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ㅤㅤDIA 3: Tarde del 22 de julio del 2022. 15:47 PM.

No había cosa que más detestaba Rindō que quedarse tan tarde en la escuela un viernes. Tuvo que quedarse en la institución debido a que tenía que terminar sus deberes para de inmediato ir a dejarlos con su profesor de ciencias, y aquello se lo había ganado él solo al haberse dormido durante la clase.

No tenía nada más que hacer, ni a quien mirar: Sanzu se había ido a casa, su hermano no se tomó tampoco la molestia de esperarle, así que no tenía planes para esos momentos de tarde libre.

Arrastrando los pies y con el portafolio colgado en uno de sus hombros, caminó desanimado hacia la salida de la institución para colocarse los zapatos e irse de una buena vez a casa. Mientras pasaba por el pasillo de la planta baja, a lo lejos miró a alguien cargar con una enorme pila de documentos. No podía saber a ciencia cierta de quién se trataba, pero se miraba aquello bastante complicado de cargar para una sola persona.

Se pensó dos veces si ofrecer su ayuda o simplemente ignorar ese momento, y hubiese hecho lo segundo d eno haberse puesto en el lugar de la persona. Tan pronto estuvo cerca fue que ofreció su ayuda.

─ Luce complicado ¿Dejas que te ayude? ─

Todo iba de maravilla hasta que miró que la persona detrás de esa enorme pila de papeles era nada más y nada menos que la Kawata. Qué afortunada coincidencia el verla ahí frente de él, qué agradecido se sentía por su momento de empatía que creía era una pérdida de tiempo.

La chica apenas y pudo asomarse a ver un poco a la persona que kye hablaba parpadeando un par de veces al descubrir a Rindō ahí junto a ella. Retiró la mirada a un lado, ni siquiera sabía su nombre, pero una mano nunca estaba de más.

─ Por favor, ayudame con la mitad de arriba. ─

El Haitani tan pronto escuchó la indicación se hizo de los papeles, sujetando estos con ambas manos pero con algo de torpeza.

─ Te sigo. ─

Souya no esperó más; volvió a la marcha hacia la sala del club en el que estaba. Rindō tenía otra oportunidad para hablar con la peliazul, aunque el ambiente no ayudaba mucho; la Kawata era muy tímida, se sabía, aunque no lo suficiente como para defenderse y luchar si algo estaba mal para ella o en contra de ella. El rubio se preparaba mentalmente para dar el primer paso, hablando así en voz alta.

─ ¿Eres de esta escuela? ─

Ojos abrió de par en par ante tal tontería que acababa de salir de su boca, pero aún más idiota se sintió cuando la de cabellos azules le volteó a mirar de reojo con cierta cara de '¿Estás bromeando, cierto?' plasmada.

─ No, me encanta entrar a escuelas desconocidas a hacer trabajo que no me incumbe. ─ Expresó la Kawata con un tono bastante marcado de sarcasmo.

─ ¡No, perdón, olvida la estupidez que acabo de decir! Quería preguntar de qué año eras. ─

Souya se pensó en responderle. Realmente la primera vez que lo vió no creyó que fuera un idiota, pero ahora estaba dudosa de su veredicto.

─ Creí que lo sabias, voy en el salón a un lado del tuyo, así que soy de primero. ─

Aquello desconcertó al chico ¿La chica si lo conocía al menos de vista? Que bendición de ser así, no quedaría como un acosador al menos.

─ Es que te había visto algunas veces por el pasillo, pero nunca supe de qué salón eras, soy un poco distraído. Y me llamo Rindō. ─

Casi cerca del salón en que debían dejar los papeles que cargaban, la chica se detuvo justo antes de entrar en el lugar, girándose a mirar al rubio posando ambas orbes en los violetas del más alto y responderle.

─ Soy Souya. ─

Que agradable vista obtenía al tenerla tan cerca; nunca pudo mirar los ojos de la más pequeña, pero ahora sentía como si estuviese viendo el mar en su mirada, y se sentía muy bien. Tan embobado quedó que solo pudo responder con una media sonrisa, mirando como se adentraba en el salón y siendo eso lo que le sacara de sus pensamientos para seguirla.

El salón estaba repleto de varias mesas, cada una tenía algunos papeles cosa que le intrigaba al Haitani: nunca había entrado ahí. La chica dejó esos mismos sobre un escritorio desocupado, por lo que Rindō también los colocó a un lado de ellos.

─ ¿Qué salón es este? ─

─ Es el del club de redacción, acabo de unirme por eso hay tantos papeles. ─

El rubio elevó una ceja, dando un vistazo al contenido de los papeles y tenía lógica: todos ellos eran trabajos de los miembros, parecía ser que todos estaban trabajando en algunos escritos, como cuentos cortos. Hubiese querido husmear un poco más par encontrar el que pertenecía a la de cabellos azules, pero ella enseguida lo empujó fuera.

─ Deja de mirar, es vergonzoso. Gracias por la ayuda ahora, adiós. ─ Expresó, haciendo que a tropiezos el chico saliera del aula.

─ ¡Espera ¿No quisieras sal--?! ─

Sus intenciones de invitarla a salir esa misma tarde se vieron bloqueados en cuanto la fémina cerró la puerta corrediza enfrente suyo. Rindō se quedó ahí, perplejo de lo fácil que fue para ella sacarle; tenía mucha fuerza, pero a los segundos se llevó ambas manos a la nuca y un suspiro soltó, girándose noventa grados hacia el pasillo y emprendiendo su camino de regreso a casa, cansado y sin cita.

Blow Your Heart. © 〔❛ HaitanixKawata's Fem! ❜〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora