Capítulo 12

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Habían pasado días desde que Quackity había regresado a su hogar, días desde que fue herido de gravedad y que aún se encontraba sumergido en un sueño que comenzaba a preocupar a Luzu.

Había intentado de todo. Pociones, hechizos, pactos y nada parecía funcionar.

Estaba tan desesperado que incluso los Dioses Oscuros habían tenido que intervenir para evitar que cayera en una crisis tan violenta como en la que estuvo encerrado hace algunos años atrás.

Luzu suspiró mientras de nuevo recargaba su cabeza al costado de la cama, descansando debajo de la mano pálida del mexicano.
Miró frente a él y observó con repudio un libro verde musgo donde supuestamente encontraría la solución a su problema, pero por más que se había quebrado la cabeza tratando de descifrar su nueva salvación, no encontró nada... Ese libro estúpido no era nada más que una farsa como todo en su vida.

Apretó los labios al pensar en aquello, reprimió el gemido vicitimista que intentó escapar de su garganta.

De nuevo se sentía impotente, débil y pequeño.

Ojalá pudiera regresar a ser el Luzu del pasado. Aquel Luzu aventurero, que solía ir de casería junto a Manolo y que siempre se encontraba ocupado, ya fuera pescando, sembrando o simplemente explorando alguna zona que pareciera interesante.

Amaba recordar el Luzu del pasado y endulzarse con el recuerdo de lo que alguna vez ese patético cuerpo suyo fue capaz de hacer, de todas las hazañas que realizó y que le llevaron a tener su amado título: "Él arquero solitario".

Fue un héroe más creciendo y luchando junto a las personas que llamó familia, teniendo un título y un brillo poco, que siempre estuvo opacado por el de alguien más. En un principio le molestó esto, pero poco a poco comenzó a acostumbrarse y sobrellevarlo.

No lo hacía grande la opinión de los demás, sino sus propias acciones y los resultados de estás.

Lástima que dejó su estadía solitaria para tratar de vivir a lado de alguien que sólo llevó desgracias a su vida. Sino fuera por él, es probable que ni siquiera estuviera ahí maldiciéndose por ser débil y no poder hacer más que dejar todo a merced del tiempo.

Si nunca hubiera abandonado su jaula de libertad y soledad, no estaría sufriendo lo que sufre hoy.

—Todo es mi culpa—murmura para sí mismo, pero escucha un gruñido que le obliga a levantar la cabeza.

—Ya empezaste de pussy.

Los ojos azabache de Quackity lo miran con diversión, creyendo que había hecho su mejor chiste hasta el momento. Luzu quiere reclamarle por tenerlo así de preocupado, pero apenas es capaz de respirar al ver la sonrisa cínica del híbrido.

—¿Te comió la lengua el ratón?

Luzu sigue sin dar respuesta y eso comienza a preocupar a Quackity, que suelta un chillido al ver sangre manchar la cara del hechicero.

—¿Qué pedo contigo Luzu? ¡Estás llorando sangre, cabrón!

Quackity jadeando se acerca al mayor, acaricia su mejilla con preocupación, pero al ver aquel líquido carmín manchar sus dedos, no puede evitar sentir un gran impulso por lamerlo. El olor metálico y ese color tan parecido al vino lo incita a probarlo

—No te preocupes, es normal que suceda—murmura Luzu.

La afirmación deja desconcertado a Quackity, que observaba cómo Luzu por primera vez corre su flequillo, dejando ver qué poseía una esclerótica completamente negra, junto con unas especie de cicatrices grises que contorneaban la otra mitad de su rostro.

Acuerdo de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora