XIV

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JAEMIN

Estaba caminando como sobre un colchón de nubes, de esas que parecen algodón de azúcar, y no era una exageración mía, aunque siempre suelo exagerar las cosas de más, pero ahora tenía una razón de hacerlo. 

Jeno había dicho la palabra con "a" y pues para mi corazón esa fue la cereza que coronó el pastel de unas semanas increíbles a su lado.

Estábamos sentados en el césped de su casa después de dar miles de vueltas por el lugar, me había mostrado en donde guardaban los automóviles y el lugar exacto en donde escondía la motocicleta de su padre que usualmente sacaba sin el permiso de su abuelo y a escondidas, pero con la tutela de Doyoung, claro que bajo ciertas reglas y restricciones. 

La mansión poco a poco se iba haciendo más acogedora a medida que Jeno me relataba historias de ella, lugares que solía habitar cuando era más pequeño, detalles de cada rincón y los motivos de algunas de las decoraciones dentro y fuera del lugar, como ese pequeño huerto bastante desordenado en donde Jeno y su abuela solían plantar tomates y hiervas, pero un día el pequeño Jeno tiró las semillas por todos lados y los tomates comenzaron a crecer fuera de la huerta... dejándola con espacios vacíos y un desorden impresionante, con una pequeña ampliación, o así es como le llamó él ante su tan divertida historia de por qué había un huerto bonito pero un tanto desordenado y alborotado, pero repleto de plantas y por sobre todo, lleno de tomates en toda partes.

- Eras un bobo... que no sabias que si tiras semillas al suelo las plantas crecen.

- Claro que sabia, lo que no sabía es que de verdad se necesitaran tan pocas semillas para que crecieran semejante cantidad de plantas.

- Y dime, ¿te gusta el tomate? Debe de encantarte si tiraste como loco las semillas.

- La verdad... después de esa masiva invasión de tomates, creo que los comimos de todas las formas y maneras posibles, algunos de ellos son entregados a granjeros para que los puedan vender, claro sin recibir nada a cambio, de todos modos, aquí solo crecen y crecen hasta desbordar el pequeño huerto. Pero respondiendo a tu pregunta, si... me encantan, no pueden dejar de gustarme, aunque haya casi explotado por comer tantos.

Reímos, no me imaginaba lo que sería ver a un pequeño Jeno reventando en tomates.

- Te robare algunos... podría hacer una rica pasta con salsa natural en casa.

- Claro, le diré a Doyoung que te guarde algunos.

- Gracias Jen...

El día estaba precioso, estábamos sentados disfrutando del jardín y de los árboles que nos regalaban de un poco de sombra y viento, nos acurrucamos solo un poco, y de forma no tan obvia en caso de que necesitásemos separarnos rápido antes de que alguien nos viera. Era perfecto, claro, me gustaría estar aún más abrazado a él, pero el solo hecho de estar con él, ahora en este preciso momento, lo hacía perfecto.

- Sabes, nunca te pedí una cita.

- ¿Esto no es una cita? Que mal educado señor Jeno, me invitó a su morada sin haberme pedido una cita antes, que dirían en la época victoriana sobre esto.

- Te hablo enserio...

- Pero si ya hemos tenido muchas citas, recuerdas esa vez cuando... y cuando fuimos a...

Dulce Trofeo | Nomin | NorenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora