9. Fiesta

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"Querido SeokJin..."

"Te conocí hace seis años, siempre pensé que eras odioso, pero en el fondo te veía de una manera especial...."

Cansados están todos de escuchar mi experiencia en la firma de autógrafos, nadie ha logrado pararme la boca desde que llegamos a casa.

Incluso Eric, quien no suelta la réplica barata de su trofeo ganador, me escucha con detenimiento cada vez que menciono algo relacionado con "DNH", mi nueva obsesión.

—¿Quién eres tú y que has hecho con mi hermanita? —pregunta sonriendo.

He crecido, he cambiado, he descubierto mil cosas y sensaciones nuevas.

—Soy la misma de siempre —respondo al tiempo que me siento en el sofá de la sala y tomo un control de Xbox de suelo. —¿Jugamos?

—¿No te interesa saber cómo me fue?

Hay algo extraño en Eric, se comporta... ¿Cómo describirlo?... como un ser humano decente. No me ha insultado, ni se ha burlado de mí en todo el rato que hemos estado hablando.

—Sé que ganaste tu partido... Nadie se lo esperaba ¡Eh! —canturreo con sarcasmo haciendo movimientos burlones con mis hombros.

Intento engañarme a mí misma, engañar a mi cerebro para no pensar en su partido de basquetbol y por lo tanto en Kim SeokJin. No tengo valor para mirarle a la cara. Es tonto quizás, sin embargo siento que lo he traicionado. Como si el admirar a otro chico fuese considerado un delito. Tal vez lo sea, no hay nadie mejor que Kim SeokJin para mí.

Pero el traerlo de vuelta a mi mente me hace sentir intranquila de nuevo. La ansiedad de querer verlo es fatigante, una vez que él se apodera de mi atención me es muy difícil descansar.

Tal vez por esa razón, el haber tenido contacto con esa boy band fue una distracción refrescante de mi realidad. Un pequeño descanso.

—No solo he ganado un partido, enana. Tu hermano mayor es universitario...

A veces olvido que Eric es una persona.

«Me he convertido en una chiquilla egoísta.»

Pero él me da la pauta para seguir bromeando mientras jugamos, después de acomodarme un filoso golpe de nudillo en el antebrazo.

Molesta y risueña, pues me lo merezco, me sobo la zona afectada.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Te horneo un pastel? ¿Te hago una fiesta? —hablo burlonamente.

Él me dedica una mirada furiosa pero en el fondo sé que quiere reírse. Con sus dedos pellizca la piel de mi brazo haciéndome reír para no gritar del dolor.

—¡Tonto! Basta ya de lastimarme.

—Una fiesta no estaría mal —menciona cuando la música repetitiva del video juego comienza a sonar.

Sin deja de ver la pantalla le hago saber que mis padres jamás le permitirían organizar una en la casa.

—Enana, mis padres no tienen por qué enterarse.

Lo miro cuestionando sus palabras. Eso sucedería únicamente si mis papas se ausentan por un largo rato y eso no sucede de la noche a la mañana.

—Suerte con eso.

O al menos eso pensaba.

Una de las desventajas de ser la menor de una familia es toda la información que puedes llegar a desconocer. Eric podrá ser un bruto, pero conoce a mis papás mucho más y mejor que yo y, por lo que he notado últimamente, tiene acceso a esas maduras pláticas de adultos que se llevan a cabo en las noches tras puertas cerradas.

Just One Day (KSJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora