamó Augusto. Entrando a la habitación.

—No debiste venir, sé que estabas con ella, ¿Dejó a su amante para verme, señor Velasquez?

—Bueno —la interrumpió él —métete al agua de una vez.

—¿Por qué?, No soy alcohólica, controlo mi beber.

Ella empezó a abrir otra botella de vino y sirvió dos copas, una para ella y otra para su esposo.

—Señorita Nicole —observó él por unos minutos —estamos aquí para festejar nuestra noche de bodas. Así que métete al agua, date un duchazo de una vez, guste o no te guste.

Ella dejó caer la copa que se estalló en sus tacones provocando que salpicase sangre.

—No me digas así —dijo Nicole —¡No vuelvas a ordenarme!

—¿Cómo?

—Que soy tu esposa. Pero nunca tu mujer.

—Está bien —dijo él, resignado, bajando la vista.

—Dime —¿Por qué te casaste conmigo?, ¿Qué te hizo creer que te amaría? —Tienes tantas amantes, te acuestas con ella y luego le ofreces dinero. —¿Piensas que con dinero se compra la reputación?

—¿Y tú, Nicole?, ¿Acaso hubiese estado conmigo por dinero? ¿No verdad? —Todos hablan de la belleza de mi esposa, pero a mí nunca me miraste.

—¿Por eso, obligaste a mi padre por mi mano? —Todo por eso, gritó Nicole.

—Sí, por eso lo hice, pero esta noche me conformo con dormir contigo.

—No, esta noche no, nunca dormiré contigo porque amo a otro. Me obligó a ser su esposa más no seré su mujer.

Él desvió la vista y se metió a la cama matrimonial y no quiso verla, cerró los ojos y se hizo el dormido. Ella, por su parte, tomó la copa que Augusto dejó en la mesa, tiró la copa al espejo, sintió un gran bullicio de los fragmentos del espejo, tomó un pedazo y se cortó la muñeca. Augusto saltó de la cama y observó la peor escena de terror, la sangre corría manchando el vestido blanco.

En aquella noche se sentía el silencio profundo de la habitación, el bullicio fue apagado y todos durmieron muy bien.

—Me duele —dijo Nicole.

—Su vestido es precioso, lleva mucho tiempo pensativa —¿Le ocurre algo? —preguntó su maquillista.

—¿Me quedé dormida?

—No, solo es que lleva mucho tiempo observando el espejo —respondió ella.

—No sé —pero este día será inolvidable.

—Claro que sí, es su boda, señorita Nicole.

La señorita Nicole sacó un frasco con un líquido blanco y observó las dos copas de la mesa.

¿Acaso estaba dispuesta a seguir su plan de morir en su noche de bodas? Solo Nicole lo sabía.

AMORES IMPOSIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora