La familia real del imperio de Jen no es diferente a cualquier otra descrita en cualquier otro libro fantástico que yo haya leído. Con sus altos y bajos, gobiernan Jen desde su evolución del reino de Remmus, hasta su conversión al gran imperio. Como cualquier otro territorio con un gobernante supremo, bajo el sistema del imperialismo, ha tenido sus reyes benevolentes y sus reyes tiranos.
Aunque sí que ha sido un verdadero enigma para mí descifrar la forma de gobierno de JungKook. Es un loco bipolar, sin duda; pues, incluso cuando vive de la opinión pública y del qué dirán del pueblo, a veces no se contiene, y hace lo que le salga del culo. Así como lo demostró en esa traumatizante merienda del té, es completamente contradictorio.
Recuerdo haber leído varios escenarios de él dándole al pueblo tanto, a lo largo de los volúmenes, para luego a puertas cerradas de su castillo, dedicarse a hablar pestes, haciendo y deshaciendo a su gusto sin importarle lo que los demás pudieran pensar; y eso sería un día. Luego, al día siguiente, de pronto volver a despertar obsesionado con la chismorrería del momento. Sobre él, y, sobre todo... sobre mí. Aunque tengo que darle algo de crédito; llegó un punto en la historia en que, para el emperador, la única forma de enterarse sobre HanSung, que se consumió en su ducado por un buen tiempo, fue a través de la chismorrería de la aristocracia.
Ese hijo de puta es un tipo complicado.
Tan benévolo algunas veces, y otras, un maldito desgraciado.
El principito.
Como el único, entre un mar de princesas, fue el singular titular del derecho a heredar el trono. No solo por ser varón, sino por ser el único legítimo heredero entre la emperatriz viuda y el emperador difunto. Su padre fue un hombre vividor y mujeriego, ni tirano, ni benevolente; simplemente incompetente. Además de su esposa, se enredó con muchas más mujeres. Algunas tuvieron la suerte de ser reconocidas como concubinas, mientras que otras no tanto. De entre esas seleccionadas mujeres, nacieron las princesas Mina, JeongYeon, Tzuyu, JiHyo, y DaHyun, en ese orden.
Quizá es la razón por la que jamás sintió ese amor fraternal por las princesas. Hijas bastardas de las amantes de su padre, que hicieron tan miserable a su madre. JungKook nunca tuvo especial relación con sus hermanas, o por lo menos yo no pude encontrar algo de valor entre las líneas de esos libros.
Todo lo que hace, lo hace para aparentar. Como su presencia en el cumpleaños de la tercera princesa Tzuyu, o su más reciente regalo de compromiso a la primera. Ah, Mina, la primera vendida. Nada más sé que la única a la que de verdad aprecia, y ni siquiera estoy seguro de si es amor, pero por lo menos sí que es una excepción, es a la cuarta de ellas, JiHyo. Tzuyu puede tener su favor, pero eso es porque es la más obediente, JiHyo por otro lado... es difícil de explicar. La razón sigue siendo toda una incógnita para mí. De resto, las considera meros títeres en esta obra de teatro, controladas a su merced una vez se convirtió en el emperador. Fichas en su ajedrez, que le sirven para reafirmar su poder.
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El Señor Del Tirano. >> KookV.
Fanfic"En una noche nevada de un frío invierno, TaeHyung despertó en el cuerpo del Duque de Vante: Lord HanSung, el brujo del imperio. Y para su muy mala suerte, el emperador, el señor de estas tierras, el tirano; JungKook, está malditamente loco y obsesi...