Capítulo 2: Seis años

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Lisa podía conseguir de ella todo lo que quisiera. Todo. Cualquier cosa. Era el único ser humano sobre la faz de la tierra que podía lograr que hiciera cosas que en realidad no quería hacer. Cosas aburridas, cosas asquerosas, cosas increíblemente estúpidas.

Todo tipo de cosas, Lisa se salía con la suya una y otra vez y ella la seguía a ciegas. Y había sido así desde la primera vez que le había puesto pucheros y la había mirado de aquella forma. Desde entonces caía sin remedio.

Haría cualquier cosa por ella y no podía imaginarse como habria sido su vida si aquel primer día no hubiera estado tan ansiosa por probar las galletas de la niña nueva que hablaba raro. Daba gracias a Dios por aquel primer día cada vez que Lisa la besaba, cada vez que la veía absorta en algún programa de televisión o con el ceño fruncido leyendo un libro.

Respirar, era todo lo que Lisa tenía que hacer para que aquella diera gracias una y mil veces porque una inteligencia superior la había cruzado en su camino hacía veinte años. A Lisa Manobal. La misma Lisa Manobal que había llorado amargamente porque un par de semanas después de haberse conocido su mamá le había cambiado el almuerzo y ya no tenía las galletas deliciosas y pensó que eso significaba que dejarían de ser mejores amigas. Y lo hubiera significado en condiciones normales, pero con Lisa nada era normal. Y aquel día a Jennie podían haberle ofrecido miles de millones de kilos de galletas deliciosas o helados gratis para el resto de su vida, aquel día podían haberle ofrecido el mundo en bandeja y nada, nada, hubiera podido hacer que lo intercambiara por su amistad con Lisa. Nada.

Inseparables, así habían sido desde entonces. Siempre una en la casa de la otra o las dos explorando los alrededores porque Jackson el hermano de Jennie, les había dicho que en el bosque cerca de su casa había duendes verdes. Los fines de semana siempre tenían algo que hacer, a Lisa se le ocurría algo por lo que debían verse. Dos días separadas? Ni hablar! Lloraban, pataleaban y aguantaban hasta ponerse azules. Lo que hiciera falta para que sus padres cedieran a llevarlas a la casa de la otra. Y casi siempre lo conseguían. Eran muy persuasivas, sobre todo Lisa.

Su amistad era cada vez más fuerte y mucho más profunda. Todo lo profunda que podía ser la amistad entre niñas de 5 años. Y soñaban con el día en que cumplieran los siete porque Jackson tenía siete años y sus papás le dejaban irse con sus amigos con la bicicleta. Eso significaba que podrían verse siempre que quisieran, porque sus casas no estaban muy lejos. Y aunque lo estuvieran, Jennie hubiera pedaleado hasta el fin del mundo.

Lisa y Jennie a los seis años

Viernes! Viernes por fin! Y no era un viernes cualquiera, sus papás les habían dejado pasar fin de semana en casa de Lisa. La pequeña Jennie pegó su carácter sus manos a la ventanilla del  coche en cuanto divisó la silueta de la casa de su mejor amiga. Fue totalmente involuntario pero una risita impaciente escapó de sus labios y esto llamó la atención de su mamá.

- Jennie - escucho que la llamaba Chaerin volviéndose ligeramente en el asiento del copiloto - Espero que recuerdes lo que me has prometido - señaló.
- Si, me acuerdo - sacudió la cabeza la pequeña - Me voy a portar bien - aseguró.
- Espero que Chitthip no tenga que llamarme - advirtió de nuevo colocándose bien en su asiento.

Que poca fe en el género humano mamá! Jennie miró el respaldo del asiento por unos segundos, pensativa. Si tenía que decir la verdad no podía asegurar que Chitthip no tuviera que llamar a Chaerin... a veces las cosas escapaban de su control. Y más cuando Lisa y ella estaban juntas. Quién iba a pensar que tener una mejor amiga resultaba ser tan divertido? A lo mejor era divertido porque su mejor amiga era Lisa... porque no le parecería nada divertido si su mejor amiga fuera Joy, por ejemplo. Buff Joy... clase de primaria y aún mezclando la plastilina. Crece de una vez!

A través de los años (Jenlisa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora