⊹ ₊‧Apariciones justas‧₊⊹

11 1 8
                                    


Se lanzó sobre su hermano mayor. Lo hizo sin medir la fuerza, cosa que hizo que ambos acabasen el suelo (y, por poco, yo también). Kaneshiro abrazaba a su hermano como si no quisiese volver a dejarle irse, y su hermano correspondía al abrazo con una tranquila y agradable sonrisa. 

El resto sólo mirábamos, pero con expresiones alegres o cálidas por la bonita reunión entre aquellos hermanos. 

-E-Estás vivo... -tomó un poco de aire y continuó susurrando-. No sabes cuánto me alegra, todos estos años pensé que,... 

-Shhh, tranquilo hermanito. Ya estoy aquí. -Le contestó Arashiro con su pequeña pero cálida sonrisa mientras acariciaba el pelo de su hermano pequeño.

El pobre Kaneshiro no pudo evitarlo y alguna que otra lágrima fue recorriendo su rostro, a pesar de que ningún sonido salía. 

Fue la reunión más bonita que había presenciado en muchísimo tiempo, y estaba feliz porqué sabía que, en cierta parte, se reunieron gracias a mí.

No hace falta entrar en muchos detalles más, pues todos sabemos cómo suelen ir las cosas en reuniones como esas. Estuvimos horas y horas ahí, con ambos hermanos poniéndose al día con todos los años que habían transcurrido desde que supieron por última vez el uno del otro. 

Todavía no habíamos llegado a explicarle el por qué vestíamos casi todos ''iguales'' (por el uniforme y la organización para la que trabajábamos) cuando un cuervo nos interrumpió.

-¡¡Ruaack!! ¡¡Ruack!! ¡La hashira Hanamisaki Miley, acuda a ******! ¡¡Ahí se encontrará con Niwa Miyuki, su compañera de misión!! ¡Ruaack! -Graznó el malparido de mi cuervo. 

Su voz llegaba a ser muy irritante, además de que siempre venía en los momentos más oportunos. A día de hoy me seguía preguntando por qué Miyuki no se nos unía más a menudo cuando estábamos todo el grupo, o casi, pero bueno. 

Nada más escuchar al cuervo, el pobre Arashiro saltó del susto, que, para entonces, ya estaba sentado en un sillón y no tirado en el suelo como antes. 

La mayoría de nosotros no pudimos evitar reírnos por lo bajo, y le dejé en sus manos a Kaneshiro explicarle todo esto a su hermano.

Mientras me incorporaba me despedí con una sonrisa, me aseguré de que mi katana estuviese bien colocada, y me fui.

Llegué al lugar lo más rápido posible. Una vez me reuní con Miyu ideamos un plan y fuimos a por los demonios de la misión.

Durante prácticamente toda la pelea, tuve la sensación de que alguien nos estaba observando, pero traté de no prestarle demasiada atención a ello, pues un paso en falso podría costarme la vida. A mí, y a Miyuki.

Minutos después, cuando creímos haber vencido a todos los enemigos del lugar, me percaté, demasiado tarde, de que uno se dirigía a atacarme por detrás. Uno que se había escapado de nuestro alcance. Miyuki, que estaba en frente mía, iba a advertirme. Que, por cierto, la katana de Miyu se había quedado atorada en una roca por una parte de la pelea. Lo malo aquí es que ella tampoco se había percatado de él antes, y eso nos dejaba bastante confusas.

Dado que no iba a tener apenas tiempo para tratar de esquivar su ataque, pues tan sólo unos segundos le separaban de mí, lo mejor que pude hacer era prepararme y aceptar mi destino, fuera cual fuese. 

Justo cuando pensé que iba a recibir el golpe de llano, escuché chocar el filo de una katana con el arma de hacer demonio, que era una especie de mezcla de una lanza y una guadaña. Aquel sonido me sorprendió muchísimo y no sólo porque alguien inesperado estaba ahí con nosotras, sino que, también, fuera quien fuese, había acabado con el demonio. Y me había salvado el pellejo, eso estaba claro. Antes de girarme a ver de quién se trataba, pude discernir una expresión de sorpresa en Miyuki. Pero no una cualquiera, era cómo si ella conociese a esa misteriosa persona que me había salvado seguramente, la vida.

-¿Estás bien? -Me preguntó una voz femenina, la misma que estaba detrás mía. Tenía un tono cálido y amable, aunque sonaba algo preocupada (como era obvio en esta situación).

Antes de que me diese tiempo a girarme, aquella joven de cabello negro y recogido se puso en un ángulo de vista en el que tanto mi compañera como yo pudiésemos verla. Tenía unos ojos de un lila calmado, que transmitían el mismo nivel de paz que los de Miyu. Ahora que me fijaba bien, se parecían bastante entre sí. 

Asentí con una expresión algo más calmada.

-Sí, sí. Muchas gracias, le debo una...

-No tienes que agradecerme nada, debía hacerlo. No podía permitir que nada os pasase por bichos como esos. -Me aseguró, riéndose un poco por la expresión que ella misma había usado.

Antes de que pudiese seguir la conversación de alguna manera, aquella mujer se acercó a Miyu y le devolvió su katana que, sorprendentemente, era la que había usado para salvarme el pellejo.

Ella ni siquiera estaba todavía lo suficientemente cerca como para alcanzarle la katana a mi amiga, pero ella saltó sobre ella y la dio un abrazo que pa' qué dos.

-¡¡Lady Tamayooo!! -Se notaba la nostalgia en la voz de ésta, y también se notaba que la había echado mucho de menos.

Al pensar en que me sonaba ese nombre, finalmente uní las piezas del rompecabezas y me ubiqué en quién era, o eso creía. El caso es que tenía mayor idea ahora que antes.

Tamayo correspondió al abrazo de Miyuki, y una mano la situó en la parte de detrás de la contraria. Se podía notar que la relación entre ambas era ciertamente íntima, pues se conocían de hacía ya mucho tiempo.

-Hola, mi niña. -Sonrió.

-¡Te he echado tanto de menos! -Dijo con más de una lágrima saliendo por sus ojitos de la emoción-.

Siguieron conversando un rato y, yo, estaba a lo mío.

Entrecerré los ojos, de nuevo analizando las similaritudes entre ambas. ¿Eran parientes? ¿Era simplemente casualidad? De verdad quería preguntar, pero no quería interrumpir la reunión de ambas.

-Así que, Tamayo... -Pensé.

En cuestión de apenas segundos, mis neuronas conectaron más rápido que nunca. Ya sabía de qué me sonaba tanto, y también sabía qué era...



CONTINUARÁ...

⊹La historia de Miley Hanamisaki⊹ ₊‧[Demon Slayer AU]‧₊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora