MIL GRITOS SILENCIOSOS

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Yuliced era una jovencita muy alegre y extrovertida, solía hacer muchos amigos en muy poco tiempo, mantenía una conversación con todo aquel que recién conocía, escuchar las historias de sus acompañantes era un verdadero deleite para ella, como consecuencia perdía la noción del tiempo.

Todas las tardes acostumbraba sentarse en la terraza de su casa y tomar una taza de café acompañado de algunos poemas. Como era lo habitual, esa tarde de sábado salió a leer con su taza de café, pero fue interrumpida por un mensaje de un número desconocido. No le dio importancia por unos minutos, más fue su curiosidad y empezó a hacerle plática, fue una conversación muy interesante, era como un espejo en donde ella se reflejaba, ambos amaban viajar, escuchar poemas y frecuentaban raras veces las fiestas.

En pocas palabras ya hablaban con mucha confianza. Se citaron para un sábado próximo, pero la emoción de conocerse los llamaba, entonces se encontraron aquella misma tarde en la calle de San Miguel. Su nombre era Daymar, él era muy atractivo, alto, de cabello negro, delgado, piel canela. Yuliced llevaba el cabello recogido y unos tacones que no la hacían ver chaparrita. Aquella tarde ambos fueron invitados a una fiesta, el gusto a primera vista ya había dado y con la salida a la fiesta nació una chispa de ilusión por parte de Yuliced.

Aquella misma noche, se dieron su primer beso, todo fue tan apresurado que ni hasta la misma Yuliced entendía lo ocurrido, más en el fondo deseaba que este sea su último amor. Pasaron las semanas y todo fue color de rosas en su relación de pareja, más una mañana le llego un mensaje con una foto donde se probaba la infidelidad de Daymar con otra mujer, en ese instante ella cayó en un mar de lágrimas queriendo salir y gritar en ese instante, se ahogó en una profunda depresión, aquella, misma tarde dejó de tomar café en la terraza que quedó abandonada, pues solo ella le daba vida.

Yuliced perdonó aquella infidelidad por amor, en sí, creo que no quería ver que perdía su amor propio, mientras él salía a fiestas, disfrutaba cada momento, ella se encerraba en su habitación sin querer saber nada de lo que ocurría afuera de aquella cuatro pareces, pedía a gritos que no volviese a engañarla, sin embargo, él negaba todo haciendo que poco a poco empezará a creer todas las manipulaciones de Daymar.

Pasaron meses y ella pudo dormir tranquila, aunque la prueba de su engaño seguía en su mente. Una tarde se sentó en la vereda de la calle Prona, vio a una pareja de enamorados que caminaban alegres, él tenía flores, disfrutaban cada segundo, sintió como una fría decepción entraba a su pecho, hasta que fue interrumpida por un joven que por cierto era muy atractivo, estaba algo ebrio que le pidió ayuda para cruzar la vía principal, ya que él estaba muy ebrio y casi fue atropellado minutos antes. Yuliced, por supuesto, accedió y lo ayudó a cruzar la carretera, intercambiaron números, tomó un taxi y dio la dirección del joven de nombre Yuanka.

Pasando los minutos ella recibe un mensaje de Daymar en donde le reprochaba su accionar y la acusaba de infiel. Él estaba cerca de ella y lo vio todo, aun así, la llamó infiel. Yuliced molesta terminó con esa relación aquella misma tarde.

Dos semanas después recibió invitaciones para salir, tomar un helado, ir al cine, caminar y otras más cosas, claro todo por parte de Yuanka, ambos salieron durante casi tres meses hasta que por fin uno de esos días ella aceptó ser oficialmente su enamorada, Daymar intentó recuperar a su ex enamorada más nunca respondió sus mensajes. Yuliced sintió la tranquilidad después de sus mil gritos, más nunca volvió a leer ni tomar café como lo hacía meses atrás.

AMORES IMPOSIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora