CAPÍTULO IV

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Para llegar a "El Rosario" se usaban dos autobuses, Christian sonrió imaginando la gran aventura que les resultaría a sus amigos, sobre todo este último camión para llegar al pueblo, donde se mezclaban los olores de personas y animales generando un molesto dolorcito de cabeza, el camino en su mayor parte de terracería no ayudaba mucho y durante todo el viaje brincabas en el asiento como si fueras en una carreta, lo único que valía la pena y distraía un poco el viaje era el airecito fresco que entraba de vez en cuando por la ventana y el paisaje en esa temporada totalmente verde de árboles frondosos, la primera vez que Christian había visitado el pueblo tenía solo cuatro años y no lo recordaba y la segunda vez una semana atrás no había puesto mucha atención como ahora que apreciaba cada hermoso y pequeño detalle. La bienvenida fue igual de afectuosa y calurosa que la primera vez, después de almorzar toda la familia fue al río como lo hacían cada domingo, la idea le pareció muy buena a Christian pensando en que quizá podría aparecerse María Milagros, el agua era bastante fría y después de nadar un rato Christian se sentó bajo los rayos del sol, su prima Azucena se acercó con un par de mangos y le ofreció uno, "¿cómo les fue en la ciudad?", Christian le platico detalladamente las convivencias con sus amigos y su prima la escuchaba atenta y emocionada, "¿nunca has ido a una ciudad?", "Sí a la capital, pero solo de pasada y ya", Christian le contó entonces muchas cosas acerca de su vida en la ciudad, de la escuela y las aventuras con sus amigos, azucena rió divertida después de haber escuchado a Christian por un tiempo, "¿qué te causa tanta risa?", Azucena se disculpó y le explicó que su manera de hablar le hacía un poco de gracia, Christian se rió también entonces y Azucena continuó hablando, "me gusta como hablas, tu voz es muy bonita y clara, además de que se ve que sabes muchas cosas, pero es la primera vez que te escucho hablar tanto y pues me dio risa", Christian la observó detenidamente por unos segundos y notó que aparte de guapa su prima parecía ser muy lista, "¿qué estás estudiando Azucena?", "pues ahorita ya nada, solo termine la prepa abierta en Las Margaritas porque no hay más escuelas cerca y pa' una carrera hay que ir hasta la capital", "no veo cual es el problema", Azucena se quedó en silencio por unos minutos pensando antes de contestar para finalmente confesar a su modo que tenía un poco de miedo de alejarse demasiado de su pueblo y después no saber cómo regresar, "¿Lo dices por mi papá?", "No claro que no, mi tío Joaquín que en paz descanse siempre supo cómo regresar pero lo que realmente él quería estaba en la ciudad", Christian lanzó un suspiro y sonrió al recordar a su padre, "¿Conviviste mucho con él cuando vino por acá?", Azucena comenzó entonces una larga y agradable plática contando algunos detalles divertidos y significativos de las visitas de su tío Joaquín, en algún momento la emoción la superó y una lágrima escurrió por su mejilla pero la limpió discretamente, aún así Christian lo notó y pudo sentir un nudo formándose en su garganta por lo que prefirió permanecer en silencio, "me enseñó muchas cosas y siempre me apoyó y respetó desde el principio, le debo demasiado y por eso superar su ausencia es algo muy difícil y doloroso", la viva imagen de su padre tomo forma en la mente de Christian y tuvo que pasar saliva para poder hablar, "no imaginé que tú y papá fueran tan cercanos y unidos", Azucena sonrió y suspiró hondo, "fue como un segundo padre para mí, pero tienes razón en desconocer algunas cosas, tú eres más de ciudad que él", Christian sintió un poco de agresividad en las últimas palabras de Azucena, "Sí tienes razón, hay muchas cosas que yo no sé de este lugar, ni de ustedes, pero mi papá me enseñó lo suficiente para entender, respetar y apreciar a todo y a todos por su valor sin importar lo diferente que sean", "Se me figuró eso cuando te conocí, me lo recordaste a él", Christian sonrió con satisfacción y orgullo, se hizo entonces un breve silencio que fue interrumpido bruscamente al escucharse el relincho de un caballo, al voltear se encontró con un imponente animal, cenizo reluciente, de grandes y onduladas crines, musculoso y de largas piernas, hacia la combinación perfecta con su jinete, María Milagros vistiendo al mero estilo campirano dominaba con maestría el potro, el corazón de Christian comenzó a latir con rapidez y su frente se llenó de sudor, "Buenas tardes", toda la familia contestó con un acento de familiaridad, el tío Lorenzo continuó una breve plática con la maestra antes de presentar a Miranda y a Christian, María Milagros les dio la bienvenida con una sincera y radiante sonrisa que Christian correspondió con mucho mayor emoción que su madre, enseguida María se despidió y arreo su caballo internándose en el monte, Christian la siguió con la mirada y suspiró, su mamá le hablo al oído, "Ahora entiendo todo, tienes buen gusto", "igual que papá", Christian le hizo un guiño y su madre sonrió ruborizada. Por la tarde Christian fue a la plazuela en compañía de Azucena, quien le aseguró que en una esquina de esta había recepción del celular, afortunadamente así fue y Christian pudo platicar con sus amigos, bajo la insistente y curiosa mirada de Azucena.

Huir o morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora