Capítulo 19: Veintitrés Años

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Capítulo 19: Veintitrés Años

Por las nubes. Así había estado desde que Lisa le había dicho que si, que se iba a casar con ella, que eso ni se preguntaba, que se daba por sentado. Madre mía!

Las dos habían decidido que querían casarse en aquella fecha simbólica. Querían casarse el mismo día en que la pelinegra la miró con aquellos ojitos esperanzados y le dijo: "Quieres que seamos mejores amigas? Te daré de mis galletas todos los recreos si lo somos". Iba a casarse con Lisa! Con aquella niña que lloraba y hablaba raro! La vida no podía ser más perfecta.

Y eran ellas dos, habían fantaseado juntas con su futura boda desde que tenían seis años, claro que entonces pensaban que serían dos bodas diferentes y que la una sería la dama de honor de la otra. Al final resultaba que ambas tenían un papel mucho más importante que el de dama de honor.

Tardaron un tiempo dilatado en comunicar su compromiso a sus respectivas familias. Que por qué no lo hicieron antes? Elemental... Chitthip y Chaerin. Acaso había que decir más? Una vez que aquellas dos se enterasen adiós a su intimidad y hola a las madres chusmas y memetoentodo que se pondrían a planear una boda a su gusto y medida. Y así fue, les dijeron hola muy pronto en cuanto se desvanecieron los grititos y los aplausos y en cuanto las dos mujeres dejaron de abrazarse saltando como si les acabarán de tocar dos entradas gratis para un concierto de Bárbara Streisand.

Por el bien de su salud mental Lisa y ella habían decidido dejarles creer que podían planear la boda. Como quisieran, todo valía. Toneladas de flores exóticas importadas de todos los rincones del mundo? Perfecto. Llegar al lugar del enlace montadas en caballos blancos? Genial. Fuegos artificiales? Claro.

Por supuesto que aquella boda nunca jamás tendría lugar, pero les daba vía libre a ambas para poder planear la que querían las dos. Que Chitthip y Chaerin iban a disgustarse al enterarse? Pues si. Y qué? Era su boda por el amor de Dios! Aquellas mujeres ya habían tenido las suyas propias tropecientos años atrás y con peinados a lo afro. Habían visto fotos y... madre mía.

Después de la boda iban a marcharse dos semanas enteras de Luna se miel. Quince días de sol, mimos, besos y sexo ininterrumpido en las islas griegas. Jennie no tenía problemas en su trabajo y Lisa se había tomado aquellas dos semanas de vacaciones en la firma de abogados de la que era ya miembro permanente.

Todo iba extremadamente bien a medida que la fecha del enlace se acercaba. Y aparte de la boda había otra cosa que las tenía locas de emoción a las dos. Su casa. Se habían enamorado de aquella casa, de verdad que si. La había construido un matrimonio joven hacía poco tiempo a las afueras de la ciudad, y a él lo habían trasladado en el trabajo, un lugar lejos, pobre... de modo que la habían puesto en venta y por supuesto ellas dos se habían apresurado en comprarla.

Por la necesidad de venderla cuanto antes no había sido tan cara como cabía esperar y de todos modos podían permitírselo, las dos tenían trabajos muy bien retribuidos y padres encantados de avalarlas. La casa ya era suya y era perfecta. Amplia pero no demasiado grande, apartada del centro de la ciudad pero no excesivamente lejos y con árboles a su alrededor en los cuales poder construir cabañas. Aún no se habían trasladado, seguían en el apartamento mientras la amueblaban y su intención era entrar a vivir en ella después de la boda, pasar su primera noche como matrimonio allí y salir al día siguiente hacia otros países del continente Europeo.

Boda, casa, Lisa para toda la vida. Los veintitrés fueron un gran año. El mejor que había tenido hasta entonces.

Lisa y Jennie a los veintitrés años

Una semana para la boda.

Lisa estaba hablando. La voz de su chica le llegaba desde el exterior mientras sentía el peso de su cabeza en su regazo y sus dedos jugando con una de sus manos. Ella mantenía sus ojos cerrados y disfrutaba de la calidez del Sol que brillaba en lo alto a la vez que pensaba que cuando Dios repartió la suerte... aquel día ella se debía haber quedado con la  suya y con la de diez personas más, pobrecitos.

A través de los años (Jenlisa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora