Energía Cruzada

Capitulo I

MARK I

Año 1185.

Después de cristo.

Juego de escondidas.

La ciudad de Marsella, en las costas del gran mar mediterráneo en tierras francesas, la ciudad había crecido exorbitantemente, se había vuelto una ciudad de paso para los hombres que pasaban por su viaje a tierra santa, la producción aumentó junto a las ofertas y demandas, los impuestos subieron al igual que el empleo. Pero muchos de quienes habitaban esa ciudad Vivian con el temor de ser nuevamente atacados, por quien sabe que bestia o demonio. Pero lo que si tenían en cuenta era su patrón por ya 5 años. Todas las noches de luna llena este evento se hacía presente, dejando en alguna parte del bosque alrededor de la ciudad una, dos, tres, hasta 5 víctimas. Los señores feudales locales habían reunido un gran número de hombres con armas para dar caza a esta criatura que acechaba en los bosques.

Los más lunáticos comentaban que era una bestia enviada por satanás, para retrasar el avance de las tropas hacia ciudad santa. Otros dicen que es la mascota de alguna bruja que vive en los bosques alrededor de la ciudad, puesto que curiosamente también se han frecuentado a lo largo de los 5 años un número de pérdidas de infantes y bebes.

Un hombre de pelo castaño caminaba por las calles de la ciudad, ojos café claro, su piel tan pálida como la cara de la luna, barbilla prominente, cuerpo robusto, una altura que pasaba el promedio de hombres común de la zona. Vestía un abrigo de cuero gris con un colleron de pelaje algún animal silvestre bajo de ella llevaba un atuendo verde que dejaba ver algo de bello en el pecho, pantalones de una tela gruesa color café que terminaba en unas enormes botas negras de cuero trabajado que terminaba en a caña con una piel muy parecida a que lleva en su abrigo. Cubría su cara con una manta para pasar inadvertido pues ya lo estaban buscando en varios reinos y ducados de Europa, además del grupo temido por la orden de los caballeros templarios. Esta orden tenía en secreto un grupo de hombres especiales que combatían contra demonios y bestias, las cuales estaban bajo la orden de su maestro guía y el papa.

Traía en su cintura una espada bastarda amarrada a su espalda, junto con una bolsa hecha por cuero de vaca, cosida con hilo del mismo animal, o quizás fue cosida por un grueso hilo de lana de algún ovino.

Sujetaba bien sus pocas pertenencias, pues esta ciudad si bien estaba siempre rodeada de hombres de ley, abundaba el robo por los mismos hombres que impartían su ley, o bien por desgraciados que en grupo asechaban en terror de quienes intentaban oponerse a sus caprichos y maldades. En su cuello colgaba un anillo de plata junto con una curiosa gema roja, además de unos anillos opacos que necesitan atención para volver a tener su brillo y elegancia. Más de algún ladrón intentó atacar a su cuello, pero al final resultaban ser ellos los atacados por este hombre.

Era un cristiano más entre la multitud, compraba cosas, pasaba como cualquier hombre errante, pero en una pelea de terceros, al pasar por un callejón para acortar camino hacia la otra calle, se topó con ellos, confundiéndolo entre la multitud y el caos, empujándolo hacia unos barriles con tomates podridos. Lo levantaron entre dos para luego lanzarlo a la calle principal rompiendo varios puestos de venta.

La pelea había cambiado de escenario, sacando espadas y hachas, provocando aún más el caos en el lugar.

Aquel hombre se paraba con prisa, mientras levantaba la vista para reconocer quien lo había golpeado. Un hombre de estatura más baja que el golpeaba en el suelo a un joven que no pasaba los 15 años, sus manos cubiertas de sangre que brotaba de la cara del chico, el hombre se dispuso a correr hasta donde se encontraba aquel sujeto, dándole una patada en la mandíbula con tanta fuerza que hizo tronar sus huesos, lanzándolo a varios metros revotando en un puesto de verduras que paso como una bala hasta dar de golpe brutalmente con un grueso muro de piedra. Se escuchó el reventar de su cráneo y unos huesos del cuello.