Capítulo 10: Catorce años

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Capítulo 10: Catorce años

Noche de Halloween a los catorce. No la olvidaría jamás, no podría olvidarla ni aunque viviera mil años.

Aquella noche su relación con Lisa cambió del todo, sin vuelta atrás, después de año y medio escondiéndose, peleando y haciéndose daño aún sin querer. El miedo, la frustración, la confusión y el dolor que habían ido causándose la una a la otra se canalizaron aquella noche cambiándolo todo para siempre. Lisa y ella habían hablado de aquel Halloween en infinidad de ocasiones y si hubiese sabido a los trece todas las cosas que la pelinegra le confesó con posterioridad seguramente aquel año no hubiera sido tan asquerosamente confuso y doloroso como lo fue.

A los catorce había dejado de ser confuso. A los catorce todo estaba dolorosamente claro en la cabeza de Jennie Kim. Cada vez que su corazón latía más deprisa cuando Lisa estaba cerca, cada vez que le invadía aquella sensación tan cálida cuando sus cuerpos se acurrucaban en el sofá o en la cama, cada vez había estado más claro hasta alcanzar el grado máximo de claridad, hasta que ya no pudo estarlo más. Le gustaba Lisa como deberían gustarle los chicos y los chicos no le gustaban en absoluto y nadie, nadie, debía saberlo jamás. Y Lisa menos que nadie.

Le había prometido a su amiga que cuando descubriese que era lo que había perdido hablaría con ella, pero ahora que lo sabía con seguridad no podía decírselo, no quería que Lisa pensara que era asqueroso, que ya no quisiera ser más su amiga, de modo que fingía. Fingía que la presencia de la pelinegra no le afectaba, que no aceleraba sus pulsaciones y que no se moría por repetir aquel beso de fresa de la cabaña del árbol. Y fingía bien cuando solo estaban las dos, era mil veces más difícil cuando alguno de los chicos de su clase se acercaba a ellas, a cualquiera de ellas, pero especialmente le era casi imposible fingir cuando se acercaban a Lisa.

Y desde principio de curso se le habían acercado bastantes. Ughhh... lo que sentía cuando los veía sonreírle así, mirarla de ese modo, casi le dolía físicamente y no podía hacer nada. Porque qué podía hacer o decir? Era su mejor amiga, se suponía que tenía que estar felíz por ella y ayudarla a elegir que ponerse en caso de que decidiera salir alguna vez con uno de ellos y, en vez de eso, la mataba por dentro y rezaba porque jamás aceptara sus invitaciones. Gracias al cielo de momento Lisa los había rechazado a todos y, evidentemente ella tampoco había aceptado a ninguno de aquellos muchachos. De momento, pero... por cuánto tiempo podrían continuar así las cosas? Cuánto tardaría Lisa en decidir que uno de ellos le gustaba? Qué haría ella entonces? Una tortura, eso era aquello, una insoportable tortura que debía sufrir en silencio porque no tenía derecho a protestar. Era demasiado cobarde como para tener derecho a nada.

Octubre había empezado mal, muy mal, porque apenas soportaba ver a Lisa hablando con chicos que se acercaban a ella y en muchas ocasiones se había marchado sin más y cuando Lisa intentaba comprender su extraño comportamiento ella solo negaba que fuera extraño y el círculo que llevaban más de un año recorriendo comenzaba de nuevo. Peleaban y se enfadaban y después actuaban ambas como si nada hubiera pasado, escondían el problema y los problemas asomaban por todas partes.

Y tenía que explotar por algún lado. Lisa lo sabía y ella lo sabía pero ninguna de las dos lo reconocía en voz alta. Seguían tirando de la cuerda, testando cuanto podrían estirarla antes de que se rompiera, y el 31 de octubre del año en que ambas habían cumplido catorce, la cuerda metafórica se rompió.

Lisa y Jennie a los catorce años

Uhhh, Halloween había llegado y aquel año iba a ser terrorificamente aterrador. Habían decidido que en vez de disfrazarse y pedir dulces por las casas de los vecinos harían algo mucho más emocionante. Aquella noche se meterían en el cementerio. Había algo que diera más miedo que un cementerio de noche? Si lo había a Lisa no se le ocurría en aquellos momentos. Jennie silbaba alegremente mientras preparaba lo necesario dentro de una mochila y la pelinegra la observaba desde la cama en silencio, hubiera estado encantada de rechazar la invitación de Irene para que les acompañaran a ella y otros compañeros de clase en aquella misión tan... profanadora de cementerios. Si, hubiera preferido mil veces salir a pedir chucherías y luego comérselas viendo una de sus películas de terror favoritas, a salvó en el sofá de casa de los Kim, pero a Jennie le había parecido una idea genial y si tenía que elegir entre pasar la noche de Halloween en un cementerio con Jennie o en cualquier otro sitio sin Jennie... en fin... esperaba que a las linternas no se les acabaran las pilas y que a los habitantes del cementerio no les diera por salir a pasear como pasaba en la película que vieron el último viernes.

A través de los años (Jenlisa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora