Guillermo era apenas un par de años mayor que María Milagros, pero presumía de una personalidad seria y fuerte, sus acciones también reflejaban mucha madurez y responsabilidad, parecía el partido perfecto para cualquier mujer, excepto en la que a él le interesaba, o eso pretendía hacer creer.
“Sabe montar muy bien como para ser maestra, pensé que usted prefería distracciones distintas a las del campo”
“No entiendo el por qué, usted no me conoce”, “No tengo que hacerlo, si yo decido que usted me convence para mi mujer, su padre no tendrá inconveniente y usted estará conforme si tiene a lo que está acostumbrada”, “Mi meta de vida no es conformarme, le repito que no me conoce como para afirmar algo así, pero eso debe ser normal en hombres como usted y mi padre, que están acostumbrados a imponer su voluntad”
“No me compare con su padre, que usted tampoco me conoce”, “Entonces deje de actuar como él y aprenda a observar y escuchar antes de juzgar a los demás”. Guillermo la observó en silencio, admirado y sorprendido de encontrar algo que no esperaba, después de eso el paseo no se prolongó mucho ante la incomodidad tan obvia de ambos.
María Milagros se enteró por los primos de Christian que se había ido unos días a la capital, la tristeza la invadió tanto que era difícil ocultarlo ante los demás, Susana, su madre fue la primera en notarlo, pero no se atrevió a preguntar, como siempre temerosa de la reacción de su esposo si él se percataba que algo raro pasaba con su hija, prefirió pensar que no era nada importante y que solo estaba nerviosa por el acercamiento con aquel a quien su padre veía como un prospecto perfecto de marido para ella.
En el siguiente encuentro con Guillermo, la angustia y la tristeza de María Milagros era tan notoria que no pasó desapercibida para él, pero, aunque se condujo con más propiedad y consideración, evitó preguntar algo que no estaba seguro de querer saber, ella realmente parecía ser totalmente diferente a su padre, pero para estar convencido él necesitaba tiempo y convivencia, no podía precipitar su decisión, si implicaba lastimar sin razón.
Las dos semanas, que fueron demasiado rápidas para Christian y eternas para María Milagros, llegaron a su fin y el reencuentro entre ellas se dio en la iglesia, don Julián, que no acostumbraba asistir, había acompañado a su esposa e hija esta vez. Christian con toda intención ignoraba a María Milagros, mientras que ella muy discreta no dejó de verla durante toda la misa, al final cuando se dirigían hacia la salida, Guillermo se acercó a saludar a María Milagros, la intención de don Julián se hizo clara y lo saludo tan efusiva y exageradamente que logró incomodar, Christian no pudo desviar la mirada y entonces los ojos de ambas se encontraron, tuvieron que hacer un esfuerzo por evitar las lágrimas, Christian salió rápidamente que para cuando Guillermo volteó ya no pudo verla, pero si a María Milagros y su reacción.
La invitó a dar una vuelta por la plaza y ante la mirada de su padre ella se sintió obligada a aceptar, pero su pensamiento se encontraba muy lejos de ahí. Guillermo empezaba a sentir empatía por ella, incluso la encontraba linda y atractiva, pero al observarla sabía que ella no sentía lo mismo, tenía que partir a la capital por unos días, pero quería hablar con ella antes, para decidir seguir con sus planes o despedirse definitivamente.
“¿María, usted no se lleva bien con su padre?”, aunque le sorprendió la pregunta, María Milagros contestó honestamente.
“No, nada bien, lo respeto y obedezco porque es lo que se me enseñó, pero sus ideas y acciones están muy lejos de lo que yo considero correctas”, “¿Si yo pidiera su mano, estaría dispuesta a aceptar?”
“No, acepte conocerlo y tratarlo para evitar un enfrentamiento con mi padre, pero esperaba que usted desistiera de sus intenciones al sentir mi indiferencia, aunque mi opinión no les importe en lo absoluto”, ella lo vio a los ojos y él suspiró con un poco de tristeza y resignación.
“¿Está enamorada de alguien más?”
“Si, de una persona que mi padre jamás aprobaría, pero por quien yo estoy dispuesta a correr cualquier riesgo”
Una lágrima corrió inevitable por su mejilla, conmovido él se apresuró a quitarla con su mano, para también poder acariciarla brevemente.
“No todo tiene que ser siempre como su padre quiera, creí que usted pensaba igual a él, pero si no es así, tendré que rechazar su propuesta, fue una agradable sorpresa conocerla María”
Mientras él se alejaba, María emocionada lloró y sonrió de felicidad y alivio.

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Huir o morir
AbenteuerChristian y Maria Milagros están enamoradas, pero el padre de la segunda jamás aceptará esa relación, cuando ya no pueden amarse a escondidas en el pueblo la única opción es huir, pero sí sus planes son descubiertos el final más posible es la muerte...