EXTRA

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Katsuki y Eijiro 

¿Qué rayos estaba escuchando?

Había acabado de practicar por lo que volvió a los dormitorios para tomar una ducha y descansar, pero en la estancia del edificio que compartía con ciertos estudiantes notó el cabello oscuro de Eijiro y se detuvo para saludarlo. Estaba sonriendo, pero un segundo para otro aquella cálida sonrisa había desaparecido de sus labios, se había acercado con el propósito de defenderlo en caso de que los otros dos compañeros de clases lo estuvieran molestando, pero la situación no podría ser de otra manera.

- Deberías darte por vencido -dijo uno de ellos, sentándose a su lado en aquel sofá-. Todos sabemos que eso jamás funcionara.

- Nunca lo sabré si no lo intento, ¿cierto? -arremetió su amigo, indeciso.

Los otros dos se miraron entre si.

- Creo que se necesita bastantes agallas para declararse a un hombre.

- ¡Ja! ¡Tú y tu pensamiento católico! -se burló uno-. Eijiro es libre de elegir con quien acostarse y con quien no.

- ¡No me refiero a eso! -se defendió el contrario-. Si, soy católico, pero eso no significa que este en contra. Eijiro -habló dirigiéndose hacia el nombrado-, yo te apoyo con toda mi alma, pero quiero que sepas que existe la posibilidad de que él diga que no.

- Lo entiendo -comentó Eijiro, apesadumbrado-. Pero de todas formas quiero intentarlo. Algo me dice que tengo que hacerlo.

- En ese caso, ¡debes deslumbrarlo! -gritó el efusivo-. Tienes buen cuerpo y eres el mejor de la academia en combate cuerpo a cuerpo. Ese es un punto a favor.

¿Cuándo sucedió esto?

- Por dios, Caleb. Controla tu indecencia, por favor.

- ¡Cállate, Suri!

- A ver, a ver, tranquilos. Aún no decido si realimente me declarare -intervino Eijiro con una sonría pequeña.

Antes de poder procesar su pequeña conversación, por la puerta que daba a las escaleras apareció su amigo Zeno con quien siempre practicaba su combate espada contra espada. Sabia que él había bajado de su dormitorio para practicar con él, pero antes de que se alejara de la estancia vio a Eijiro y a sus dos amigos que al notarlo ambos se quedaron en un silencio sepulcral, casi nervioso.

- ¡Eijiro! -gritó Zeno, alegre-. ¡Y los demás!

- Vaya manera de disimular tu tontería al olvidar nuestros nombres -atacó Caleb como burla.

- ¿Tontería? -repitió-. Más bien es una explicación suave para decir que ustedes no me importan en lo más mínimo.

- Por qué sigues los juegos de este cabeza hueca -preguntó Suri.

Los cuatro estaban enfrascados en la conversación cuando Katsuki vio como Eijiro miraba con una genuina sonrisa a su amigo Zeno.

Desde el inicio había desarrollado sentimientos por Eijiro, con tan solo ocho años cuando descubrió lo hermoso que era su amigo de la infancia cada vez que lo llamaba solo para invitarlo a sonreír y ver el lado positivo de toda la desgracia que habían vivido junto a Izuku. Aún sentía el pecho apretado al recordar su cabeza decapitada y siendo sostenida por aquel enemigo. No espera la hora de poder graduarse e ir en búsqueda de Tomura para asesinarlo, aunque ya no tuviera sus poderes demoniacos. Aquel bastarlo no merecía tener una segunda oportunidad.

Nunca tuvo la suficiente confianza para declararse con el temor de perder su larga y preciada amistad. Eijiro era parte importante de su vida, su labor en aquella vida era protegerlo y hacerlo feliz, ¿pero acosta de qué?

VENIDERO - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora