⊹La historia de Miley Hanamisaki⊹ ₊‧[Demon Slayer AU]‧₊

⊹ ₊‧¿Será la venganza posible?‧₊⊹

Dábamos todo de nosotros, pero lo único que conseguíamos hacer por el momento era contrarrestar sus ataques.

No había una sola brecha en sus movimientos que nos diese la oportunidad de atacar, cosa que nos dejaba en claro la desventaja que teníamos a pesar de ser más.

Kiriyami intentaba ir a por alguien en concreto, pero se lo impedíamos todo el rato.

La pelea era eterna, además que era lo mismo todo el rato, puesto que ella seguía con ataques normales pero fuertes, y nosotros lo único que podíamos hacer era defendernos.

Intentamos despistarla, o desorientarla, para darle alguna oportunidad a Miley de atacar, pero era imposible.

No teníamos oportunidad, pero no nos podíamos rendir. 

A la media hora de pelear sin avance alguno (además de habernos agotado un poco), Kiriyami se cansó de esto, y activó su Kekkijutsu.

Sabíamos que valimos madres en el momento en que la oímos pronunciar aquellas palabras, pero no nos íbamos a rendir.

De hecho, al cabo de un rato, estábamos heridos, pero no de tanta gravedad aún. Fue entonces cuando llegó. Apareció otro pilar, Iguro Obanai.

Nos ayudó a sobrellevar la pelea, y se notaba que ahora la demonio oponía más resistencia, y que la costaba más esquivar ataques.

Aún así, era temprano para dar por ganada la batalla, así que no podíamos despistarnos. Ideábamos planes con la mirada, y la atacábamos desde distintos puntos, así consiguiendo hacerla las primeras heridas en lo que llevábamos de combate.

A pesar de que ésta se regeneraba rápido, no era tan rápida como otros demonios, así que nos daba tiempo a aprovechar y atacar más veces.

En un momento llegamos a un punto en el que a la demonio la empezaba a costar regenerarse a la misma velocidad a la que lo solía hacer, y eso nos dio un poco de esperanza.

Poco después, encontramos una brecha entre sus ataques y su kekkijutsu, y tanto Iguro como yo nos lanzamos de cabeza. Él desde la derecha y yo desde la izquierda, clavamos nuestras katanas en el cuello de la demonio, y con todas nuestras fuerzas, la conseguimos decapitar.

Aunque a pesar de ello, parecía que la pelea no había acabado. La habíamos decapitado, pero su cuerpo no se desintegraba. Fue ahí donde nos empezamos a preocupar. Si su punto débil no era la cabeza, ¿qué sería? Teníamos claro que Kiriyami era un solo demonio, y que no dependería de otro para morir (como Daki y Gyutaro), y no sabíamos qué podría ser el punto débil de ella.

Nos empezamos a desesperar cada vez más y más, rezándole al de arriba. Cuando, de repente, su cuerpo comenzó a desintegrarse. Aparentemente, la cabeza sí era su punto débil, pero tardaba un rato en empezar a desintegrarse por si tenía la oportunidad de volver a juntarla con el cuerpo. Gracias a dios que Iguro la tenía atrapada por el cuerpo, y nosotros teníamos agarrada la cabeza, ambos bien separados de la parte contraria.

Cuando finalmente murió, el grupo no pudo evitar darse un abrazo (yo incluido). Nos abrazábamos, algunos con unas pocas lágrimas, felices por haber vengado a nuestro amigo, y mi hermano.

-Ahora podrás descansar en paz, hermanito. -Pensé con una pequeña sonrisa-. Allá donde quiera que estés.

Mientras nosotros nos abrazábamos, Iguro nos miraba desconcertado. Su cara parecía estar diciendo, literalmente, ''¿qué mierdas les pasa a estos críos?''

Después de aquello, tuvimos que pasarnos por la finca mariposa de nuevo para que trataran nuestras heridas, per no estábamos tan mal como para tener que quedarnos ahí.

[Pasado un año]

Es curioso, porque a pesar de que dije que prefería declararme a quien me gustaba antes de que fuera demasiado tarde, aún no lo había hecho.

En fin, todo iba bien entre nosotros, teníamos una amistad bonita... Pero había un problema. Ese alguien ya gustaba de otra persona. 

Claro que yo no perdía las esperanzas, aunque le deseaba suerte. Porque si yo le veía ser feliz, yo sería feliz. Sin importar si estaba o no a mi lado. 

Estaba paseando, montando una pequeña guardia con Wakabayashi.

-Oye Eiji. -Hablé entre el inmenso silencio que había desde que salimos.

A pesar de que habíamos estado en silencio todos estos minutos, sumergidos en nuestros pensamientos, no era para nada incómodo. De hecho aquel silencio emitía una paz que rara vez llegábamos a experimentar desde que nos uníamos a los cazademonios.

-Dime. -Contestó.

-¿Tú alguna vez te has enamorado? O bien, ¿te gusta alguien en el momento? -Pregunté sin miedo al éxito.

-Mmhh... Es una buena pregunta. Y la respuesta es fácil, sí, y sí. -Contestó sincero y con una amplia y cálida sonrisa.

-Omaga. -Exclamé en asombro-. ¿Puedo saber de quién se trata?

-Oh, ehh... Por ahora prefiero mantenerlo en secreto. ¿Y a tí? -Respondió.

-También. -Respondí sincero con una sonrisa-. ¿Qué te parece esto? Cuando estemos listos para revelar quién nos gusta, seremos el primero en saber quién le gusta al otro.

El contrario me dirigió una sonrisa.

-Claro, es una buena idea. -Contestó.

Le devolví la sonrisa y continuamos caminando, en un largo pero cómodo silencio. Ambos estábamos sumergidos en nuestros pensamientos, y el silencio se podía disfrutar en aquel ambiente.

Estuve pensando en su momento sobre los demás integrantes del grupo y más cosas. Por supuesto, también pensaba en mi hermano.

Sabía que conseguimos vengarle, pero aún no me sentía satisfecho. Me sentía tan incompleto ahora... Por fin nos habíamos reunido, viendo que el otro seguía con vida... Para que la cosa terminara así.

Supongo que ya no habría nada que pudiera llenar ese vacío de mi alma desde entonces. 

Para no ponerme de bajón, cambié de tema en el que centrarme, y traté de pensar en cosas alegres o algo por el estilo.

Estuvimos así unos 40 minutos, hasta que noté un cuervo picoteándonos y tirando de nuestros uniformes con su pico. Aparentemente, llevaba 5 minutos tratando de conseguir que le hiciéramos caso, pero estábamos tan metidos en nuestros pensamientos que no nos dimos cuenta.

Parecía que era un asunto de sumamente importancia, y que era bastante urgente. Eso antes de que nos diéramos cuenta no parecía ser tan importante, pero ahora el cuervo estaba como loco. En cuánto escuchamos sus palabras, nuestros ojos se abrieron como platos.

CONTINUARÁ...