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—¿Cortas todas estas cosas para pegarlas? —Amelia vio confundida a la castaña, que asintió, llevando sus manos a su cintura y sonríe—. Y por cierto, me encanta cómo te ves con lentes.

Lucía sólo ríe, acercándose para besarla, aunque con un sonrojo en su rostro. La mayor se acomoda mejor en su regazo, ríe y nota la mesa llena de instrumentos y cajas. Notó la pasión de la menor por sus mechas, y sonrió.

Bueno, eso le parecía sumamente tierno.

Lucía sacó el tutorial de la caja para leerlo mientras tenía a una pelimorada sentada en su regazo que comenzaba a acariciar sus hombros de forma impaciente. Movía sus dedos, se movía ella, y saltaba, haciendo a la castaña fruncir el ceño y entrecerrar sus ojos para leer mejor el tutorial, que fue lo que prendió a Amelia.

Ya lo había dicho muchas veces, Lucía es todo lo que una mujer busca. Rostro atractivo, buena bailarina, gentil, amable, que se sonroja ante cualquier comentario vulgar y ahora, que le gusta admitirlo, demasiado virgen.

Que sus mejillas se tiñan de rojo cuando se la esté chupando, sus cejas arqueadas y ojos entrecerrados, que sus ojos demuestren inocencia y torpeza a sus acciones.

Amelia quería montarla, montarla hasta el cansancio, quería hacerle un montón de cosas sucias sólo para ver su rostro tierno lleno de placer, sus labios hinchados y su rostro lleno de sudor, quería que Lucía la tomara, le diera una follada brutal y después de ello, que evite su mirada y comience a tartamudear y a repetir palabras por ponerse nerviosa.

Así que, por eso, la mayor sonrió mientras comenzaba a acariciar el rostro y cuello de la menor, dándole suaves caricias, acariciando su nuca, sus mejillas, haciendo a la menor voltear a verla, ahora ella confundida.

—¿Te gustaría una paleta de plátano o algo así? —Amelia niega y se acerca a besar sus labios, escuchando cómo la otra se sorprende y gime de sorpresa. Sí, eso amaba la pelimorada.

Sus grandes manos en su cintura que ahora estaban temblando y apretándola, sus largos dedos acariciando su piel, Amelia amaba la ternura de la chica, y en ese momento, su timidez.

Se separó para notar si había algo de incomodidad en su rostro, pero sólo notó una sonrisa tímida.

—¿Todo bien? —acunó sus mejillas y las acarició, viéndola fijamente mientras le daba un beso esquimal—. Sabes que puedes decirme si algo no te gusta o incomoda, es importante eso.

—Sí, no me molesta nada, si fuera así te habría detenido, pero te digo lo mismo a ti, y si puedes decirme cosas, cómo, si llegamos a tener sexo, cómo moverme o cosas así...

—Tú sólo asegúrate no volver a soltar una mentira, y si no sabes hacer algo, pregúntame, ¿sí? —Lucía asintió mientras mordía sus labios de forma tierna e infantil, haciendo a Amelia chillar—. Dios, Lucía, me pareces tan tierna.

—¿Sabes? Me paré vivo que me digas tierna cuando tú lo eres más, me matas de ternura —la mayor sólo mordió sus labios y volvió a besar a la otra, y cuando se separó, se bajó de su regazo y sujetó una lupa que tenía por ahí.

—¿Qué haces con estas cosas?

—Tengo que recortarlas y juntarlas, por ejemplo, tengo que juntar el brazo derecho y después el derecho, armar toda la figura.

—¿Cómo? —Lucía sólo frunció su ceño, y agarró un mecha que tenía en su pared—. ¿No puedes juntarlos todos y ya?

—Tengo que hacer primero el brazo derecho, luego el izquierdo, luego el pecho, parte por parte y después tengo que juntarlos —vio una sonrisa orgullosa de la otra, y Lucía se sonrojó.

Vio una mueca que no fuera una llena de asco a sus gustos y apasiones, haciéndola comenzar a jugar con su sudadera, riendo.

—Sí, es genial hacerlo, honestamente.

—Yo pensé que los comprabas ya hechos.

—Yo los armo, me encanta armar cosas, también darles vida, por ahí tengo unos robots —y la mayor se hiperventiló, su Diosa interior se quitó la nube que cubría su desnudez y se quiso lanzar a Lucía para que en ese instante, se la metiera como quisiera, sólo que con su uso de la razón se contuvo al ver a la castaña tan animada juntando piezas.

Y es que a los ojos de Amelia, teniendo a una chica frente a ella atractiva, tierna, grandes manos, con apasiones, con futuro comprometedor, y con una gran polla, quería hasta tener sus hijos.

La pelimorada sólo comenzó a enredar su pelo entre sus dedos, morder sus labios, y abrir sus piernas de forma discreta.

Lick me, tease me, touch me, please me, sex me, bless me, caress me, want me, I'm on it.

Tragó saliva llena de deseo por una situación en la que, NO DEBERÍA.

Porque estaba teniendo a su menor frente a ella, armando su nueva figura de colección, emocionada, y Amelia sólo estaba llena de lujuria y de pensamientos llenos de:

Sexo, sexo, sexo, sexo.

Cerró sus piernas y se acercó a acurrucarse en el hombro de la menor, que suspiró. La mayor inhaló su olor, gomitas, y sonrió. Le gustaba mucho esa situación, quitando lo que había pasado hace, dos segundos.

Miró fijamente a Lucía, vio su perfil, y besó la línea de su mandíbula, haciéndola reír de nuevo, pero jamás quitó su vista del mecha que estaba armando. Amelia suspiró.

¿Y todavía fija en lo que se propone? Sonrió maravillada mientras se acercaba más a ella y se volvía a acurrucar, oliéndola, y estaba maravillada.

Todo lo malo que algunas vez dijo de Lucía, aseguraba que todo eran estupideces del pasado, cosas que había dicho sin haber pensado, así que ahora, sólo abrazó a la castaña mientras sonreía con dientes.

Tengo el autoestima por los suelos pasen tipos para salir de eso😿

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Tengo el autoestima por los suelos pasen tipos para salir de eso😿

Ice Cream | Lumity betaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora