No queda ni un cerezo a la vista.Mientras mi madre conduce rumbo a la escuela, me doy cuenta con desilusión que la primavera está por terminar.
A pesar de que el examen para ingresar a la preparatoria es hoy, nadie en mi casa ha mencionado algo al respecto. Los años anteriores, papá no me quitaba los ojos de encima hasta asegurarse de que he estudiado hasta el cansancio. Tal parece que la universidad de Eric es un paso adelante mucho más importante que mi continuidad dentro de una preparatoria privada, lo sé ya que mis padres no dejan de hablar de eso.
No es algo en lo cual se me permita formar una opinión.
Mantengo mi atención en un comic viejo, pero puedo sentir que mi madre me mira de reojo cada que el semáforo le pide detenerse. Sé que no le gusta que lea comics o mangas, también desaprueba la cantidad de horas que le he dedicado al Nintendo y al Xbox durante las últimas tres semanas. No la culpo, no conozco un padre a quien le encante la idea de que su hija tenga semejantes hábitos recreativos. Sin embargo, algo hay que le impide interferir en ello, como si tuviera miedo de mi reacción. Tal vez se ha dado cuenta de la poca atención que su hija menor ha recibido a causa de las millones de actividades familiares.
—¿Te permiten presentar exámenes con ese color de uñas? —me pregunta para entablar una conversación.
Yo solo asiento sin dejar de mirar las coloridas páginas de mi librito.
—¿Tus amigas hacen lo mismo?
Asiento de nuevo sin decir una palabra.
La escucho respirar profundo y soplar lo suficientemente fuerte para bambolear su rizado fleco.
—Tu padre...
—Salió de viaje —la corto y cierro la historieta haciendo que las paginas choquen. La guardo dentro de mi mochila sin siquiera mirar en qué posición cae y subo los pies al sillón para recargar las manos sobre mis rodillas.
—Tu padre recibió un mensaje de tu consejera estudiantil.
Okey, eso no me lo esperaba.
Alzo una ceja y la miro expectante.
—Quiere discutir con nosotros un ensayo que escribiste. ¿Hay algo que deba saber?
Me tallo un ojo con sumo cuidado para que el rímel de pestañas no se embarre en mi parpado.
—Tarde años escribiéndolo y lo entregue dos días después —confieso—. Eso es todo.
La verdad no creo que sea para tanto.
—Bueno, él no podrá asistir.
Sonrío sínica. — ¡Que raro!
—Yo seré la que hable con ella, tengo algo de tiempo antes del trabajo —habla con dureza pero en realidad no me preocupa. No tengo que idea de que quisiera hablar la consejera con mi familia, he sido una buena estudiante. Cumplo con todo lo que se me pide y mis notas no bajan del sobresaliente.
Ella me mira y me sonríe con ternura. Algo le ocurre a mi madre y no sé cómo averiguar que es.
Me despido de ella para encontrarme con mis amigas. El examen inicia a las siete en punto, no me ha dado tiempo de desayunar y siento un leve mareo que me indica que no dormí lo suficiente.
—Creo que alguien no estudió —dice Hoshi antes de meterse una goma de mascar a la boca.
Ambas observamos a BoMi. Sentada en el suelo hojea las notas de todo el año y se escribe pequeñas palabras clave en la piel de su muslo por debajo del dobladillo de la falda escolar.
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Just One Day (KSJ)
Short StoryShin Leyla es una adolescente como tú y como yo, quien poco a poco descubre los caminos de algo tan complejo como lo es el amor y las relaciones interpersonales. A la edad de quince años, ¿Se te permite sentir amor? O es que eres muy joven para ser...