En un abrir y cerrar de ojos ya tenía dieciocho años, pareciera que ayer escribía poemas y versos a la niña del asiento azul, me gustaba su actitud prepotente, incluso era la amarilla de la clase, chismosa, la mocosa. Así terminé el colegio, lanzando piropos a esa niña que ni su nombre me acuerdo.
No sé, si estaba en esta temporada de la adolescencia tardía, pero sentí como el tiempo se detenía. Era un jovenzuelo, así como me llamaban mis tíos que decían ser un ejemplo, pero eran unos verdaderos maestros del engaño, lo digo así por qué me enseñaron a tomar, ir a fiestas, fumar marihuana y conquistar a todas aquellas muchachas que me encontraba en las discotecas. Recuerdo que un miércoles dos semanas antes que conociese a Yae vi a Rosita en la discoteca Green Garden, ella tenía todo para ser mi novia oficial, pero la chibola era bien fiestera y borracha, recalcó que era peor que yo, pareciera que comía y dormía en las discotecas.
Aunque yo era el rey de la jarana, quería que mi novia sea una mujer coqueta, alegre y muy educada. Pedir eso era algo muy loco, conociéndome bien, creo que en el fondo sabía que ninguna chica me tomaría en serio.
Pero volviendo al tema de Rosita. Estaba bella la señorita, con un vestido brillante y unos labios carnosos brillantes, casi le robo besos. Aunque no les conté que esa noche estaba acompañado de Gabriel mi mejor amigo y Sofia a quien la noche anterior bese apasionadamente, me gusto, la invité unas cervezas y nos dejamos llevar, lo resto ya es historia, mensajitos como te amo, audios... Ambas al mirarse supusieron que yo jugaba con ellas, era cierto, pero no dejaría que me ridiculicen, así que negué a Rosita, a ella también la había conocido de la misma manera. Ambas empezaron a pelear y a jalonearse de los cabellos, Gabriel y yo empezamos a alentarlas, como cuando alientan al equipo de la blanquirroja. Hubiese sido muy interesante aquella noche, no obstante, fui sacado por los de seguridad, igual era temprano, compre unas cervezas frías y tome un taxi, acostumbraba invitar a los choferes y con ello no pagaba, incluso los emborrachaba y me iba sin pagar. Esta vez no sería igual, ya que la bebida no me había subido a la cabeza, entonces seguía con mi estado de galán.
Espere un auto durante tres minutos, aunque no lo crean ese tiempo era mucho para mí. Un auto paró al frente mío, tomé las cervezas y subí detrás del conductor, indudablemente no vi que allí estaba una bella mujer. Muy guapa la joven, y yo me había comportado como un pícaro, quizá debí de ser atento, amable, en fin, no quise darle mala impresión y lancé mis deliciosas cervezas por la ventana. No considero que haya sonreído porque lancé mis cervezas, pienso que ella lo tomo como un sacrificio, unos más de los que estaba dispuesto a hacer por ella. El conductor preguntaba insistentemente donde me dejaría, yo por supuesto le dije que dos paradas más. Ella volvió a sonreír y dijo que bajaría en dos paradas, obvio me alegré, supuse en el destino como intermediario, pero también no deje de considerar en mi atractivo físico. Asistía a muchas fiestas si, por otra parte, también realizaba mucho ejercicio. El asunto es que baje y ella también bajo del auto, buscaba su billetera para pagar al conductor, me apresure y saqué un billete de diez, el hombre quiso darme el vuelto y le dije que era el de la señorita también.
Después de aquella escena, creí que ella no me hablaría nunca, entonces empecé a caminar alejándome poco a poco de ella. Por supuesto, ella corrió y me alcanzó:
—Soy Yae, ¿Y tú?
—Llámame como quieras, solo no me digas que soy un pobre diablo —respondí algo molesto.
—¿Estás molesto? —Preguntó ella. Como no estaría molesto, la quería para ser más que mi amiga, dolió ver aquellos chupetones en su cuello.
—Respóndeme —volvió a decir. —Señorita, abríguese, tome un taxi y cubra su cuello. Buenas noches.
—¿Qué estás pensando? —Volvió a preguntar, aquella voz me irritaba, me gustaba, pero también me impacientaba, para qué me pregunta y para que yo preguntaría si era una desconocida, no sabía nada de ella y tampoco me interesaba. Me hice el que no escuchaba nada y seguí caminando.
—A donde quieras que vayas, déjame acompañarlo, deseo ir contigo, por favor.
Esas palabras me sonaron dulces, no sabía si aceptar o rechazarlas, pero me gustaba de alguna u otra forma la respondería, solo que no sabía cómo hacerlo.
—Por favor. —Replicó.
—Eres muy bonita, ¿Dónde te llevaría yo? —Respondí algo tristón. —Deberías estar en casa, viendo televisión o alguna película o esas series coreanas que últimamente están de moda.
—Llévame a la discoteca a dónde iras —me respondió de inmediato. —¿Cómo sabía de mí?
Hice un gran esfuerzo por hacer memoria, hasta que la recordé, hace un mes estaba muy ebrio y me acerqué a su mesa, estaba emocionada, me comentó que era la primera vez que venía a estos lugares, hicimos una larga platicada y fue la mejor que me pudo pasar. No tomo y yo ya estaba ebrio y me llevo a casa, volví al mismo sitio con la esperanza de verla, en cambio, no volví a verla. Fui un idiota al no reconocerla, me merecía unos buenos golpes.
No hice preguntas y la llevé conmigo, esa noche no bebimos nada, bailamos tanto que hasta el sudor me caía por la cara, en ese instante el reloj marcaba las ocho y media. Era evidente que me había enamorado y quería que ella lo estuviese aún más, subí al escenario y empecé a cantar para ella, me acompañaban palmas y gritos alentadores. Sin duda esa noche fue la mejor de mi vida.
Ya eran las 10, noté que estaba cansada y dije que nos iríamos a su casa, obvio no quería quedarme con ella a solos, no buscaba faltarle el respeto, si bien la quería debía cambiar mi actitud con ella. Se negó a ir y la convencí, mi error fue no llevarla conmigo, debí llevarla a mi departamento. A la salida la besé apasionadamente y cerré las puertas del taxi, le prometí que también iría a descansar y que después de las 10 la llamaría y platicaríamos hasta la medianoche.
—Te amo —me dijo ella. Yo también respondí con bellas palabras como mi reina, princesa... Como prueba de mi amor le entregué un ganchito de mariposa que era de mi madre.
Ella se fue y yo también me fui. Después de las 10 la llamé veinte veces y no respondió, que estaría haciendo a esa hora, se supone que me había prometido que me respondería, quizá estaba en el baño o qué sé yo, en fin, escribí mensajes al WhatsApp y ni le llego. No estaba rendido, envié un mensaje al celular y nada, no respondió, hasta pensé descargar esa App llamada Telegram. Tenía tantas dudas en la cabeza, dejé ese asunto y me fui a la cama, quería hacer más ejercicio para verme más guapo ante Yae, además quería ir a la biblioteca para comprar algunos libros de poemas. Estaba enamorado y no quería dejarla ir, era la primera vez que sentía esa noble experiencia.
Hice mis rutinas de ejercicio como siempre, me sorprendía no tener ni un mensaje suyo a pesar de que los mensajes de WhatsApp ya habían sido vistos, volví a llamarla, pero me respondió la hermana, quien debió ser mi futura cuñada. Amablemente, pregunte por Yae, hizo muchas preguntas y le respondí que era mi novia, que me la pasara, estaba muy preocupado por ella y tengo planes de llevarla a cenar esta noche. Estaba dispuesto a dejar las fiestas, al diablo con los amigos de la promoción, yo quería estar con ella.
—Mi hermana, fue asesinada por su ex enamorado después de las 10 —me respondió esa mujer. Me quedé con la piel helada.
No entendía nada de cómo habían sucedido aquellos acontecimientos en tan pocas horas, no pasó mucho tiempo desde que nos despedimos.
Hice memoria y entendí por qué ella no quería que la dejase sola, probablemente él sabía que estaría conmigo y la mató por celos de haberlo notado, la hubiese protegido y hoy no lloraría ante su tumba.
—Lo siento joven Alexander Flores, ella fue asesinada después de las 10 —dijo el oficial. —¡Puede retirarse!
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AMORES IMPOSIBLES
Random¿Qué estas dispuesto a hacer por amor? Amores imposibles son una colección de historias , donde los protagonistas se aventuraran en cometer locuras para retener al ser amado. Muchos de estos perderán en el intento quedando sin opciones y renunciar a...