Recordar Yongsan es una odisea.
Tanto, que prefiero hacerlo por partes.
Todavía puedo sentir los pesados resoplidos en mi rostro. Como los de un toro, aunque no tenga punto de comparación. Los ojos rubíes eran tan grandes que puedo jurar que cualquier despistado podría haberlos fácilmente confundido con antorchas de fuego. Cuando la gran cabeza se me acercó, cerré los ojos tan fuertemente que mi vista negra se rellenó de extrañas figuras. Me quedé quieto, congelado. Las grandes y largas mandíbulas, con unos colmillos aterradores; tan parecidas a las de un cocodrilo, se me acercaron hasta que casi me tocó. Y una profunda inhalada llevó mi cabello hacia adelante.
El dragón me olió.
Conmigo de rodillas en el suelo, un escalofrío me recorrió. La criatura maldita soltaba un gorgoteo o ronroneo extraño, como unos rugidos contenidos, intimidantes, que se mantuvieron ahí con cada olida que me dio. Me olfateó por completo. Se movió sigilosamente de adelante hacia atrás, acercándoseme y luego alejándose. En realidad, temblé, después del sorprendente valor que sentí cuando encontramos ojos por primera vez, inevitablemente a medida que estuve más consciente de mi situación, me fui sintiendo temeroso. Pues, después de todo, lo que tengo frente a mí es un jodido dragón escupe fuego, que de un solo bocado, en un movimiento brusco sin previo aviso, me comería vivo.
Me tuvo así unos buenos cinco o seis segundos, hasta que de un momento a otro el olfateo paró. Que con un último resoplido por parte de la bestia, la gran cueva tembló; haciendo a la tierra y las rocas removerse, levantando polvo, y haciendo eco. Y con el cuerpo estremecido, y una tragada dolorosa del nudo en mi garganta; lo contemplé. El animal retrocedió, poco a poco, escabulléndose en el agujero de gusano en el que estamos, siendo sus ojos brillantes lo que me hizo distinguirlo. Se adentró más y más a la cueva, casi que con un propósito.
Su magia me seguía llamando, y yo entendí, sin mucho rodeo, que quería que lo siguiera. Incluso aunque le tema, aunque sienta esa tan extraña contradicción entre valor y temor, la magia negra me llamó de una manera tan aterradora como la droga a un drogadicto.
Y por eso, así lo hice. Lo seguí.
De resto, prefiero recordarlo en otro momento, de solo pensar en ello se me congela todo el cuerpo. Además, el tema que justo ahora traigo entre manos, requiere de toda mi atención.
Y es que aunque se sienta como algo familiar, es muy diferente a lo que sentí allá. En casa de HanSung, donde el invernadero de Momo te deja sensaciones indescriptibles, completamente diferentes a las de este lugar. Pues en esta fresca mañana en la capital, ya a varios, quizá demasiados días de mi llegada por el festival, el majestuoso invernadero imperial de cristales agua marina no se siente igual.
Ah, yo no debería estar aquí.
Para ser honestos, es una suerte que el clima de la capital sea templado, y que la diferencia con el invierno de Vante no sea tan grande; porque si no, no tendría ni media prenda que me librara del infierno que sería el calor tremendo que me depararía. La temperatura es fresca. Pero eso sí, me deshice de mi capa pesada que me estaba mortificando. Esa mierda no solo me agrega peso en sí, sino que me hace cargar con un tremendo peso emocional que me recuerda a cada segundo quién soy y dónde estoy. De la noche a la mañana.
ESTÁS LEYENDO
El Señor Del Tirano. >> KookV.
Fanfiction"En una noche nevada de un frío invierno, TaeHyung despertó en el cuerpo del Duque de Vante: Lord HanSung, el brujo del imperio. Y para su muy mala suerte, el emperador, el señor de estas tierras, el tirano; JungKook, está malditamente loco y obsesi...