Tenía un corazón generoso y una dedicación inquebrantable hacia la familia. Desde muy joven, Betsy había soñado con tener hijos y criarlos con amor y cuidado. Estudió para ser terapeuta y no notó el momento en el que solamente tenía ojos para su trabajo. A medida que pasaban los años, ese deseo solo dolía en su interior.
Un día, mientras Betsy trabajaba como voluntaria en un orfanato local, se encontró con dos hermanos gemelos, Andrew y Aaron. Desde el momento en que los vio, supo que estaban destinados a ser parte de su vida. Uno de los pequeños gemelos tenía una mirada triste pero curiosa, el otro solamente veía al vacío y nunca soltaba la mano de su hermano. Estaban tan pegados como dos bloques que se ajustaban perfectamente, sus sonrisas tímidas le robaron el corazón de inmediato.
Al investigar su situación entendió que necesitaban mucho más que un hogar temporal en el cual quedarse. Aaron, quién llegó cubierto de moretones y quemaduras de cigarrillos, había sido abandonado a los 8, un año después que Andrew, por lo que pasó un año entero en donde Andrew no tuvo a nadie más que a sí mismo para protegerse. Betsy deseaba con todo su ser poder borrar ese vacío en la mirada de Andrew algún día, quería decirle que ahora él y Aaron estarían juntos, seguros, y que nada los iba a separar otra vez, pero las heridas ya estaban ahí. Y ella comprendía que podría tal vez nunca lograrlo.
Betsy se dedicó a conocer a Andrew y Aaron, pasando tiempo con ellos en el orfanato, jugando y escuchando sus historias. Así es como se dio cuenta de por qué habían movido a Andrew a tantos hogares temporales. Andrew tenía un temperamento difícil, no se dejaba tocar por las cuidadoras y tenía pesadillas que lo aterraban, por lo que Aaron, aún siendo tan pequeño con él, se dio cuenta de que podía -debía- cuidar de su hermano y ayudar a los adultos a lidiar con su personalidad reactiva.
A medida que Betsy construía un vínculo con los gemelos, también comenzó a investigar sobre el proceso de adopción. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a hacer todo lo posible para darles un hogar amoroso. Trabajó diligentemente para completar todos los requisitos necesarios para ello. Asistió a talleres, pasó por entrevistas y llenó montones de formularios. A lo largo de todo el proceso, mantuvo su enfoque en Andrew y Aaron, visualizando con ellos cómo sería su vida en un futuro, ¿serían felices con ella? Finalmente, llegó el día en que Betsy recibió la noticia tan esperada: había sido aprobada para adoptar a los gemelos. La emoción y la gratitud llenaron su corazón mientras se preparaba para dar la bienvenida a Andrew y Aaron a su hogar.
Convirtió su casa en un espacio acogedor y lleno de amor, asegurándose de que los gemelos tuvieran todo lo que necesitaban para crecer ahí. El proceso de adaptación no fue completamente suave al principio. Andrew y Aaron venían de un pasado muy difícil y necesitaban tiempo para ajustarse a su nueva vida. Andrew sufría de fuertes ataques de pánico si alguien además de Aaron lo tocaba sin su permiso. Terrores nocturnos. Lagunas mentales y dificultades para concentrarse. Bee estaba decidida a estar allí para ellos en cada paso del camino. Aaron era organizado y responsable a pesar de su edad, porque entendía que su hermano lo necesitaba para seguir adelante. Ella, por su parte, les brindó apoyo emocional, paciencia, chocolate caliente y seguridad.
Bee sabía que había algo acechando la mente de sus preciosos hijos, pero no iba a sacarlo a la fuerza, eso lo sabía bien.
Con el tiempo, los gemelos comenzaron a abrirse. Las sonrisas tímidas se convirtieron en risas juguetonas y las miradas tristes comenzaron a desvanecerse. Betsy se convirtió en una figura materna amorosa y constante en sus vidas. Juntos, crearon recuerdos preciosos: paseos, vacaciones, tardes de caricaturas y noches de cuentos antes de dormir.
Un par de años después de la adopción, Andrew habló por primera vez sobre el monstruo que lo inmovilizaba mientras dormía. Habló por primera vez de sus pesadillas. Habló de sus heridas, y Bee lo escuchó con atención, sin juzgarlo jamás, sin culparlo de nada, solo escuchó y cuando terminó, Andrew estaba mirándola, ya no había vacío, solo había luz cristalizada y tanta tristeza, ella lo sostuvo con delicadeza en sus brazos mientras lloraba y pedía perdón por estar tan sucio.
Aaron, con diez años, no demostró emociones en ese momento, fue solo hasta que Andrew estuvo fuera de su radar cuando le hizo saber a Bee, entre lágrimas, lo enojado que estaba por no haber estado ahí para protegerlo, se culpaba, por muchos años se sentiría responsable y nadie podría jamás quitarle esa estresante carga.
Betsy prometió en ese momento, con el corazón hecho pedazos, que no iba a dejar que nada les pasara de nuevo.
Con el amor incondicional de Betsy, Andrew y Aaron comenzaron a sanar y a desarrollarse como chicos enérgicos e intuitivos. Crecieron en un hogar lleno de amor, apoyo y oportunidades. Aaron era apasionado por su deporte favorito y Andrew era creativo, aún físicamente reactivo al tacto, pero había demostrado habilidades académicas impresionantes, y aún más importante, por fin se sentía seguro durante la noche.
Betsy cumplió su sueño de ser madre y, en el proceso, les brindó a los gemelos la familia que merecían.
Los gemelos tenían diecisiete años ahora.
Aaron se negaba a tener novia o su propia habitación.
Andrew en secreto seguía teniendo pesadillas.
Y es que Andrew había vivido tomando todo entre sus manos, sosteniendo con fuerza los objetos temporales, los sueños que otros tenían para su futuro y las esperanzas que se le entregaban prestadas. Fue entregado al sistema de adopción cuando acababa de cumplir un par de años de vida, su hermano gemelo, sin embargo, no fue dado en adopción sino hasta un año completo después, gracias a un número desprevenido de denuncias hacia su madre por parte de su escuela acusándola de maltrato infantil, siendo finalmente arrestada por tráfico y abuso de drogas. Aaron no estaba particularmente triste de ser separado de su madre, no estaba enojado por haber sido golpeado por ella en el pasado ni tampoco le enfermaba el recuerdo de ser dopado por ella cada vez que comenzaba a llorar, pero si estaba significativamente ofendido de que esta le haya ocultado el paradero de Andrew.
Se sentía culpable la mayoría del tiempo, desde que se reunieron comenzó a ser extremadamente posesivo con Andrew hasta el punto de la violencia. Su hermano Andrew, quien había pasado por media docena de hogares temporales en solo un año y dos procesos de permanencia que nunca se concluyeron, creció alimentándose de la comida de extraños y favores cobrados, hacía lo que podía para sobrevivir, defendía lo que era temporalmente suyo y lo devolvía a su lugar cuando ya no lo era. Pero su hermano gemelo era suyo, permanentemente, y no dejaría que nada los volviera a separar.
A los ocho años Andrew todavía era un niño con la mirada de un hombre cansado, pagaba por el aire que entraba a sus pulmones, se aferraba a la idea de que tener una familia era solo una dolorosa fantasía, su favor no era gratis, su vida iba a ser un trueque porque nada de eso le pertenecería jamás. Ese era Andrew antes de llegar al sur de Maryland, antes de que la doctora Dobson les ofreciera quedarse en ese lugar, en su casa, para siempre.
Aaron estaba seguro como el infierno que no sería algo fácil lograr que Andrew confiara en ella, pero ahí, en ese momento, sentado en una pequeña mesa de desayuno, a solo minutos de haber estado bajo el mismo techo que Betsy Dobson por primera vez, se sentía seguro.
Al pasar los años Aaron notó que Dobson era profesional, nunca había hombres en su casa, y Aaron se dio cuenta de que no era accidental cuando Andrew les habló por primera vez de sus pesadillas. Entonces su mundo entero se puso de cabeza, Andrew traía consigo la pesadilla de un año en que Aaron no estuvo para él. Un año que pudo haberse evitado si tan solo él lo hubiera encontrado más rápido. Quería encontrar y descuartizar a cada persona que le haya hecho daño a su hermano alguna vez. Pero entendió que Andrew necesitaba de alguien que lo sostuviera y que ya no quería pelear solo, Aaron se prometió que si no podía vengarse al menos lo protegería el resto de su vida.
Andrew tenía diecisiete ahora, todavía tenía pesadillas y nunca volvería a despertar sin defenderse de amenazas que ya no estaban ahí, pero estaba bien. Betsy y Aaron siempre estarían junto a él.
ESTÁS LEYENDO
NOVIOS mi chico es un criminal • ANDREIL
Fanfiction"-No esperes nada de mi, ni atención, ni regalos, ni sexo, ni mensajes, no seré tu accesorio Neil, no esperaré por ti, seré tu novio. Si crees que no puedes manejarlo entonces retírate y búscate alguien con quién hacer lo que quieras, conmigo no har...