Doña Eduvina cuidada celosamente algunas cartas de su hija Diana, ella había estado muy enferma y no fue capaz de leer ninguno de los escritos de su hija Diana, quizá su hija confiaba sus escritos porque sabía que ella no los leería.
—¿Le llegó un mensaje señorita? —Dijo la criada.
Diana corrió a tomar el celular y se encerró en su habitación:
—¡Estarás bien!
Decía el mensaje, ella empezó a llorar, tomó el celular y lo lanzó al piso, empezó a meditar y calmarse y apresurándose levantó el celular y respondió el mensaje.
—Muero a cada respiro, el silencio es inevitable, no me condenes al olvido y a vivir sin tu amor.
—¡No hagas locuras! —Respondió él.
Fue el último mensaje que Diana leyó, lanzó el celular por el segundo piso, quiso dormir un largo rato, cayó al piso y empezó a llorar y lamentar su suerte. A la mañana siguiente Diana se vistió con un vestido blanco.
—¿Por qué vistes así? —Pregunto su madre.
—¡Acaso ya no soy un ángel! —Es cierto deje de ser un ángel hace mucho —¿También pedirá que me quite el vestido?
—Ya olvídalo —dijo la madre de Diana.
—Ya no soy pura —¡Yo jamás seré como tu madre!
—Dije que lo olvides —¡Tú te casaras con Don Guillermo! —Grito la madre.
—Es lo único que te importa —¿No es cierto, madre? —¡El dinero!
—Sin dinero no eres nada —¡Mírate! —Eres bella, joven, y tienes un hombre rico quien te desea hija.
—Por eso dejaste morir a mi padre —me alejaste del amor de mi vida —¡Ahora me casas! —Eres un monstruo madre, yo no te importo, nadie te importa —grito Diana.
La noticia de la boda de Diana se esparcía como pan recién salido del horno, todos comentaban esa boda, todos los hombres tildaban a Diana cómo una interesada, ya que Diana apenas había cumplido dieciocho años y Guillermo un hombre de cincuenta años.
—¡Señora llegó las invitaciones de la boda! —Gritaba pancha.
—Ven Diana —¡Ve todo esto! —¿Debe ser muy caro!
—¡Acaso me caso por amor! —No me interesa —respondió Diana.
—¡La boda será en quince días! —Dijo su madre.
—¿Cómo dices? —¿Dijiste que sería en tres meses? —¡Madre!
Doña Eduvina la madre de Diana, temía que su hija huyera con Adolfo el ex enamorado de Diana, a quien ella amo locamente, por ello adelanto la boda para no ser el hazmerreír de las personas.
—¡Madre! —Yo amo a Adolfo, lo amo mucho, madre no quiero casarme.
Diana corría delante de su madre, besó sus pies pidiendo que no la casará con alguien a quien no amaba, pero doña Eduvina la golpeó tres veces y la encerró en su habitación.
Durante siete días Diana no salió de su habitación, las criadas solo entraban a dejar la comida y algunos catálogos de maquillaje para su boda, ese día ella envió un sobre a una de las criadas, era una carta para su madre. Doña Eduvina no quiso leerla ni por las insistencias de la criada, eso siempre había pasado con todas las cartas de Diana, nunca fueron leídas solo guardadas por doña Eduvina.
Diana se quedó encerrada siete días más, salió un antes de la boda. Llegaba su vestido sus joyas, zapatos y un montón de cosas más.
—¿Por qué me liberas? —Debiste encerrarme allí para toda la boda —dijo Diana.
—Mañana te casas hija mía —debes de arreglarte.
—Déjame ir a pasear por la playa, es mi último día de soltera madre.
Doña Eduvina no pudo negarse al pedido de su hija. Diana paseaba por las orillas de la playa y observó al joven que tanto había amado, Adolfo reía y corría alegremente, abrazaba cariñosamente a una mujer, supuso que ya se había vuelto a enamorar, aunque Diana aún lo amaba y no lo había olvidado.
—¡Por un momento creí que no volverías! —¡Me asustaste!
—¡Me estás matando madre! —Estoy muerta en vida —¿Por qué no me matas de una vez?
—¡Deja de decir tonterías!
El día quince se cumplió, el día de la boda había llegado. Diana Lucía un hermoso vestido blanco y un collar de perlas, todo estaba listo para partir a la iglesia.
—¡Llamen a mi madre! —Ordeno Diana.
Doña Eduvina probaba algunos aretes, hasta que cayó un sobre con un escrito que fue escrito por su hija siete días antes de la boda, tomo la nota y empezó a leerlo:
Madre, no te entiendo me prometiste amarme, hoy quieres casarme, pero no es mía madre está boda es tuya, yo no quise casarme, según tú celebraras mi boda, pero en realidad celebraras mi muerte. Nunca fui feliz madre, cuando me robaron la inocencia también mataron mis alegrías, yo morí aquella noche cuando me violaron, me enamoré madre, por primera vez yo amé a alguien, me sentí libre, pero no me permitiste volar madre. Yo quería casarme con Adolfo y tú me entregaste a mi violador, porque él me violó cuando tenía 13 años. Adiós madre, adiós.
Doña Eduvina salió de su habitación y empezó a correr a la habitación de Diana, tropezando con la criada. Al llegar abrió la habitación de Diana, grande fue su sorpresa que la vio tendida en el piso con el charco de sangre. Diana se había cortado las venas, doña Eduvina veía aterrada la escena y dejó caer la carta.
ESTÁS LEYENDO
AMORES IMPOSIBLES
Random¿Qué estas dispuesto a hacer por amor? Amores imposibles son una colección de historias , donde los protagonistas se aventuraran en cometer locuras para retener al ser amado. Muchos de estos perderán en el intento quedando sin opciones y renunciar a...