Capítulo 14: Dieciocho Años

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Capítulo 14: Dieciocho años

Cuatro años de universidad. Fue difícil, fue muy difícil el verse tan sólo los fines de semana después de trece años pasándose juntas prácticamente cada segundo del día. Por qué su ciudad no tenía Universidad de esta carrera? Una pequeña hubiera bastado pero no, Lisa tuvo que irse fuera. Las primeras semanas habían sido las peores, ella apenas podía dormir porque no dejaba de preguntarse qué clase de gente estaría conociendo su chica. Y si de repente sus planes de comprarse una casa a las afueras de la ciudad y tener niños y una casa en un árbol ya no eran suficiente para Lisa? Y si decidía que quería salvar el mundo trabajando para una de esas grandes ONG pro derechos de los animales? Y si decidía que quería destruir el mundo trabajando para una de esas industrias del mal buscando vacíos legales que ampararan el vertido de sustancias letales aquí y allá? Y si decidía que ya no la quería a ella?

Durante semanas había estado acudiendo al taller con ojeras y con litros de café corriendo por sus venas. Comenzó a trabajar con su padre casi al día siguiente de su graduación. Richard tenía mucho interés en que aprendiera cuanto antes los recovecos y la dinámica del negocio. Cuarenta años y ya soñaba con poder jubilarse y ayudar a Chaerin a cuidar del jardín. Que poco aguante...

Se había pasado los primeros días con el teléfono móvil pegado a la mano, luchando contra el impulso de llamarla a cada segundo. Echaba de menos su voz, echaba de menos sus besos. Lo echaba de menos todo. Y escuchaba a la gente hablar de lo maravillosa que es la vida universitaria, de lo mucho que amplía los horizontes de las personas y de como les ayuda a crecer como seres humanos. Ella no quería que Lisa creciera como ser humano! Quería que fuera la misma Lisa que se había ido la que volviese cuatro años después y sabía que era imposible. Las dos iban a cambiar al igual que habían cambiado a través de los años anteriores, pero siempre habían cambiado juntas y a partir de aquel momento cambiarían separadas y era aquello precisamente lo que la asustaba.

Chaerin lo intentaba pero no ayudaba mucho, no dejaba de decirle cosas como que si estaban hechas la una para la otra todo saldría bien. Y si no estaban hechas la una para la otra qué? A ella no le importaba, la amaba de todos modos, le daba lo mismo como estuviera hecha.

Después de la que su madre había organizado justo antes de que Lisa se marchara era mucho más que cauta a la hora de seguir sus consejos. Por qué había tenido que escucharla? Lisa siempre decía que no tenía que importarle le que dijera u opinara el resto del mundo porque su relación era suya, de las dos, y nadie la conocía mejor que ellas. Chaerin lo había hecho con buena intención y en el momento a Jennie le había parecido que tenía sentido y que actuar de otro modo sería egoista por su parte. Después resultó que no tenía ningún sentido y lo único que consiguió fue estropear las cosas.

Lisa y Jennie a los dieciocho años

Papeles, papeles, papeles. Lisa se marchaba. Facturas, pedidos, seguros. Lisa se iba al día siguiente. Ya? Cómo podía haber llegado el momento? Jennie sabía que lo haría, claro que lo sabía, pero a la vez esperaba que no lo hiciera y al final, y después de un año con la cuenta atrás, aún la había pillado por sorpresa.

Suspiró dejando a un lado aquel montón de papeles entremezclados sin ningún órden. Richard Kim era un desastre y se preguntaba cómo había podido mantener el negocio a flote durante tantos años. Menos mal que ahora la parte administrativa estaba en sus manos. Solo tenía que centrarse, olvidarse de que su alma gemela se marchaba a treinta y cinco kilómetros de distancia. Demasiado lejos... sobraban por lo menos treinta y cuatro kilómetros. Qué demonios?! Los treinta y cinco! Sobraban los treinta y cinco!

Otra vez se había saltado una fila de números al pasar aquellas cifras al **** ordenador! Tiró los papeles a un lado soltando un suspiro frustrado justo en el momento en que Chaerin Kim entraba en el pequeño despacho situado sobre el propio taller. Al menos era un sitio tranquilo y podía trabajar sin ver a la cara de sapo de Jackson durante las ocho horas. Cuando escuchó la puerta pensó directamente que era él intentando de nuevo que incluyera sus estúpidos caprichos como "gastos de empresa". No se daba cuenta aquel cabeza hueca de que la empresa era suya y que no ganaba nada con ello?

A través de los años (Jenlisa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora