17

1.7K 140 19
                                    

Lucía no pudo ni hablar porque ya tenía una Amelia jalandola del brazo a un lugar que ella no tenía ni idea, pero no se quejaba.

Sonrió mientras se dejaba guiar, viendo a la pequeña pelimorada que jalaba su brazo.

Amelia sólo la había jalado y la estaba guiando a su departamento porque eso que había pasado en la llamada le había dejado con ganas de más.

Quería probar por completo a la menor; después de que le dijo esas palabras y colgó estaba lista, más que segura, que Lucía estaba segura de tener sexo con ella en ese jodido momento.

Y sus sospechas aumentaron más mientras sentía que Lucía caminaba a su par, sonriendo, y susurrando algunas palabras que Amelia no alcanzaba a distinguir.

La pervertida castaña iba diciendo algunas cosas para calmarse que eran; partes que necesitaba para armar su mecha de colección.

Pinzas, lentes, dinero, mecha, computador, dinero, más dinero, los mechas eran caros.

Arrugó su nariz cuando sintió que habían entrado a algún elevador, y volteó a ver a Amelia, que estaba frente a ella, viéndola ansiosa. Mordía sus labios, arqueaba sus cejas, y suspiró, hasta que notó cómo la mayor se estaba frotando contra su rodilla.

Pequeños gemidos salían de su boca, sus manos aferrándose a su nuca, Lucía sintió cómo el bulto que se empezaba a formar en sus pantalones ya dolía.

Sus manos se dirigieron a la cintura de la otra para verla fija, abrió sus ojos y relamió sus labios, lista para hablar.

—¿Tendremos sexo hoy?

—¿Por qué susurras? Sólo estamos nosotras dos —la menor sólo vio el elevador abandonado, y frunció su ceño.

—Ya llevamos mucho aquí, ¿no? Parece que estamos subiendo al piso 90 —sólo hizo que Amelia volteara a ver los números, y que luego riera algo nerviosa, riendo alto y separándose para volver a ella.

—Fue porque no presioné ningún botón, oh Dios, esto de estar caliente me pone algo estúpida —sintió cómo la menor se paró detrás de ella, la abrazó por la cintura, y sintió ese bulto duro en su trasero.

Se volvió a frotar.

—Creo que también me pasa a mi, quiero pensar en otra cosa pero el tenerte frotándote contra mi me hace volver a la tierra —besó su mejilla y Amelia ladeó su cabeza para hacer que sus labios se encuentren, sintió la pierna de la menor meterse entre sus piernas y sus manos en su cintura.

Iba a volver a frotarse hasta que las puertas se abrieron y tuvieron que separarse para poder parecer normales.

Lucía respiró con regularidad y se separó de ella, invitándola a pasar, y la pelimorada sólo pasó, sacando las llaves de su departamento para poder entrar lo más rápido posible.

Estaba sonriente hasta que notó que su celular comenzó a vibrar, y lo abrió viendo los mensajes, haciendo a la castaña pararse detrás de ella y verla con curiosidad.

No iba a ver los mensajes porque era algo de Amelia, así que sólo la vio a ella con un rostro neutro.

Tiró el celular por ahí, tomó la mano de la menor, y fue casi a tirarla a la cama. Después de hacerlo, ella misma se quitó la camisa, el pantalón, se despojó de todas sus ropas y se acostó al lado de Lucía, que apenas se estaba quitando la camisa.

Sus grandes manos que estaban temblando al desabrochar su bra y después bajar a su pantalón, Amelia se acercó y besó su espalda repetidas veces, frunciendo el ceño.

Ice Cream | Lumity betaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora