IV

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Los guardias a su alrededor rompieron filas, ignorándolo por completo para centrarse únicamente en Dabi. No se acercaron, solo lo acecharon en busca de algún ataque sorpresa.

- ¿En serio? -preguntó él con una sonrisa-. Soy solo un hombre, no hay porqué alterarse.

- ¡Cállate, Dabi! Tú y yo sabemos porqué tomamos medidas, maldito ladrón.

- ¿Ladrón? -repitió mientras se acercaba-. Tienes el descaro de llamarme ladrón cuando todos sabemos quien es el verdadero asaltante.

- ¡No digas una palabra más!

- Además -prosiguió-, todos ustedes contra solo dos niños, ...bueno, uno. No me parece justo.

¿Qué carajo estaba ocurriendo? ¿Dabi defendiéndolo? ¿Acaso el pasado en el que reencarno era lo opuesto al anterior? ¿Dabi era el bueno y el imperio el malo?

Seguía joven, sus líneas de expresión aún no estaban del todo marcadas como en aquel tiempo. Sus ojos turquesa eran oscuros y relajados, unos que por alguna razón no los dejaba de observar.

- El niño sobre tu espalda -dijo de pronto-. ¿Está bien?

No le quedo más que negar. Si Dabi era su salvación lo tomaría, después de todo solo él sabia lo que ocurriría en el futuro. Debía mantenerlo a su lado, de igual forma que Izuku y los demás.

Dabi sin temor se acercó pasando a un lado de los guardias para quedar justo en frente de él.

No pudo evitar sentir cierto coraje por levantar la mirada y notar la gran diferencia de estatura entre los dos.

- Puedo tratar a tu amigo, si es eso lo que quieres -le dijo empático.

- ¿Tienes un doctor?

- Bueno, este pueblo no se cura por si solo, ¿o sí?

Shouto trató de buscar algo en sus ojos, alguna oscura sombra o un poco de maldad en ellos, pero por su experiencia aquellos claros ojos no se asemejaban en nada a los que conoció antes.

- De acuerdo.

- ¡Genial! -comentó alegre-. Pero, primero que todo.

Dabi levantó una de sus manos para hacer un movimiento con el dedo índice indicando una orden que entendió a la perfección. No pasaron ni dos segundos cuando la generosa cantidad de personas armadas con espadas y lanzas artesanales pudo notar, salieron del escondite arremetiendo contra los guardias que no le quedo más que alejarse despavoridos, aterrados de ser asesinados por simples aldeanos que, para ser sincero, parecían no tener entrenamiento para tal uso.

¿Cómo era posible que guardias entrenados no lo notaran?

Shouto quedo sorprendido al ver tal manejo y expertiz en ser líder de aquel decadente pueblo lleno de ancianos y niños huérfanos.

- Sígueme -dijo dándole la espalda-. Te llevare con el doctor.

Prefirió no decir nada sobre su ascendencia, quería observar sus movimientos, sacar información y tener un mejor panorama de su persona en aquel pueblo.

Dabi lo llevó a una pequeña cabaña, la mejor de todas, donde un anciano barbudo apenas lo viera tomó a Izuku para acostarlo sobre la mesa de la cocina.

- ¿Qué le paso? -preguntó sin siquiera verlo.

Aquella ofensa hacia un príncipe imperial seria la mismísima condena a muerte.

- Lo violaron.

Vio una pequeña reacción en Dabi.

- Es solo un niño -dijo apoyado en la pared-. ¿Quién haría algo así?

VENIDERO - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora