Capítulo 10

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Un pequeño graznido sacó de su pensamientos al pelinegro que no pudo evitar sonreír al ver al pequeño pato golpear su zapato buscando llamar su atención.

Él pelinegro suspiró y se agachó para tomarlo en ambas manos y dejarlo descansar en su cama a su lado, cuidado constantemente que no se acercará demasiado a los bordes por temor a que se pusiera lastimar.

—¿Por qué tan inquieto, Tenta culos?

El pequeño animal se giró con sorpresa hacía su persona y a paso a apresurado comenzó a graznar mientras movía sus alas con desesperación. Cómo si tratará de decirle algo de suma importancia. 

Él hibrido lo miró fijamente y supuso de que se podría tratar el estado alerta del pequeño. 

Luzu había salido hace no más de veinte minutos. 

Paso apresurado, cabello revuelto y mirada perdida. 

—¿Ese pendejo también te asustó, no es verdad?

El pequeño camino hasta él y grazno con sonoridad, a lo que el pelinegro cerró los ojos frustrado. Entender a Luzu era demasiado difícil y más cuando él no estaba dispuesto a abrirse más de lo que considerara necesario.

Odiaba verlo tan afectado y temeroso del mundo que lo rodeaba, pero lo que más odiaba era sólo poder mirar a la lejanía, porque en cuanto se acercaba a intentar ayudar Luzu rehuía de su ayuda y salía a deambular sin dar más explicaciones que un escueto: "Ya vuelvo"

Quackity comenzaba a cansarse de esperar respuestas que no llegarían por boca del castaño.

Tenía que volver a recurrir a su diario, pese a que no le gustaba mucho la idea de violar la privacidad de su amigo de esa forma, si Luzu seguía sin cooperar y con esa mirada perdida, no lo dejaba más opción que hacerlo.

—¿Crees que sea buena idea?—El pato agita sus alas cuando lo ve pararse, de inmediato lo toma entre sus manos y decido sale de su habitación.

Sabe que se esta arriesgando cuando deja a Tenta Culos al lado de su hermano y lo escucha graznar mientras lo sigue escaleras arriba.

Los animales son más inteligentes de lo que muchas personas suelen creer, y parece que los hermanos acaban de darse cuenta de su plan e intenta detenerlo; probablemente presientan que algo malo va a salir sí él pelinegro se acerca demasiado al cuarto de su "padre".

Es una lastima que Quackity no se detenga a pesar de las advertencias y de saber que en cualquier momento Luzu podría llegar y descubrirlo.

No era la primera vez que lo hacía y si Luzu seguían sin decirle nada, seguiría leyéndolo.

Era la única forma en la que podía saber que hacer.

Cierra la puerta de golpe y a pasos apresurados llega al mismo estante al que admira con temor y respeto. Siente como si el mueble lo observara fijamente y planeara delatarlo con su dueño, la idea le genera una creciente ansiedad que sube desde la boca de su estomago, pero a pesar de ello vuelve a tomar el libro negro que Luzu no se a tomado la molestia de esconderse de su creciente curiosidad.

Un movimiento demasiado estúpido y confiado si se le pregunta la híbrido.

Vuelve a hojear el libro lleno de euforia y entre lee las fechas, hasta que su dedo se frena al ver la siguiente hoja... Arrancadas y dobladas, cubiertas con más polvo que el resto.

Deja el libro de lado y se centra en lo que parecía ser una hoja y que descubre que son un puñado.

La tinta esta corrida por lo que parecen ser lagrimas y sangre... Más sangre que lagrimas.

Acuerdo de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora