CAPÍTULO XVII

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Guillermo cumplió su promesa y en cuanto don Lorenzo le llevó una respuesta fue inmediatamente a entregársela a María Milagros, ella le agradeció efusivamente con un abrazo, mientras leía la carta de Christian, él esperó respetuosamente y cuando por fin terminó, ella un poco apenada se atrevió a pedirle un favor más grande, afortunadamente él no tuvo ningún problema con aceptar, al contrario parecía muy complacido en ayudarla, aunque María desconocía los verdaderos motivos que lo hacían actuar a su favor, ella no podía hacer más que sentirse profundamente agradecida. "quiero seguir viendo a su hija si no tiene inconveniente, ella está de acuerdo y nada me agradaría más que estar cerca de ella", don Julián no pudo ocultar su alegría y entusiasmo con la solicitud de Guillermo, "no tienes ni que pedir permiso muchacho, ya sabes que yo estoy de acuerdo con que ustedes se conozcan y nada me daría más gusto que ustedes terminarán matrimoniados, si tú la quieres pues, aún con lo que le pudo haber pasado", "como ya se lo dije una vez, para mí eso no tiene importancia, su hija fue víctima de un delincuente desgraciado y eso no le resta a ella ningún valor", "pues qué bueno que pienses así muchacho, a mí la verdad me daría mucha pena que mi hija no pudiera rehacer su vida estando manchada, como hombre es algo muy difícil de aceptar, ¿ella te dijo si ese desgraciado le hizo algo?", "no, ella no me ha dicho nada y no me importa saberlo, yo como hombre es algo que puedo respetar, no soy un santo don Julián y no me apena reconocerlo, todos tenemos algo de cola que nos pisen, usted mismo ¿no tiene nada de qué avergonzarse?", "me ofende tu pregunta muchacho, yo siempre he sido un hombre muy correcto y de las cosas que he hecho no hay ninguna de la que me arrepienta", "que dichoso usted, también quiero pedirle que le permita a María salir a dar una vuelta conmigo por el pueblo, para sentirme más cómodo al hablarle de amor, preferiría hacerlo en otro lugar", "claro muchacho, cuando quieras puedes llevarla, nada más me avisan", "el domingo de plaza", don Julián aceptó sin problemas y Guillermo cumplió así con el segundo favor que le pidió María Milagros.

“El domingo vas a ir a dar una vuelta con Guillermo, quiero que te arregles bien para él y nada de intentar largarte a otro lado, a ese muchacho me lo respetas”, María aceptó sin chistar, provocando sin querer sospechas en él.
Como se lo había pedido, Guillermo llegó al medio día por María Milagros, ella estaba terminando de ensillar su caballo, su semblante y ánimo se notaban diferente, su mamá se alegró, pero quiere saber la razón y discretamente se acercó a su hija, “¿a dónde vas con este muchacho María?, cualquier tontería que hagas puede enojar mucho a tu padre", María Milagros le sonríe a su madre y le pide que no la cuestione por el momento, que después le explicará.
Apenas se abrió el portón del rancho Christian vio aparecer la ansiosa figura de María Milagros, ambas lloran de felicidad, emocionadas y aliviadas, María corre hacia Christian y la abraza tan fuerte que Christian se queja un poco. " Perdón mi amor, olvide que estabas lastimada", enseguida le cubre el rostro de besos enjugando con sus labios las lágrimas, "¿dónde estuviste todo este tiempo?". Christian le cuenta rápidamente todo acerca de la anciana remedios y su nieta Jacinta, después guarda un minuto de silencio antes de preguntar algo que le aterra saber, pero la respuesta de María la tranquiliza y alivia totalmente, él no le había hecho nada más que golpearla. "Tenía tantas ganas de verte y besarte, sentí que moría cada día que pasaba después que regresaste y que no podía verte", "no más que yo mi amor", los niños se habían ido a la plaza con sus tías, el resto está en el rancho en espera de María Milagros, la ponen al tanto de los planes rápidamente, ella está de acuerdo con todo, Christian se está recuperando rápidamente y en cuanto don Julián vuelva a retomar sus idas a la capital, ellas partirán del pueblo.
Cayendo la noche Guillermo y María Milagros regresan a la finca, don Julián los está esperando en el patio, su voz tiene un aire distinto y su mirada refleja una oscura emoción imposible de descifrar. "buenas noches don Julián, aquí se la traigo, sana y salva", "María métete rápido a la casa, no esperaba menos de ti muchacho, pero te voy a pedir de favor que por algunos días no busques a María", "no entiendo don Julián, si es porque la traje un poco tarde fue mi culpa y le doy mi palabra que no volverá a ocurrir", "no Guillermo, ni te preocupes que no se trata de ti, tengo unos asuntos que arreglar con ella nada más", "pero me gustaría seguir visitandola aquí, creí que usted estaba de acuerdo en que nos viéramos", "seguro que estoy de acuerdo, pero solo serán unos días muchacho". Guillermo preocupado por la extraña expresión y la seriedad de don Julián no está muy convencido de aceptar, pero también sabe que es mejor no llevarle la contraria por el momento y cede a su solicitud.
Don Julián encolerizado entró al cuarto de María Milagros y la levanta de la silla tomándola de los cabellos, la madre de ella corre tras él asustada e intenta detenerlo, pero de un solo empujón la derriba y la patea para evitar que se ponga en pie, María grita desesperada al ver a su madre, pero su padre descarga en ella toda su irá, la golpea en el estómago y le abofetea el rostro en dos ocasiones, "¿Crees que tú y esa maldita escuincla se van a burlar de mí?, primero te mato antes que dejar que me vean la cara, ¿Qué le dijiste a Guillermo maldita ingrata?, te voy a encerrar en este cuarto hasta que entiendas y si no me obedeces, tu madre y tú me las van a pagar muy caro". María Milagros llora más de coraje e impotencia, aunque el dolor en su cuerpo es mucho, se arrastra hacia su madre para abrazarla.
Guillermo realmente se quedó muy preocupado por la actitud de don Julián, su abuelo lo observa y se acerca a él, "¿en qué tanto piensas mijo?", "en María abuelito, don Julián estaba muy raro cuando la fui a dejar, me preocupa que le vaya a hacer algo", "¿sientes algo por esa muchacha?", "es una buena mujer, nada parecida a don Julián, en verdad quiero ayudarla porque ese hombre le va a desgraciar la vida como a mí", "está bueno que quieras ayudarla, mejor que olvides el rencor y el odio por ese hombre", "no abuelo, mis sentimientos siguen, yo regrese para vengarme de ese hombre, pero casándome con su hija, como lo había pensado no es una buena manera, en cambio si ella se va, él se queda sin nada, así cumplo parte de mi venganza", "ay memo, nada ganas con ese sentimiento tan malo dentro de ti, si te interesa la muchacha trata de conquistarla, tú le vas a dar una buena vida y a don Julián lo dejas aparte", "sin importar cuánto me guste y cuanto me esfuerce, ella no podría corresponderme, yo sé lo que es estar enamorado abuelito y ella lo está profundamente de alguien más, puedo verlo en sus ojos”.

Huir o morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora