Aquel día habíamos ido con mi mejor amiga (July) a una fiesta de cumpleaños cerca de la casa de mi novio, cómo se nos hizo tarde nos quedamos a pasar la noche en la casa de él, su cama era lo suficiente grande para que durmiéramos tranquilamente los tres, por supuesto yo me quedé en medio de los dos y por lo cansada que andaba no tardé en dormirme, creo que Ryan también se durmió.
En la madrugada sentí que me zarandeaban para que me despertara, era Ryan que quería que saliéramos de la cama.
—¿Que sucede amor? —le pregunté.
—Vamos a la sala.
—Tengo sueño —me negué.
—Entonces me voy solo —dijo levantándose.
—No queriendo que se enojara me fui con él.
En cuanto llegamos al sofá comenzó a besarme y a acariciarme, yo hice lo mío y al bajar mi mano a su entrepierna lo encontré bien excitado.
—Mmm… que rico te has puesto, ¿estabas soñando? —Le pregunté.
—No, cuando desperté la puta de tu amiga me estaba masturbando —me dijo entre besos y caricias.
—¿Quee? —le pregunté sorprendida
—Así como lo oyes, la mueve rico la condenada —dijo introduciendo un dedo en mi vagina.
—Si quieres le digo que venga en mi lugar —renegué al tiempo que él removía su dedo dentro de mí y me hacía gemir.
—No, si la quisiera a ella no te habría despertado, creo que habríamos cogido encima de ti y no hubieras despertado.
—Gracioso —dije suspirando.
Nos olvidamos de todo diálogo y continuamos en lo nuestro. Hizo que me recostara en el sofá y me subió la falda, me quitó la tanguita, la guardo en la bolsa de su pants, se arrodilló frente a mí y pasando mis piernas por encima de sus hombros con su boca se fue directo a mi vagina. Sus caricias eran ansiosas, su lengua buscaba llegar lo más profundo que podía y su pulgar acariciaba mi clítoris haciéndome suspirar, yo como loca movía mis caderas acompasando su ritmo, enredé mis piernas alrededor de su cuello atrayéndolo más hacia mí. Mis gemidos eran cada vez más pronunciados y altos.
—Calla o despertaras a mis papás —dijo Ryan dejando de hacer lo que estaba haciendo.
Le bajé la cabeza para que continuara su faena y le dije:
—Lo siento, pero quiero que ella escuche lo rico que me estas cogiendo.
La habitación de Ryan estaba a la par de la sala, la de mis suegros por fortuna estaban al fondo de la casa, quien sí creo que me tuvo que haber escuchado fue mi cuñada, pero estaba su novio con ella así que tendría para desquitarse.
Sentí sus labios moverse cuando se rio de mis intenciones, su lengua ahora acariciaba mi clítoris y pronto lo tomó entre sus labios succionándolo levemente mientras metía sus dedos en mi orificio, haciéndome estallar en un delicioso orgasmo, me comió toda, absorbiendo cada gota de mis jugos vaginales mientras yo veía las estrellas.
Luego que me recuperé de mi orgasmo le devolví el favor haciendo que hoy él se sentara en el sofá y fui yo quien se arrodilló frente a él. Saque su pene del pantalón y lo acaricié con ambas manos presionando levemente su glande con mis dedos, lo tenía muy húmedo y continuaba saliéndole más líquido pre seminal, sabía que estaba a mil y no me costaría hacerlo ver las estrellas tal como él lo había hecho conmigo.
Empecé jugando con mi lengua en su glande mientras lo masturbaba con mis manos, acariciando de arriba hacia abajo desde donde mi boca estaba haciendo su trabajo hasta su tronco, de vez en cuando acariciaba sus testículos presionando levemente, fui introduciéndolo en la boca hasta donde me llegaba y lo demás lo cubría con mis manos, luego lo recorrí entero con mi boca como si estuviera comiendo una paleta helada que comienza a derretirse, lleve mis labios a sus testículos y me metí uno en la boca jugando con él, succionándolo levemente, mientras mis manos continuaban dando atención donde habían abandonado mis labios, hice lo mismo con el otro testículo, él solo suspiraba y de vez en cuando emitía algún gemido leve, le encantaba que jugara con sus testículos en mi boca y a mí me hacía sentir poderosa, prácticamente tenía su vida entre mis manos y mi boca.
Regresé mi atención a su pene y volví a meterlo en mi boca, presionando con mis dedos toda aquella parte a donde mi boca no alcanzaba a llegar, sentir con las yemas de mis dedos como sus venas se iban inflando preparándose para eyacular me ponía más caliente, me encantaba rozar suavemente mis dientes en su glande, cuando por fin se vino me preparé para tragar cada gota de esperma que emanaba de él, ¡vaya que era abundante!, pero aun así no dejé escapar nada.
Cuando terminé mi faena de haberlo limpiado por completo y él había recuperado un poco de cordura, se recostó en el sofá y me jalo indicándome que me subiera en él, cosa que hice encantada porque con la mamada que le había hecho me había vuelto a mojar y estaba pura mantequilla.
Me arrodillé sobre el sofá con él entre mis piernas, rosando únicamente con su glande mi clítoris, «!cómo me encantaba torturarme y frotarme encima de él!», cuando sentí que estaba a punto de terminar detuve los movimientos y espere a que pasaran, me levante levemente y tome su pene con mi mano para inducirlo a la entrada de mi vagina. Mmm… que delicia sentir como me iba llenando, con el tan solo hecho de tenerlo completamente adentro era un éxtasis.
Comencé a moverme rítmicamente de adelante hacia atrás y de vez en cuando en forma circular, pero cuando sentía que iba a terminar paraba de hacerlo.
—Vamos cariño vente para mí —dijo Ryan levantando su pelvis y clavándose aún más profundo, haciendo ahora él los movimientos circulares para hacerme terminar, impidiendo así que lograra mi tercera victoria de detenerme antes de venirme, estalle en un potente orgasmo en el que si él no se hubiera sentado para cubrir mi boca con su boca toda la cuadra hubiera escuchado mis gemidos.
Así abrazados continuamos besándonos y acariciándonos, yo subía y bajaba sobre su pene y de vez en cuando me balanceaba hacia atrás haciendo una enorme fricción sobre mi clítoris, no tarde en volver a venirme y esta vez él conmigo, me trague sus gemidos y él los míos.
Luego de recuperarnos de semejante cogida se quitó la camiseta y limpiamos con ella el desastre que habíamos hecho en el sofá, por suerte eran de tela que no se hacía brillosa, sino mañana todos sospecharían de lo que ahí había sucedido, bueno, ¡eso en caso que no los hayamos despertado!
Ya no dormimos en la habitación, solo regresé a ella por una camiseta para Ryan, otra para mí y una cobija para arroparnos, dormimos muy rico apretaditos en el sofá donde recién acabábamos de follar.
Mi amiga supuestamente no se dio ni por enterada, pero era obvio que se había metido dedo porque cuando entre en la habitación su respiración no tenía el típico compás que tiene cuando uno duerme.