VI

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Shouto habló durante más de una hora explicando sin interrupciones o preguntas sobre la nueva condición que se les había puesto en frente. Natsuo escuchaba con atención junto a Keigo sobre lo que sucedió con Izuku la noche anterior donde a ambos se les encontró en una situación indecorosa.

- Muy interesante -dijo por fin Natsuo con una mano en su mentón-. Pero hay algo en lo que te equivocaste, mi querido hermano.

- ¿Qué?

- El pequeño duende no fue quien se lanzó primero como realmente crees -empezó el príncipe, incomodando a su hermano-. Fui yo quien abrió la celda para provocarlo.

- ¿Me estás diciendo que tú iniciaste su celo?

- No, él ya estaba en celo. Fui yo quien sucumbió ante él -explicó con un suspiro-. Lo ataqué, Shouto.

- ¡No! -dijo a la defensiva-. Fue él.

- No, siento romper tu pequeña burbuja de odio. Pero esa es la verdad.

- Vaya... -murmuró Keigo, atónito-. ¿Estás seguro de que nada de esto ocurrió en tu otra vida? -se quiso asegurar.

Shouto asintió, desconforme.

Había alterado la línea de tiempo de su otra vida, tanto fue que ahora no ocurría nada de acuerdo con lo que recordaba muy bien, aunque todo lo que se repetía en su mente eran los combate que tenía contra Izuku. Estaba tan ocupado con su venganza y colocar a la gente del pueblo a salvo que olvido por completo a su esposa y haber dejado al menos un heredero en el imperio.

- De todo lo que explicaste -comenzó su hermano, nuevamente-, hay algo que me molesta.

- ¿Qué parte?

- Izuku tuvo la oportunidad de estar conmigo por libre albedrio, quiero decir, yo era el más afectado de los dos -repuso confundido-. Pero no lo hizo. Me empujó y lucho para que lo dejara de tocar.

- ¿A qué viene eso? -preguntó con el ceño fruncido.

- Él estaba en celo, pero se negó.

- Muy distinto a como lo fue con Shouto -termino Keigo, captando el mensaje.

- Eso explicaría muchas cosas -murmuró Natsuo, finalmente-. Eres un anciano, por lo que tienes mas sabiduría que todos nosotros juntos.

Shouto enarcó una de sus cejas ante la mención de su evidente edad mental.

- Aunque te duela aceptarlo, eres la debilidad de Izuku -sentenció Keigo-. Eres el dominante del grupo.

Inspiró hondo. El aire a su alrededor le peso sobre los hombros causando una leve agitación en su pecho.

- Debe haber otra explicación.

- ¿A parte de tu doble experiencia? -preguntó Natsuo-. Yo creo que es la única.

Suspiro. Se dedicó unos segundos para tratar de calmar su corazón y pensar con lógica.

- Natsuo, no quiero que te acerques al calabozo en estos días -ordenó dándose le vuelta-. No hasta que sepamos como controlarlo.

- No lo quiero muerto, Shouto -espetó su hermano mientras él salía por la gran puerta de la sala de clase que en ese horario nadie ocupaba.

- Lo sé, lo sé.

En los siguientes días, Shouto ordenó estrictamente que el único autorizado para descender a la prisión era nadie más que él. Tal vez Dabi en ciertos horarios al notar como sus feromonas habían disminuido considerablemente al tercer día, seguido de Katsuki y Eijiro que aún les costaba tolerar el aire encerrado del lugar. Y tal como había predicho Izuku en su conversación, el quinto día desde su encierro, los encargados de traer el informe del gran mago llegaron, se trataban de dos guardias, curiosamente de sangre noble, y un súbdito. Estaba descendiendo del carruaje cuando Shouto lo intercepto.

VENIDERO - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora