ERA ELLA LA NIÑA DE MIS OJOS

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Todo empezó aquel día que hoy maldigo con todo mi ser, quizá el tan solo hecho de haberme negado a ir con ella me hubiese quitado un dolor mortal que me causa el estar sin ella.

La conocí cuando hacía un trabajo de quince días, curiosamente también estaba allí, no la tome importancia, pero a medida que pasaba cerca de ella me era inevitable ver sus lindos ojos. En dos años me graduaría y ella en unos cuantos meses. Una tarde de viernes me invitó a ver una película, claro que era una película romántica que le había encantado, la vi y me encantó también.

Pasando una semana, sin darme cuenta me enamoré profundamente de ella, eran sus ojos chispeantes, sus pequeñas manos, su forma alocada de ser, todo me envolvió de una manera profunda.

Maede, así se llamaba ella, el gran amor de mi vida, la única mujer que quedó tatuada en mi piel, la única que llevaba la miel en sus labios, la que al abrir la boca me llevaba a soñar con un paraíso en tierra, la que podía matarme y revivirme en un segundo. Esa bella mujer era seis años menor que yo, pero como la amaba, como me amaba ella, como nos amamos ambos, fue locamente, sin condiciones, sin dolores, ambos nos amamos mucho y ella sabía lo mucho que la ame, busque demostrarlo, con cada abrazo, cada beso, cada caricia, sabía que era mi razón.

Una tarde de domingo me invitó a salir, fue lo que más temía y también quería, sabía que si hacíamos unas largas platicadas enloquecería más. Salimos en mi moto fuera de la ciudad, nos acompañaba la música en full volumen y claro sentí sus manos acercándose para hacerme cosquillas, casi pierdo el control y terminamos teniendo un accidente. Estoy seguro de que, si hubiese ocurrido aquel accidente nos abrazaríamos y reiríamos al final, al siguiente día llegaríamos al trabajo como si nada hubiese pasado, que loco, pero así era ella sonreía de sus dolores y problemas.

Hablamos tanto aquella tarde, le dediqué poesía, hablamos de mi experiencia en el ejército, vi la ternura en sus ojos, sentí una tranquilidad en sus brazos, una tranquilidad que no sentía desde hace mucho. Era muy tarde y no era correcto que estemos lejos de nuestras casas en un lugar oscuro, volvimos a subir a la moto para volver a nuestras casas y poder descansar. A la mitad del camino me detuve y volvimos a hablar, maldito momento en el que ella me miró fijamente, no pude resistirme, ella jugaba a provocarme, pues sentía su rostro cerca de mí y la desviaba cuando en mí entraba el deseo de besarla.

En uno de esos es que nuestros rostros volvieron a verse fijamente, no sé, qué estaba pasando en ese instante o es que llevaba los ojos cerrados cuando volví a abrir mis ojos, mis labios ya besaban los suyos, mis manos ya acariciaban sus mejillas. Esa noche la besé tantas veces que besarla se convirtió en mi vicio, confesé lo mucho que la quería y ella me volvió a besar dándome a pensar que ella tenía los mismos sentimientos hacia mí. Aquella noche fue el inicio de mi romance con ella.

Las dos semanas restantes fueron nuestros días más felices, buscaba enamorarla siempre con chocolates, flores y siempre la trataba de manera cortés, me amaba mucho, me lo decía cada que podía. Era habitual que saliéramos de paseo a lugares silenciosos, ella los amaba, amaba los animales, la naturaleza, las mariposas, los picaflores, el arcoíris, pero sobre todo amaba aquellos lugares silenciosos. En un abrir y cerrar de ojos, pasaron aquellos tres meses que no quería que pasasen, debía irme lejos de ella, estudiaba fuera de la ciudad, no la vería por un largo tiempo, Maede estaba dispuesta a esperarme el tiempo que fuese necesario, prometió que no dejaría de amarme y que me esperaría los meses y años si es necesario, yo también prometí solo pensar en ella. Antes de marcharme quería verla para guardar aquel hermoso rostro que me tenía enloquecido.

Me parece que eran las diez de la noche, buscamos hoteles para estar juntos y poder platicar sin sentir frío como en las tantas salidas que tuvimos. Fuimos a dos hoteles, pero nadie lograba contestar los timbres, pareciera que ambos dueños de dichos hoteles se pusieron de acuerdo para ignorarnos. Pasamos por el tercer hotel y únicamente tenía una habitación disponible, obvio accedimos, sentía algo de miedo, así que yo entre a verificar que todo esté en orden, entre y en efecto todo estaba muy bien, la habitación estaba en el quinto piso, volví por ella para ingresar nuevamente, esta vez juntos, aun así, seguía sintiendo miedo, subí primero y dejé que ella me siguiera. No entendía aquel miedo suyo, parecía temerle a algo, se sujetaba de las rejas de las gradas, en ese instante es que ella cayó de cuarto piso, debido a que la reja estaba dañada, oí aquel grito desgarrador y aún me duele el no poder hacer nada.

Baje las gradas apresuradamente, su cuerpo estaba envuelto en su sangre, de ella solo oí un te amo muy lento y suave, fue lo último que dijo, me quede abrazando su cuerpo inerte mientras este se enfriaba lentamente. Llegaron los policías en una patrulla y algunos médicos, estaba bañado en la sangre de mi amada, me esposaron y me llevaron preso, pasé una semana privada de mi libertad, ni siquiera pude despedir a mi amada.

Al ser declarado libre me gané el odio de su familia, quizá tienen razón, yo llevé la desgracia a su familia, pero la amé una infinidad. No sé, si algún día podré recuperarme, o si podré volver a enamorarme tanto como me enamore de Maede, dudo que logre amar más que a ella, pero lo que sí tengo claro es que ella era la niña de mis ojos, al cielo gritó su nombre, te amo preciosa, te amo Maede, te amé en esta vida en la que hoy me encuentro solo, en la otra vida podre corresponder mi amor.

AMORES IMPOSIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora