Adoración

Atracciones

—Ese hombre es el más exasperante...

—Te lo dije, Aya...

—Corazón frío...

—Él es un Uchiha, y sabes cómo son...

—Difícil...

—No solo eso, él es el heredero Uchiha...

—Atractivo..

—¿Sigues diciendo eso?

—... El hombre mas frígido que he conocido.

Ikose suspiró con tragedia ante la cabeza dura de su compañera. Desde que eran genin, ella había sido la más terca en su celda de tres hombres. Nunca sabía cuándo rendirse, y eso se extendía a los hombres a los que perseguía. Pero ahora que eran Chunin de pleno derecho (y actualmente se estaban preparando para tomar los exámenes de Jonin al final del año), había crecido en su cuerpo y se había vuelto mucho más audaz. Si bien estaba contento de que ella tuviera confianza en sí misma, Aya tenía la tendencia de perseguir a hombres que estaban ridículamente fuera de su alcance.

Claro, ella era bonita, pero no era bonita como si perteneciera al brazo de una futura cabeza de clan. Ella no estaba ni cerca de lo que podría considerarse "nobleza" ninja. Lejos de eso, de hecho. Aya era una ninja de segunda generación. Su padre es el primer ninja de su familia, anteriormente totalmente civil. Lo había hecho bien por sí misma. Como su compañero de equipo, estaba orgulloso de ella. Como compañero ninja, reconoció sus habilidades. Como su amiga, pensó que era una maldita idiota.

Ellos, junto con un grupo de tres hombres de su pueblo natal de Kiri, fueron enviados a reunirse con algunos ninjas de Konoha en una misión de colaboración extremadamente rara que duraría tres meses. Estarían protegiendo a los diplomáticos de sus respectivas naciones. Los jefes de clan y los herederos también se encontraban entre los ninjas enviados, por lo que cualquier acuerdo que se negocia también tendría en cuenta los intereses de los ninjas de la aldea. El otro grupo de tres hombres con el que llegaron estaba compuesto por un jefe de clan y dos herederas; mientras que Konoha tenía dos hombres Uchiha, uno de los cuales era el heredero Uchiha. Aparentemente, el clima había sido irregular, por lo que su otro grupo aún no había llegado... y por eso estaban todos aquí ahora, acampando afuera en el frío.

Pero, sinceramente, Ikose estaba contenta de estar allí. Ni Ikose ni Aya escucharon mucho sobre las complejidades de la política, y mucho menos sobre la política del clan, por lo que todo esto era extremadamente nuevo para ellos. Todavía eran ninjas novatos a los ojos de todos los que los rodeaban, pero a Ikose no le importaba si lo encontraban falto en algunas áreas. Estaba aquí para hacer su trabajo y aprender. Además, ser enviado a una misión tan importante se veía bien en sus registros. No había forma de que él estropeara esto. Esto fue considerado clase A.

Se dio cuenta desde el principio que el diplomático de Konoha era especialmente asustadizo. El hombre saltó ante el menor de los sonidos, sus anteojos prácticamente se le caían de la cara cada vez que lo hacía. No era de extrañar que necesitara escoltas tan absurdamente poderosas. ¿Dos Uchihas?y más ninjas en camino. Había un límite a la cantidad de mano de obra que necesitabas.

Ikose sopló una bocanada de aire cálido en sus manos, antes de acurrucarse más cerca del fuego frente a él. Los diplomáticos habían comenzado a repasar sus propias notas individuales, mientras que los ninjas habían comenzado a hablar entre ellos o ha cruzarse de brazos y esperar pacientemente a que llegara el último grupo de Konoha. Ninguno se había molestado en mezclarse. Eso solo sirvió para mostrar cuán acaloradamente corría la sangre entre las dos aldeas.

Aya, sin embargo, fue la gran excepción.

Tan pronto como se acomodaron, ella se acercó al heredero Uchiha, sus caderas pavoneándose observadas por todos... solo para ser cerrada con una palabra tranquila y una mirada fría. El otro, Uchiha Shisui, incluso tuvo la audacia de reír cuando su rostro se calentó de vergüenza. Personalmente, Ikose pensó que habría tenido una mejor oportunidad con Shisui, principalmente porque parecía más extrovertido en general. Pero a Aya siempre le gustó el cabello largo, y quién era él para dictar sus preferencias.