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El azar jugó con su destino, La Parca quiso darle una segunda oportunidad a su trágico e imponente final. El verdugo de su destino había hecho estragos en su mente y moralidad queriendo acabar con todo lo que afectara su sobrevivencia, incluso si con ello debía llevarse la vida de inocentes.

Aún recordaba lo último que vieron sus ojos, una fuerte espada cubierta de sangre, su propia sangre que no dejaba de salir a borbotones mientras observaba como aquel maquiavélico hombre terminaba con la vida de su amada siendo sus últimos momentos de vida.

Esos distintivos ojos verdes brillaban en aquella oscura habitación bebiendo del líquido rojo oscuro que escurría de su espada. La comisura de sus labios mostraba una sonrisa malvada como satisfecha, cubierta de rastros de sangre mirando directamente a sus ojos.

- ¿Por qué lloras? -le preguntó estando frente a él-. No lo estabas disfrutando hace un rato.

Le abría encantado responder y maldecirlo con toda su alma, pero el corte profundo en su garganta se lo impedía. Y al cabo de segundos su visión se hacia cada vez más oscura como borrosa.

- Sigues sin entenderlo, ¿verdad?

Tosió, desesperado por volver a respirar y no ahogarse con su propia sangre.

- Todo esto fue causado por tu mano.

Aquello fue lo último que recordaba escuchar de su sucia boca, palabras sin sentido que solo lo hacían enfurecer aún más. Un despiadado asesino sin un poco de piedad apodado "La séptima muerte" por su perfeccionismo en aplicar siete torturas en sus enemigos hasta acabar con sus vidas luego de cumplir con el objetivo de sustraer información sobre el imperio.

Cada noche, cada maldita noche aquel sueño se repetía incesantemente en su cabeza. No tenia descanso alguno desde que volvió en el tiempo a una tierna edad de solo nueve años, sus pensamientos estaban intactos, a excepción de su cuerpo.

Al despertar luego de una muerte desesperante y sórdida, había comenzado a hiperventilar. Sus manos temblaban sin detenerse e inevitablemente había caído de una cama cómoda como ninguna. Había pensado que tal vez experimento un milagro y su destino aún no era perecer, sino vivir para cobrar venganza. Sin embargo, el mundo tenia un plan un poco diferente. Al calmar su ataque, pudo notar que todo a su alrededor era mucho más alto de lo que recordaba e incluso más grande, al querer tomar un poco de agua vio como sus manos ya no eran duras y llenas de callos por portar un gran espada con regularidad, más bien eran suaves y pequeñas. El pánico se había instalado en su interior, corrió hasta llegar a un gran espejo y pudo confirmar sus sospechas. Había reencarnado en su yo de nueve años.

Recordaba haber pasado casi dos horas mirando su reflejo, sus suaves facciones sin vivir aún las pesadas experiencia que con el tiempo lo harían de un hombre de carácter fuerte y casi insoportable, con el único propósito de destruir a su mas grande enemigo: Izuku, la séptima muerte. Su misión era traer la paz a su pueblo y crear prosperidad a su gente para restaurara la tranquilidad y acabar con las muertes que él provocaba por desear el trono del emperador. Su trabajo era sencillo y fácil, pero había fracasado siendo asesinado por su mano. La segunda oportunidad era bienvenida con gracia, era joven y podría acabar con el celebre Izuku a una temprana edad evitando toda catástrofe, como la muerte de su esposa, familia y mucho de sus amigos.

Exactamente paso un mes para que asimilara el regalo de los dioses. Con la mente de un hombre de treinta y seis años en el cuerpo de un mocoso de nueve, era algo difícil de manejar. Debía contener su ingenio y esconder todo rastro de su vida pasada para poder llevar a cabo su maravilloso plan. Debía buscar el Izuku de solo siete años en el orfanato más alejado del pueblo, a un par de kilómetros del centro por las afueras de reino. Agradecía recordar los datos entregados por sus difuntos súbditos que realizaron como buen equipo en recolectar información sobre la vida que él había llevado hasta convertirse en el gran opositor del pueblo. Solo debía buscar el momento perfecto para insinuar su plan a su padre, el actual emperador, para que lo llevara directo a aquel lugar y así poder acabar con la mancha del reino.

VENIDERO - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora