Había pasado una semana desde que Christian y su madre habían llegado a El Rosario, poco a poco iban acostumbrándose a las actividades diarias que aunque eran muy diferentes y complicadas también resultaban ser agradables como tostar y moler el café los lunes por la tarde, alimentar y bañar a los caballos y llevarle el almuerzo a los tíos, Christian disfrutaba admirar ese pintoresco paisaje, solía recorrer los sembradíos y el área de los animales y en ocasiones participaba un poco en las labores de los peones. Un sábado por la mañana don Lorenzo tuvo que ir a Las Margaritas, el pueblo vecino un poco más grande para comprar útiles escolares, Christian y casi todos sus primos lo acompañaron, solo Azucena se quedó con su mamá y sus tías porque ya no estaba estudiando, Las Margaritas resultó ser un pueblo muy hermoso, solo un poco más grande que El Rosario pero de un estilo colonial que maravillaba, Christian recorría cada detalle de las construcciones y calles hasta que apareció algo que llamó mucho más su atención, María Milagros lucía radiante como siempre, al verla su tío y sus primos se acercaron a saludarla animadamente, don Lorenzo la invitó a hacer las compras juntos y ella aceptó encantada, a partir de ese momento Christian sintió su cuerpo más ligero, sus latidos más acelerados y su mente más abierta, compartieron el almuerzo y una larga caminata pero el tiempo pasó muy rápido y después de un par de horas era tiempo de despedirse, su chofer la esperaba a unas calles y como si fuera la oportunidad que esperaba en un loco impulso Christian se ofreció a acompañarla y ayudarla a cargar sus compras, "no quiero causar molestias yo...", Christian la interrumpió e insistió tanto que no tuvo más remedio. Caminaron en silencio hasta que llegaron a la camioneta de María Milagros donde finalmente Christian se atrevió a preguntarle si podían verse en El Rosario mientras la veía fijamente a los ojos, María Milagros se ruborizó un poco de pronto y desvió la mirada, "supongo que sí, no es un pueblo muy grande", Christian le agradeció y le tendió la mano que María Milagros dudo un poco en estrechar pero cuando finalmente lo hizo el acto se volvió tan cálido y sincero que un suspiro entrecortado se le escapó, el tiempo se detuvo por un instante y sus miradas se cruzaron creando un ambiente fresco y nuevo, María Milagros rompió el contacto de pronto y regresaron a la realidad justo en el momento que don Lorenzo llegaba, "Christian de toca manejar de vuelta". María Milagros sonrió y los despidió con una mano al aire mientras Christian tomaba el volante. Cerca de llegar al pueblo don Lorenzo le pidió a Christian que bajara la velocidad y que se detuviera a la orilla del camino, "¿Ves esa pequeña cabaña?", Christian asintió sin entender lo que pasaba, "Era de tu papá, él compró este terreno y comenzó a construirla, pero por uno y otro contratiempo no pudo terminarla, otro día con más calma vendremos para que la conozcas bien".
El primer sentimiento que experimento Christian al conocer a sombra fue de temor, yegua grande, negro azabache, briosa y arisca como no había visto nunca, su tío Lorenzo le explico que había sido de su papá y por lo tanto le pertenecía, pero ni Christian, ni su madre pensaban que fuera una buena idea, "Es cuestión de que se conozcan nada más, Azucena te va a enseñar lo que haga falta", don Lorenzo jaló del brazo a Miranda hacia dentro de la casa mientras esta decía más de un argumento en contra de aquella decisión, Azucena sujetaba las riendas sonriente preguntando a su papá si podían salir, "con cuidado nada más y no se tarden mucho". Christian monto en ancas y no pudo negar que fue una de las más gratas experiencias el sentir el aire fresco rozando su cara, al galope se aferraba fuerte a la cintura de Azucena disfrutando del paisaje hasta que de pronto noto cierto temblor en su prima, sus cuerpos estaban tan juntos que solo el aire podía pasar por en medio de estos, "¿Azucena estas bien?", ella le contesto nerviosamente y luego suspiró, casi enseguida se detuvieron en un área del tamaño de una cancha de fútbol con la hierba a ras del suelo, Azucena le pidió a Christian que bajara y luego ella desmontó también, le dijo que eso era el llano y que su papá lo había mandado a arreglar para jugar fútbol cada vez que llegaba al pueblo, "aquí te enseñaré a montar", ante la sorpresa de Christian su prima comenzó a darle indicaciones, "tienes que hablarle para poder ganarte su confianza, es muy rebelde al principio, pero después te será muy leal", Christian obedeció a Azucena sin saber exactamente lo que tenía que decir, su prima la observaba sonriente, "trata de acercarte y acariciarla", en el primer intento la yegua se echó hacia atrás bruscamente asustando a Christian, pero Azucena le insistió para volver a intentarlo, finalmente después de algunos intentos Christian lo logró entre aplausos y ovaciones de Azucena, después descansaron por un rato en el que Azucena le platico como su papá le había enseñado a tratar y cabalgar a sombra, "Espero poder aprender de ti tan bien como aprendiste tú de papá, y que me ayudes a terminar la cabaña que él ya no pudo". Al escucharla Azucena suspiró hondo y sonrió con nostalgia.

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Huir o morir
AventuraChristian y Maria Milagros están enamoradas, pero el padre de la segunda jamás aceptará esa relación, cuando ya no pueden amarse a escondidas en el pueblo la única opción es huir, pero sí sus planes son descubiertos el final más posible es la muerte...