ㅤㅤDÍA 16: Tarde del martes 11 de octubre del 2022. 15:37 P.M.
Encerrada dentro de uno de los cubículos del baño de mujeres, Nahoya se encontraba totalmente preocupada al saber la fecha de ese día. Había realizado la cuenta una tras otra y tras otra vez, y todo encajaba tal cual y era por eso mismo que en su orden de preocupaciones ma que tenía ese día era de la más alta prioridad.
Salió del cubículo donde estaba encerrada. Se detuvo frente al espejo del lavamanos y ahí colocó ambas manos sobre la fría porcelana, mirándose al sucio espejo de ese día no tenía más opción que aceptar la verdad: estaba retrasada, su periodo estaba retrasado por casi un mes.
Para ella no era una broma, ahora todas esas veces que decidió no protegerse y darle las vueltas de loco a Ran cada que él insistía en colocarse un preservativo las maldecía, inclúso deseaba con todas sus fuerzas viajar al pasado para regañar a su ella de ese tiempo y obligarla a ser racional, pero poco importaba en esos momentos, el mal ya estaba hecho.
Saliendo del baño trataba de calmarse de manera mental ¿No todo estaba perdido, cierto? Quizá no había un bebé en su estómago, quizás ella si se había equivocado de verdad y era su paranoia la que le estaba jugando una mala broma, pero no tenía más tiempo de seguir dándole vueltas al tema.
Tomó su teléfono celular y mientras se colocaba la bolsa en el hombro ya mantenía la bocina del dispositivo pegada a su oreja. El pitido se presentó en unas cuantas ocasiones, sintiendo un enorme alivio en cuanto la voz del mayor se hizo presente del otro lado de la llamada.
─ Tengo que verte ahora, te veo en la bodega del gimnasio. ─
Fueron todas las palabras que se molestó en decirle al chico antes de colgarle sin la más mínima pizca de tacto. Seguro que Ran estaría muy confundido después de ello, pero sabiendo su pequeño transtorno de preocupación era más que seguro que él estaría tan rápido como fuera posible en la bodega en la que le había citado.
Adelantandose entre los pasillos con algo de prisa y esquivando a varios estudiantes, finalmente llegó al lugar indicado fijándose como siempre en que nadie de los alrededores estuviese de fisgón en esos instantes. Tomó asiento en una de las pilas de colchonetas que había ahí, cruzando una de sus piernas que balanceaba igualmente al ritmo de su nerviosismo. Ambos brazos reposaban sobre su regazo, mientras ojos atentos se postraban en la entrada de aquel cubículo medianamente largo.
Tras algunos minutos más de espera de lo que se le había ocurrido, Ran hizo su aparición con calma y serenidad; seguro que esa misma expresión cambiaba en cuanto se enterara de lo que ocurría. Cerró la puerta detrás suyo, Nahoya simplemente se levantó colocándose frente a él y antes de que el mayor pudiese decirle alguna palabra o hiciera otra acción soltó su preocupación.
─ No me ha llegado la regla. ─
La transformación del rostro de Ran fue digna de ser grabada. En una primera parte su rostro en un segundo cambió de calma a pánico, la mochila que llevaba comenzó a resbalar de su brazo quedando justamente a un costado suyo y, por último, una de sus manos de manera irremediable pasó por todo su rostro en signo de preocupación. Nahoya no dijo nada más, Ran inclúso se detuvo a mirar su cara en búsqueda de alguna señal de que aquello fuera una broma de mal gusto pero no se encontró más que a a la chica con un gesto de seriedad: estaba hablando con la verdad.
─ ¿Desde hace cuanto? ─
─ Un mes. ─
La respuesta que le dió la menor sólo hizo que sintiera como de un tirón se le debilitaban la piernas. No podía dejarse vencer con eso, era el mayor de los dos, pero no lo suficiente como para pensar en mantener a un bebé. Respiró profundo y dejó salir aquél aire, frotándose el puente de la nariz volvió su vista a la pelimelon.
─ Por eso quería la protección, pero nada puedo hacer, esto es la culpa de los dos. Andando. ─
Espetó, tomándola de la mano y saliendo de ahí. La gemela tardó unos segundos en procesas lo que el Haitani le había dicho, pero cuando todo eso le conectó fue que de inmediato se detuvo y le arrebató su propia mano. El mayor se miró confundido, volteando a mirarla en una expresión de querer una explicación del por qué se detenía, pero Nahoya tenía la nariz arrugada en ese instante.
─ Eres un idiota. ─
─ ¿Perdón? ─
─ Eres un idiota, Ran. ─
El chico no entendía absolutamente nada del porqué tan repentinamente le había dicho esas cosas. Volvió a quedar de frente a ella; quizá había sido muy duro con sus palabras. Un tema delicado como el que tenían en esos instantes no era apropiado hablarlo tan públicamente, por lo que a la fuerza y soportando los jalones de la chica la llevó hasta la parte trasera de la bodega. Una vez ahí la soltó, y su siguiente imagen fue ver a Nahoya con los ojos inundados en lágrimas. Ahora si Ran estaba confundido pues con ello lo estaba el doble, ambas manos de forma apresurada fue a posarlas sobre las mejillas de la chica de manera tierna pero claramente asustado.
─ No llores, no llores, lo siento, no quería sonar tan tosco, perdón. ─
─ ¡E-Estoy muy asustada y tú simplemente me respondiste de forma tan fría! ─ Reclamó la joven en primer lugar, soltándose a llorar aún más y dejando perplejo a Ran.
El más alto haciendo uso de sus pulgares comenzó a retirar las lágrimas que rodaban por las mejillas de la gemela; sólo eran un par de adolescentes, claro que ambos iban a estar asustados. Sus ojos se entrecerraron un poco en búsqueda de qué hacer para hacerla sentir mejor y no había mejor opción que dejarle a su corazón esa tarea.
─ También estoy asustado. ─ Masculló. ─ No estoy asustado porque seas tú o porque crea que sea un error por que no es por eso, estoy asustado porque aún no podemos tener un bebé, somos muy jóvenes y míranos, ni siquiera sabemos como cuidarnos a nosotros mismos. ─
Nahoya levantó su vista un poco de nueva cuenta, viendo el rostro del Haitani se convenció de que estaba siendo honesto: de verdad tenía miedo.
─ Pero. ─ Añadió el mayor, enfocandose en el par de zafiros que eran los ojos de la Kawata y sin dejarla decir palabra antes que él añadió confiado. ─ Si las cosas resultan así, seré responsable de mis acciones, por que no puedo dejarte sola y porque yo te amo. ─
La menor apenas y parpadeó unas cuantas veces ¿Qué era eso tan genial que había dicho Ran? Como sea, fue algo lindo, tan lindo que hizo que asintiera acompañado de una media sonrisa. Tras aclarar las cosas ambos volvieron al camino, no podían dar nada por sentado sin antes tener una prueba de embarazo. Para no ser descubiertos tuvieron que viajar un poco más lejos de lo normal, donde Ran tuvo que hacerse cargo de comprar una prueba casera.
Estando ahí en la farmacia aprovecharon que había un baño público; ahí sería el lugar indicado para quitarse de dudas. Ambos leyeron las intrucciones y en cuanto quedaron claras Nahoya entró en el baño de chicas. Ran esperó afuera, cargando en cada hombro sus pertenencias y las de la Kawata mientras movía una de sus piernas de manera inquietante. Pasaron facilmente unos quince minutos hasta que el sonido de su celular le llamó la atención, era Nahoya. Abrió el chat de inmediato y ojos se le abrieron de par en par: era la foto de Nahoya sujetando orgullosa la prueba, pero lo importante de la imágen era el resultado; era negativo.
Así como Ran miró la única línea roja marcada pudo deslizar su espalda por la pared hasta quedar sentado en efecto de sentir como la fuerza en las piernas se le iba, un suspiro largo dejó escapar enseguida de que una risa nerviosa salía de sí: al menos, por ahora, no iban a ser papás.
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Blow Your Heart. © 〔❛ HaitanixKawata's Fem! ❜〕
FanfictionNahoya y Souya son dos chicas problemáticas de uno de los institutos de todo Japón, haciendo que la gente ni siquiera se atreva a mirarlas ni un poco. A pesar de su actitud poco atrayente, hay dos chicos que están locos por ellas: Ran y Rindō Haitan...