Prólogo.

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El castaño se encontraba en su oficina algo enojado por la presencia del menor quien le apuntaba con una arma.

- Así te quería ver hijo de tu puta madre...- hablo de manera victoriosa el menor al notar la furia del mayor.

Una mueca de disgusto recibió quackity por las palabras pero al pato eso no le molestaba al contrario le divertía ver la desesperación del castaño, ¡el lindo alcalde no tenía salida! La mueca de Luzu fue remplazada por una sonrisa burlesca cosa que confundió al menor ¿no debería de tener miedo? Si lo tenía acorralado, no tenía salida, ¿acaso le causaba risa el hecho de que esta a punto de morir?

- ¡Oh Quacks! ¡Eres tan gracioso!- el castaño empezó a reír como lunático, ¡pero enserio no lo podía evitar! ¿El cree que lo puede matar? Pfff...ridículo simplemente ridículo.

- ¿Y tu de que te ríes cabron? Te parece una puta broma...- el azabache miraba de manera seria al mayor.

El castaño paró de reír, miro detenidamente la cara del menor, se acercó hacia el lentamente, sin prisas solo lento. El menor al ver el acercamiento del mayor no dudó en alzar aún más su arma apuntando a la cabeza del alcalde, pero aún así el mayor siguió con su camino.

- ¡Un puto paso más y te mato cabron!-

Quackity se había puesto en la defensiva mientras que al mayor sólo lo miraba de manera perturbante, como si quería ver algo en la mirada del híbrido...algo que solo el puede ver...

La mirada escarlata se volvia más y más intensa, era como una bala atravesando un cuerpo pero esa mirada no atravesaba un cuerpo si no un pasado.

Un quejido se escuchó por parte del menor al tener aquella mirada penetrante en su rostro lo intimidaba pero el no iba a bajar la mirada, el no se mostraría de manera débil por aquella persona que prometió cuidarlo y protegerlo y lo único que recibió fue una traición.

El silencio se volvió incómodo, la atmósfera era perturbadora, sentía que estaba siendo devorado por la mirada del mayor su miedo incremento al notar como el castaño se acercaba mucho más, quedaron cerca demasiado cerca.

El castaño parecía en un tipo de trance, olvidando por completo el arma que estaba tocando su frente, el híbrido estaba a punto de apretar el gatillo.

- ¿Big Q? Es un pronombre raro sabes...- el castaño no apartaba la mirada de los ojos del menor.

En la oficina se escuchó un objeto caer, el menor miraba espantado al castaño, retrocedió unos pasos, su mirada era puro terror al pronombre que el alcalde mencionó. Las palabras de Quackity estaban estancadas en su garganta, ¿¡como demonios el castaño pudo saber eso!?

- la primera vez que te vi...- hizo una pausa al ver como el menor estaba atónito, dudo si seguir hablando estaba seguro que el menor estaba ocupado preguntándose un montón de cosas que seguro no lo escucharía.

- ¿Co-ᴄᴏmo...sabes?-

- intentaste engañar a todos con tu sonrisa e inocencia...- se dirigió hacia su sofá y sentó para poder continuar hablando.

Quackity miro el sofá libre que estaba enfrente del alcalde, inseguro camino hacia el mientras clavaba su mirada en el castaño, se sentó quedando cara a cara con el.

- Pero a mi no Quackity, fue estupido de tu parte intentar engañarme aún sabiendo que llevo la mitad de mi vida en Karmaland. He conocido todo tipo de gente ahí pero nadie se compara a ti, eres un enfermo...- escupió las últimas palabras con odio, el sabía mucho lo suficiente para poder doblegar a alguien.

Mientras más hablaba más le hervia la sangre, ¡lo dice como si el no lo fuera!

- Por qué no mejor te vas a la mier- no pudo terminar de recitar sus palabras por una explosión.

Una luz iluminó toda la oficina haciendo que el castaño y el pelinegro se tuvieran que taparse la vista, un fuerte chillido se escuchó...

- ¡Ahg! ¡Mierda! -

Y eso fue lo último que dijo antes de caer inconsciente por el humo que entraba de la ventana rota,claro, de dudosa procedencia, ninguno de los dos sabía como por que una explosión y menos el humo de dudosa procedencia.

Luzu fácilmente podría decir que fue Quackity el culpable de la explosión y el humo, pero si fuese así el menor no estuviera desmayado en el piso.

Intentaba resistir el respirar, aunque claro no iba aguantar tanto tiempo, intento buscar una salida asu alrededor pero lo único que se alcanzaba aver era aquel humo morado.

Finalmente el alcalde no resistió y cayó inconsciente.

- Iɴ Yᴜᴏʀ PᴀsT - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora