La Casa del Corazón Espinado

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Cuando Merlina abrió los ojos la luz del sol le golpeo de lleno en la cara, giro rápidamente sobre si misma evitando la luz del día, pero las cortinas se abrieron violentamente arruinando por completo la pesadilla en la que estaba tan inmersa- una espada oxidad estaba involucrada, de eso estaba segura-

La voz- si a así se le podían llamar a los sonidos guturales- de su sirviente "Largo" le indico que era momento de despertarse, que sus padres la esperaban en el salón, y que hoy era el gran día. Merlina observo un momento a Largo antes de incorporarse, siempre le había causado fascinación como las cortinas, a pesar de estar 2 metros levantadas sobre el suelo, parecían tan cercanas a Largo y a la vez tan alejadas de ella misma, Largo medía 2 metros y una mano, Merlina apenas llegaba al metro sesenta, y eso si usaba calzado con algo de tacón.

Un recuerdo, de su niñez, paseando en los hombros de Largo le hizo recordar que, en algún momento, incluso largo debía haber sido más pequeño que hoy. "Todo empieza por el principio" pensó para sí, sin llegar realmente a nada trascendental con aquella realización.

Con una actitud algo llena de expectación, Merlina se vistió rápidamente, tomo un vestido negro y un velo del mismo color, que ella había agregado como toque personal, unos los largos guantes que le cubrían completamente los brazos y, si no fuera por el largo de la falda, se podrían notar unos botines negros, adornados con el símbolo del corazón cubierto de espinas.

Al pasar bajo el dintel de su puerta volvió a vislumbrar aquel símbolo, y se quedó observándolo, como estudiando aquel símbolo que, desde que recordaba, había estado colgado ahí, en el dintel de su puerta; un corazón, agonizante, cubierto por espinas negras que incrustadas en el provocaban un sangrado de alquitrán, el marco de oro reflejaba la luz de la mañana; aparto la vista antes de continuar con su camino.

Hoy se suponía, Merlina conocería al heredero de la casa del cazador, la palabra matrimonio no le provocaba nada a Merlina, sin embargo, el hecho de poder terminar en una unión de por vida con una persona que podría odiar con toda el alma, era una oportunidad, que Merlina no quería- más bien, no podría- rechazar.

Bajando por la escalinata, Merlina observaba de reojo las aperturas en el granito de la torre, el cielo estaba despejado, soleado y por lo que podía observar fuera de los muros del castillo, era la época del año en que los campos se llenan de pequeñas flores de colores; "Repulsivo" fue la única palabra que le llego a la mente antes de llegar al final de la escalinata.

El comedor, de techos altos, mantenía el estilo de todo el castillo gótico, en la cabeza de la mesa, una gran silla, donde su padre y madre, compartían el lugar del líder de la casa, se alimentaban uno a otro, con lo que pudo adivinar Merlina eran unas cucharitas de plata que transportaban el guisado de la mañana.

A la derecha distinguió a Pericles que devoraba un faisán y un pedazo de pan; a la izquierda su silla, con un plato enfrente y dos huevos cocidos, cada uno en su respectivo soporte platinado.

- Merlina, ven querida, siéntate a disfrutar el desayuno con tu familia- la voz de su madre el saco de su breve trance y se apresuró a su lugar, las gruesas cortinas rojas se encontraban cerradas- como era costumbre- bloqueando por completo los vitrales de los ventanales y dejando ver solo el acabado de ladrillos en las paredes del castillo.

- ¡Largo! ¡Toca algo alegre! - exclamo Homero mientras con besos, comenzaba a recorrer el brazo de su amada Morticia. Largo, que había seguido a Merlina a lo largo de la escalinata se dirigió a la chimenea que se encontraba en medio de la sala, y tomo de la encimera un trombón, dejando oír enseguida un réquiem, Tuba Mirum, si Merlina había escuchado bien.

- Oh querido, nuestra canción de bodas- Morticia se regocijo en las dulces notas que reproducía aquel instrumento alejándose levemente del abrazo de su esposo, solo para después dejarse volver a hechizar por los afectos de su esposo.

Wenclair || La Leyenda del Caballero Negro y la Princesa de MontsoriuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora