El padre de María Milagros, don Julián Rivas García era un hombre de carácter fuerte y frío, fiel a sus principios y exageradamente conservador, era conocido por todo el pueblo y se había ganado la fama de tirano, su mayor orgullo era influir temor y respeto, capaz de cualquier cosa por defender sus intereses sin importar por encima de quien tuviera que pasar, se había hecho adicto al juego y como todo mal perdedor apostaba más de lo que tenía tratando de imponer su ego y orgullo, había sido uno de los mejores hacendados y agricultores de la zona pero poco a poco había tenido que ir desprendiéndose de propiedades y dinero por sus errores en el juego, hacía un par de meses había regresado al pueblo un joven que le compró varias de sus propiedades y animales, pero el interés de don Julián iba más allá con aquel joven que había emigrado por varios años a los estados unidos y ahora iba convirtiéndose en un rico y exitoso hacendado.
María Milagros llegó al río donde ya la esperaba Christian, le ayudó a bajar del caballo y la saludo con un efusivo apretón de manos y un beso en la mejilla, María Milagros se sonrojó un poco, “Perdón, una vieja costumbre citadina, no quise incomodarla”, María Milagros algo nerviosa le aseguró que no había problema y que solo la había sorprendido un poco, enseguida comenzaron a practicar mientras conversaban de algunos detalles de sus vidas, María Milagros consideraba que si Christian aprendía a dirigir las riendas con su caballo podría ser más fácil dirigir a sombra después, “Solo necesita perderle el miedo”, pero precisamente eso era lo más difícil para Christian, pasó poco más de una hora y finalmente María Milagros se ofreció a llevar a Christian, después de mucho insistir Christian se lo permitió pero contrario a lo que pensaba María Milagros le pidió que montara primero, “Yo le ayudare a dirigir no se preocupe”, durante todo el camino Christian no dejo de suspirar al sentir el contacto con el cuerpo de María Milagros, sus latidos incontrolables hacían saltar su pecho emocionado al ritmo del trote y así con los brazos de María Milagros rodeándola, dirigir no le resultó tan difícil. Milagros le había prometido que empezarían a tutearse cuando aprendiera a montar y esa era una excelente motivación.
Christian decidió arreglar los problemas con Azucena esa misma noche y la abordó en las caballerizas, “Quiero ofrecerte una disculpa si te ofendí o te moleste de algún modo al pedirle consejos a María Milagros, agradezco en verdad tu ayuda y lo que hice fue solo una estrategia”, Azucena escucho en silencio mientras acariciaba a sombra, “Aprecio y agradezco mucho tu ayuda de verdad, pero con Milagros es distinto, no sé si puedas entenderme”, “es distinto porque ella te gusta”, “¿Es tan obvio?”, “me di cuenta desde ese día que estábamos todos en el río y ella apareció”, Christian sonrió recordando el momento, “no tienes que darme explicaciones, pero me gusta que me hablen con la verdad, si quieres que ella te enseñe por mí está bien y si llegas a necesitar mi ayuda te puedo ayudar también”, Azucena aún se notaba seria pero tranquila y eso le sorprendió un poco a Christian, “¿Papá te hablo mucho de mi verdad?”, “Solo lo que es verdaderamente importante”, “¿Exactamente qué?”, “Pues de tu honestidad, generosidad y esas cosas que son las que en verdad importan”, Christian sonrió al verla directamente a los ojos y responderle solo un gracias, Azucena también sonrió después de varios días, pero su tono seguía siendo seco, “Pero ten cuidado con el asunto de la maestra, su papá no es como mi papá o los tíos, tiene muy mal carácter e ideas necias”.

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Huir o morir
AdventureChristian y Maria Milagros están enamoradas, pero el padre de la segunda jamás aceptará esa relación, cuando ya no pueden amarse a escondidas en el pueblo la única opción es huir, pero sí sus planes son descubiertos el final más posible es la muerte...