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ㅤㅤDIA 5: Noche del 01 de agosto del 2022. 19:47 PM.

A pesar de los los múltiples intentos de Rindō por concentrarse en estudiar, nada lo estaba ayudando y era en ese preciso momento en que estaba sentado frente al escritorio de su cuarto que se hallaba jugueteando con la goma de su lápiz, con los apuntes de historia y un libro abierto de par en par.

Abultó los labios ante la incesante necesidad de hacer algo más que estudiar, pero que no le permitía el sentido de responsabilidad debido a que debía esforzarse para los último exámenes. De inmediato una buena idea le surgió para despabilarse de aquella sensación : ir a comprar algo dulce.

Se levantó así de su asiento y salió de su cuarto, vistiendo apenas un short oscuro y una playera color durazno fue que bajó las escaleras con suma pereza. Pasó apenas por la sala donde miró a Ran mirando la televisión comiendo a la par una paleta helada.

─ Voy a la tienda, ya vengo. ─ Avisó a su mayor en voz alta, obteniendo como respuesta un manoteo al aire de su parte.

Se colocó las sandalias que mantenía en la entrada, se guardó las llaves de la puerta y así fue que salió del hogar. Atravesó el portón que había antes de estar en la acera y, una vez ahí, giró a la derecha en dirección a la tienda más cercana a su casa. No había un ambiente frío, era más un ambiente refrescante, algo justo para despabilarse de sus responsabilidades.

La tienda más cercana a la casa dónde vivía estaba aproximadamente a unos quince minutos caminando. No le importaba mucho ya que no era quisquilloso cuando de caminar se trataba, pero si había una emergencia no le parecía lo más idóneo que aquella tienda quedara tan lejos.

El barrio donde vivían era tranquilo, las casas estaban bien cuidadas y por lo regular siempre estaba iluminado, así que en temas de inseguridad nunca se había preocupado; nunca en toda su vida había escuchado que pasara algo malo ahí, y esa noche no era la excepción.

Parecía que estar consumido en sus pensamientos le hizo llegar pronto, pues apenas y alzó la vista y ya estaba a escasos pasos del lugar, en espera de encontrar algo que le satisfaciera. Casi como si las fuerzas del destino le hubieran leído la mente y hubieran accedido a sus más profundos deseos, cierta chica de cabellos azules se acercaba por la calle lateral a la tienda, cargando con ella una de esas bolsas reutilizables y vistiendo un short de color oscuro junto con una sudadera.

Sintió las mejillas enrojecer al mirarla sin el uniforme escolar, pero más se sintió cohibido al verse a él mismo con un vestuario tan deplorable como el que vestía en esa noche. En su mente se planteó el esperar a que la chica se fuera para que no le mirara de esa manera, pero demasiado tarde fue en el instante en que escuchó la voz de la fémina hacia él.

─ ¿Rindō? No creí verte por aquí. ─

Demasiado tarde para esconderse, no le quedó de otra más que acercarse a la chica con una sonrisa amigable, mientras zurda colocaba sobre su nuca rascando suavemente esta.

─ Hola Souya, estoy igual de sorprendido que tú ¿Vives cerca? ─

La chica asintió, señalando con su índice la calle por la que había llegado.

─ Vivo a una cuadras por allá, es la tienda que me suele quedar más cerca. ─

Que suerte tenía tanto su hermano como él: ambos podían alguna vez acompañar a las gemelas a casa. Siendo que la chica le dijo de dónde venía este también arremedó la acción, señalando así la calle frente a la tienda.

─ ¡También me queda cerca! Yo vivo a unas cuadras hacia allá. ─

La Kawata se asomó por un costado del Haitani a mirar la calle, volviendo su vista hacia este mismo fue que pequeña y tímida sonrisa formó.

─ Que casualidad. Bueno... ¿Entramos? ─ Señaló Souya, haciendo que Rindō asintiera y junto con ella se encaminaran al interior de la tienda.

Todo iba bien, pero de un momento la inseguridad de Rindō le hizo cuestionarse algunas cosas ¿La acompañaba a comprar? ¿Se separaba de ella? ¿Sería incómodo ver qué compras iba a hacer? Mientras se carcomía la cabeza la voz de la gemela le hizo volver en si.

─ ¿Y qué vas a comprar? ─

─ A-Ah, yo venía por alguna cosa dulce, realmente no vengo por mucho ¿Y tú? ─ Respondió rápidamente el Haitani.

En ese momento la peliazul sacó una pequeña hoja de papel la cual contenía escrita una lista de algunas cosas.

─ Es casi como hacer el mandado, al parecer a mi hermana se le olvidó comprar algunas cosas. ─

─ ¿Tienes una hermana? ─

Souya asintió a la pregunta, mientras miraba los estantes y de paso Rindō acompañandola.

─ Se llama Nahoya, es mi gemela. Ella tiene el cabello de color naranja y eso, va en el salón junto al mio. ─

No sabía bien si Ran ya sabría esa información, pero si no entonces él habría conseguido el mismo oro para su hermano.

Mientras Rindō también buscaba algo que se le apeteciera se dedicó a responder a la chica.

─ Yo tengo un hermano mayor, se llama Ran y va en segundo. Es un chico alto que muchas veces va en dos trenzas. ─

En ese momento Souya volteó a mirar al rubio en un claro gesto de sorpresa.

─ ¡Oh, entonces es de él de quien habla mi hermana! Me dijo que hace algunos días le ayudó a sacar su bebida de la máquina expendedora. ─

El Haitani no pensaba que Nahoya hablara de su hermano, sentía más curiosidad de saber que es lo que le había dicho ya que, en palabras de su hermano, sentía que tenía posibilidades con ella.

─ ¿Enserio? Ran suele ser amable con las personas ¿Y le agradó a tu hermana? ─

Souya tomó un paquete de cereal y lo colocó dentro de su bolsa, así como una mueca en su rostro formó de manera pensativa a la pregunta que Rindō le había hecho, tentando a la par un paquete de arroz.

─ Bueno... Dice que parece ser alguien amable, pero que teme que sea un idiota como los otros chicos. Ella es desconfiada de los chicos así que no se lo tome personal. ─ Respondió la gemela alzándose así de hombros.

Después de dar toda una vuelta a la pequeña tienda el pelirubio se decidió por llevarse un paquete de galletas y un té helado de durazno. Ambos pagaron en la caja y salieron de la tienda donde se quedaron un par de minutos más.

─ Bueno... Debo volver, o mi hermana se preocupará. ─

El Haitani asintió y sin saber cómo despedirse realmente simplemente elevó su diestra moviéndola de un lado a otro a modo de despedida.

─ Te veo en la escuela Souya. ─

La chica asintió, devolviendo el movimiento de la mano mientras con la libre sujetaba la bolsa que colgaba de su hombro.

─ Hasta pronto, Rin. ─

En ese instante el chico sintió sus mejillas arder al diminutivo que la Kawata había usado; ojalá lo usara más seguido y al fin, después de asegurarse de que la chica se retirara, este volvió a casa.

Blow Your Heart. © 〔❛ HaitanixKawata's Fem! ❜〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora