011

58 10 6
                                        

𝚜𝚘𝚏𝚝𝚌𝚘𝚛𝚎

Después de ir a dejar a Beomgyu a su casa, con toda la preocupación y dolor del mundo, yo me dirigí a la mía.

El beso que me había dado antes de irse me había calmado un poco así que estaba sonriendo como un estúpido mientras conducía. Me la había pasado demasiado bien con el esa tarde... nos habíamos besado tantas veces que había perdido la cuenta y todo esto me hacía preguntarme qué mierda iba a pasar después.

Es decir, yo le había dicho a Beomgyu que nada de eso tenía por qué afectar nuestra amistad, cosa que es un tanto irónica ya que ese beso no fue el único. Incluso habíamos llegado a otros extremos, es decir, casi teníamos sexo y hoy llegamos a hacer cosas más íntimas, no llegar hasta eso pero tener intenciones.

Porque besarse, tocarse y desearse no era cosa de "amigos". Suspiré cuando caí en cuenta de que de nuevo me encontratraba en un dilema provocado por Beomgyu.

Estacioné la camioneta afuera de mi casa y antes de entrar volví a suspirar, la sonrisa que tenía se desvaneció sin dejar indicios de que estuvo ahí, dándole vida a mi rostro. Antes de abrir la puerta ya sabía lo que me esperaba, los gritos se escuchaban casi a tres cuadras de ahí. A veces me sorprendía que la gente de ese vecindario se quedara con lo brazos cruzados, pero no los culpaba ya habían tratado de hacer algo en repetidas ocasiones pero mi mama era como Beomgyu, no importaba cuánto quisieras ayudarla, ella quería seguir ahí, sangrando y sufriendo, por una mierda llamada "amor" pero vamos, eso no era amor, quedarte con un abusivo de mierda que no hizo nada mas que joderte la puta vida a ti y a tu hijo, no es amor.

En mi casa no había espacio para esa cosa.

Entre a la casa y lo primero que noté fueron los pedazos de vidrio que pisé por accidente.

Pegué un brinco cuando un gritó rompió el pequeño silencio que se había formado. Seguido de él vino un golpe. Yo corrí hacia la cocina y me quedé congelado, sintiendo cómo el cansancio y el miedo eran superados por la ira, el enojo y la impotencia al ver que mi mamá estaba en el suelo mientras trataba de evitar los golpes que mi papá le proporcionaba con un cinturón.

Y no sé qué fue lo que me llevó a oponerme, sólo sentí una descarga de adrenalina invadir todo mi cuerpo y en un abrir y cerrar de ojos, mi puño se estrelló contra la mejilla de mi papá y no me detuve, no tomé consciencia de lo que estaba haciendo hasta que escuche las suplicas y sollozos de mi mamá diciéndome que me detuviera. Me detuve y sentí como una culpa combinada con satisfacción me invadía, el rostro de mi papá estaba hecho mierda y la sangre no dejaba de brotar de las heridas que le había hecho.

Me separé de él y miré a mi mamá, la cual me dio una bofetada.

— ¡¿Qué mierda te pasa?!— me gritó y fue ahí cuando me percaté de las lágrimas que caían por mis mejillas

No dije nada, me quedé paralizado mientras veía mis manos bañadas en sangre, retrocedí unos pasos mientras veía como mi mama ayudaba a mi padre a ponerse de pie. Salí corriendo a mi cuarto, como cuando era pequeño y no podia hacer nada, pero ahora con la gran deferencia, de que sí había hecho algo, porque tenía la fuerza, la estatura y un golpe de valor que ni yo sabía de dónde había salido.

Intenté limpiar mis manos temblorosas con mi playera. Las lágrimas no tenían intenciones de detenrse asi que sin poder ni querer hacer nada me quedé en el suelo en posición fetal. Después la culpa, se convirtió en enojo, me puse de pie y comencé a arrojar cosas al suelo mientras gritaba, como si eso fuese a solucionar todos mis putos problemas.

 Después la culpa, se convirtió en enojo, me puse de pie y comencé a arrojar cosas al suelo mientras gritaba, como si eso fuese a solucionar todos mis putos problemas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ékstasi | yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora